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Amigos

Mientras caminaba a la casa de su amigo. Alfonso Letelier, el músico enojado con la vida, pensaba en lo patético que son los niños que hacen malabares para los automovilistas. Entró a una licorería a comprar ese fino escocés que tanto consumía en casa de su amigo Néstor.
Ya en la puerta de la casa de su amigo, hizo un mohín despreciativo al ver las condiciones en que se encontraba esa casa tan majestuosa en otros tiempos. Su amigo, autodefinido como “hombre de letras”, había transformado esa casa en un “cuchitril kafkiano”, por mero antojo.
Néstor acudió a abrir la puerta; saludó a Alfonso fríamente: un movimiento de cabeza, nada más.
-Traje un wiskey- dijo el recién llegado con igual frialdad.
-Ese trago es carísimo.- hizo una pausa con aire de reproche -¿no te acuerdas cuando tomábamos jote en pelela y decíamos “nunca vamos a dejar el jote”? Cambias con poco Alfonso.
Cuando hablaban, empezaban discutiendo y terminaban peleando a gritos, si es que no dormidos por el licor. Pero eran amigos desde los trece años, crecieron juntos. Ambos sabían demasiado del otro como para “mandarse a la mierda por tonteras más tontas que nosotros mismos”.
Se sentaron en el living de paredes y muebles azules. Néstor prendió un puro, mientras Alfonso llenaba, con un poco de wiskey, un par de vasos ubicados en la mesa de centro. Bebieron. Se miraron sus secas e inexpresivas caras por unos minutos. Letelier tomó la palabra.
-Leí tu texto. ¿Qué le va a importar a la literatura, que tu pelo rubio ceniza se vuelva más oscuro? No sé qué pretendes con escribir un compendio de lo que te gusta y no te gusta del mundo. A todos nos molesta algo, por supuesto. Pero no se consigue nada con hablar, hablar y hablar; o escribir, escribir y escribir. La literatura tiene que ir más allá; tiene que ir a producir sensaciones, conocimiento intelectivo, actuar en el lector, moverle la máquina… no sé. Tus escritos son unos caprichos. Como los de Paganini, pero con la diferencia, que Nicolo tenía técnica, y en tu supuesta literatura no hay técnica por ningún lado. De todas maneras, la literatura en general no tiene técnica, así que por ende, no hay virtuosos de la técnica. Mejor es que te dediques a tus clases y a ver si alguna de tus alumnas se quiere casar contigo. Porque nunca una editorial te va a comprar los derechos de estas basuras. Me escuchaste: nunca.
Néstor siempre tranquilo, escuchó el sermón de su amigo. Aspiró su cigarro, botó el humo, tomó un sorbo del wiskey, se rascó la barbilla y dijo:
-Es muy importante la cabellera. A los aqueos de larga cabellera y en particular al rubio Menelao, les debemos la guerra de Troya. Sin guerra de Troya, no hay Iliada ni tampoco Homero. Sin Homero no hay Odisea. Y, finalmente, para no ir más lejos, sin cabellera no hay literatura en occidente. Sin literatura, no hay Kerouac ni tampoco su librillo de locos por el jazz; entonces tú, idiota, no te haces músico de jazz. Todo es literatura, porque literatura no es más que lenguaje hablado. Y para tu profunda tristeza, lo único que hacemos es hablar con lenguaje oral, si es que no te diste cuenta. Allá tu con tus ideas de conocimiento intelectivo y percepción de la obra de arte. Yo escribo lo que a mí me importa porque todo importa, todo apunta a lo mismo. Además sigo creyendo en que una editorial me va a comprar los derechos de todo lo que tengo escrito y todo lo que voy a escribir. Me voy hacer millonario, y tú, me pedirás limosna, puesto tu miserable banda de jazz es un fiasco, y a esas alturas, ya te habrán despedido de la big-band-para-exclusivas-fiestas-bailables. Ahora te vas de mi casa.
Alfonso terminó su vaso de wiskey, lo dejó violentamente sobre la mesa de centro para pronunciar:
-No me voy a ir, porque tengo que esperar hasta las tres de la tarde para ir a la consulta de mi terapeuta- dijo con enorme templanza y seguridad.
Néstor lo miró furibundo.
-Entonces toma esa trompeta vieja que una vez dejaste por ahí, y practica… Puede que llegues a ser un virtuoso de la trompeta que… - Lo interrumpió Alfonso.
- Momentito. Soy trombonista.
-Poco importa, lo que toques suena horrible. Por eso ninguna mujer se te acerca y vas todas las semanas al psicoterapeuta.
-Ahhh ok. Habló Erza Pound, el que todo lo sabe.
-Si, lo sé todo. A propósito debo preparar una clase de ese tipo, por favor necesito estar tranquilo: sal de mi casa- dijo esto como si estuviese dispuesto a echarlo a palos.
-No me voy a ir, es recién medio día y necesito esperar hasta las tres. Además nunca en tu vida haz preparado una clase, lo que hace que tus amadas alumnas te detesten.
Hubo un silencio tenso que interrumpió Néstor.
-¿Cómo se llama tu terapeuta?
-¿Quieres ir? No te vendría nada mal.
-No, de ninguna manera, sabes muy bien el juicio que me valen los profesionales de la mente. Sólo quiero verificar cuan fácilmente viola el “secreto profesional”. ¿Por qué mejor no vas a hablar con el cura de la iglesia de le esquina? Te va a decir un par de lugares comunes, pero no te cobrará, y quedarás igual de equilibrado. Encima dices que tu terapeuta lo mejor que pronuncia es “Mmmm… entiendo”… Te lo digo por tu bien, te gastas hasta la cuenta del gas, pagándole al “Sr. Mmmm… entiendo”.
-Lo necesito- repuso Alfonso con un tono insoportablemente grave y solemne.
-Búscate una mujer, por último arriéndala… ¡Viva el libre mercado!
El tiempo siguió. Variaron sus tópicos; Charlie Parker, Lester Young, Coltrane, glamm rock de los 80’s, Kazantzakis, Groucho Marx, Playboy TV, el tiempo y la nueva vecina de Néstor; entre otras cosas.
Fueron las dos con treinta y cinco minutos. Extrañamente no estaban peleando. Néstor hablaba con grandilocuencia y gesticulaba caricaturescamente.
-…Entonces así dicen como Pound coescribió con Eliot, Wasteland.
-A pesar de sus The Cantos, siempre he pensado que Pound era un fascista delirante. Era muy cercano a D’annunzio y a todos esos italianos locos… Bueno. Gracias y no gracias por lo dado, debo ir a mí cita con el terapeuta- dijo Alfonso satisfecho.
-Muy bien; ve, y rápido. Ahhhh! Como favor de amigo. “Mejórate” pronto.
Se pararon y fueron a la puerta de calle. Se despidieron con la misma frialdad del saludo.

Texto agregado el 05-06-2004, y leído por 272 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
12-02-2005 mmmmmmmmmm entiendo. Me hizo gracia eso. SIN literatura no hay kerouac, porque lo dices??????? kieres decir k kerouc no es un escritor nato, sino k se hizo de todo lo t k se zampo leyendo, yo tambien lo pienso. Lum
14-06-2004 mmmm... hinestablo
07-06-2004 ¡I can't believe it! Un agrado encontrarte por este lugar!. Me pareció muy buena la atmósfera de tensión con los amigos. Además cada personalidad está muy bien definida. Un abrazo grande José Miguel! ahhhh, tienes media abandonada la bilbioteca!!! Vaya pues y conversemos un rato sobre los cuentos, las casualidades, las coincidencias! carolala
07-06-2004 ¡I can't believe it! Un agrado encontrarte por este lugar!. Me pareció muy buena la atmósfera de tensión con los amigos. Además cada personalidad está muy bien definida. Un abrazo grande José Miguel! ahhhh, tienes media abandonada la bilbioteca!!! Vaya pues y conversemos un rato sobre los cuentos, las casualidades, las coincidencias! carolala
 
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