Un viajero del tiempo hizo algo de lo que se arrepintió casi inmediatamente o un largo tiempo después (la determinación desde el Pasado de lapsos futuros es una ciencia bastante imprecisa). Así que se subió a su máquina, regresó al Pasado, no hizo lo que había hecho, y progresó a su Presente. Y tan contento.

Pero al llegar, se encontró con la sorpresa de que las cosas seguían igual, porque nunca el mal hecho en el Pasado se puede reparar por completo desde el Presente. Lo único que consiguió fue la inútil satisfacción de sentirse mejor consigo mismo; aunque eso lo hubiera logrado sin necesidad de viajar tanto, sino sólo dándose unos cuantos golpes en el pecho, como hacían nuestros ancestros.

Desde entonces, cuando comete un error, el viajero se queda en su Presente para ayudar a repararlo, que es como en verdad se reparan los errores, y no con palabritas o gestos afectados. Y si viene al Pasado es sólo de visita, y también para que su máquina no se empolve en el garaje.