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 El Empecinado
 
 
 
 Por mi empecinamiento, que seguro pensaría en mi caso
 Juan Martín Díez, “El Empecinado”, que sabía a todas luces
 Que era un ser obstinado sin freno, como a mi me pasa,
 Aunque en ocasiones me contengo, por lo de la modernidad
 Y todo eso a lo que nos vemos sujetos, pues esta próximo
 Al peligro.
 
 Si, como digo, era terco hasta la saciedad, cosa que también sabía,
 Como sabía que padecía otros defectos, más su empecinamiento
 En pensar que alguna vez todos ellos se convertirían en virtudes,
 Cosa que creía porque en una ocasión, de las que vienen
 En charola de plata, se beneficio a una novicia que mostró
 Un brillo en sus ojos y un júbilo incontrolado, que tal vez
 Fuera ese el motivo de que nuestro amigo Juan Martín
 Creyérase virtuoso.
 
 Bien, como decía al comienzo, ha sido por mi empecinamiento,
 El tener a mi mente e intelecto, en Gerra constante, con el
 Mundo y, lo que es peor, conmigo mismo. Al fin y al cabo al
 El Empecinado habían de aguantarle casi todos sus congeniares.
 Mi desgracia es que en la modernidad esta, pocos rinden
 Pleitesía a tal comportamiento de hombre que sabiendo que
 Es terco, se permita seguir siéndolo.
 
 
 Aguadulce, septiembre de 2009
 José María de Benito
 
 
 
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