Hace varias lunas que el silencio es tan abrasador que pareciera que
el mundo completo ha muerto y que solo soy testigo grotesco de lo que
sucede. Estoy cansado de morderme el corazón vacío y marchito. Me ha
causado indigestión respirar el aire viciado que hay en mi alcoba y
pareciera que los pulmones no pueden seguir adelante consumiendo este
humo que me ha acompañado desde siempre. Hay voces internas que me
piden que salga a caminar por los restos de una civilización
abandonada. ¿Qué somos? ¿Qué éramos? Al menos recuerdo que, en algún
momento, fui una persona como cualquier otra. Tenía quien me saludara
por las mañanas y como pequeñas imágenes en mi cabeza aparecen los
rostros que he visto en las imágenes pegadas en mi pared, pero que no
logro recordar nombres o historias alternas.

No recuerdo mi nombre. No recuerdo nada. ¿Estoy muerto? Al salir de
mi habitación descubro restos de eso que llaman basura esparcidos en
todo el lugar. Hay un abandono total en este lugar que alguien me
enseñó a llamar hogar. Critico el desorden antes de darme cuenta que
yo mismo lo he causado. No me importa. Son sólo restos de una vida
que ya no existe. Como ya no existe la persona que aparece en la foto
y que tiene un cierto parecido a la imagen que me regresa el espejo.
Sólo que en aquella fotografía vieja aparezco sonriendo y al lado de
alguien que parece importante. ¿Dónde está? ¿Quién era? ¿Por qué
sonrío como protagonista de una revista de sociales? ¿En dónde
estaba? ¿En realidad soy yo? No. Es alguien del pasado. Soy
simplemente humo en esta desolación.

Me cuesta trabajo descubrir que la desolación es interna y que, la
única realidad, la más triste de todas, es que hace algunas lunas que
estoy muerto y que nadie descubre todavía el cadáver abandonado en el
piso de concreto frío que alberga mi cama. Quizá aún el hedor no es
tan penetrante como para alarmar a los vecinos. Bueno, ya llegará a
sus sentidos mi silencio y me aventarán a la fosa común del
cementerio sin haber conocido mi nombre. Hacia allá me encamino. A un
pedazo de terreno vacío sin epitafio, sin nada que atestigüe mi
presencia, mi camino por este planeta. Allá voy. Hacia el final tal
como llegué en un principio. Sin que nadie se diera cuenta y sin que
nadie sufra. Al silencio. Ya será en otra vida...