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Un adieu

Veinte años, Contaban a partir de ese día, había llovido tenuemente sobre toda la ciudad y era un domingo y era un 30 de agosto.

Ella se levanto de la cama con la humanidad hermosa que la vida le había dado durante ese par de décadas y abriendo sus ojos preciosos (verdísimos) vio el par de perros que cariñosos como nunca parecían decirle feliz cumpleaños; Zambo y Negro se llamaban, Zambo un pequines que se trenzaba entre sus piernas obstaculizándole el camino y Negro un bellísimo labrador que mordisqueaba la bata vieja que usaba de pijama, con cada mordisco le ampliaba el escote dejando a la vista un par de pequeños y redondos senos de enorme sensualidad.

Entre dormida se acerco a la cocina donde su madre le regalo una sonrisa mientras asaba sendas arepas –hija mía…- con los ojos contentos. Feliz día, que Dios te bendiga… Acto seguido la abrazo con una fuerza descomunal que le hizo doler las costillas, ella le contesto con una sonrisa apurada y un beso a la mejilla, mientras sorbía su nariz flemática y se deshacía de los brazos que aun la tenían cautiva y se deslizo silenciosa hacia la sala donde tomo el teléfono y marco a su padre.

-Hola pa- Fueron las primeras palabras que pronuncio ese día, y al otro lado una voz ensoñada (adormecida) respondió:

-querida ¡¡ojitos lindos!! ¿Cómo despierta la más tierna cumpleañera?- con parsimonia y lentitud. Bien… papito, bien.

Luego, un silencio lo bastante corto para no acabar el dialogo, pero lo bastante largo para demostrar la falsa intención de la llamada; mas ambos ya acostumbrados a una relación telefónica (vivían en la misma ciudad, pero nunca se veían) continuaron en el sinsentido telefónico. ¿Y tus hermanos? ¿Cómo están? –otra vez su respuesta corta y desinteresada- bien pa. Una voz lejana, casi cansada con un pensamiento en la cabeza ¿para que le llame? Si bien la respuesta era obvia, sencilla, buscaba, rogaba cariño.

Unos silencios más, unas preguntas por salir del paso, sin razones sin importancia. ¿Cómo están los perros? ¿Aun tienen “cancha”? ¿A Negro se le fueron ya las pulgas? ¿Les funciono la receta del aceite de carro quemado? Un beso en el teléfono y un hasta pronto lejano… finalmente el aparato posándose suavemente sobre la base y el sonido de sus pies descalzos rozando la alfombra.

Su cumpleaños, ella y su soledad absurda, ella con su alma únicamente, con su tristeza, nada más que ella, sin abrazos de su madre ni besos en el teléfono, sólo sus ojos hermosísimos y ella.

Fue a la ducha, su cuerpo sin bata, sus senos rígidos por el frío, sus nalgas bien torneadas y sus piernas delgadísimas como brazos con plantas en ves de palmas… se observa a lo largo en el espejo, se afea, se siente demasiado flaca y al final se encuentra enfrentada con su mirada increíble.

Ya bajo el agua helada y punzante recuerda que no llevo consigo una toalla, toma el jabón entre sus manos y se jabona los pechos y las axilas, su vientre plano y su pubis con vello reciente y dorado, suspirando rememora… aun piensa en el pasado, aun ama a alguien que no le ama, su mente decidida estaba a olvidar, pero su corazón que por dos décadas no ha parado de latir abriga un fuego apasionado y su piel y su cuerpo inconcientemente alimentan un deseo que nace en sus pezones y allí, en su bella flor. En medio de las piernas.

Con un grito de voz ronca llama a su hermano, lo suficientemente fuerte para cruzar el ruido del agua que descendía en el inodoro, la puerta del cuarto de baño, la sala y la puerta de la habitación de este, que presto corre a responder al llamado.

Pide dos toallas, una corta que envuelve su cabello rubio y otra larga que oculta su desnudez, sale así ataviada y acto seguido coloca su ropa interior baja: una tanga de niña, que mojigatamente protege sus nalgas y su sexo, se sienta en la cama que tibia todavía invita al sueño de nuevo, y mientras se empaca en un estrecho “jean” con actitud seria repasa las acciones del día, se viste totalmente, una camisa blanca de cuello rojo que anula sus formas y una chaquetilla marrón. Toma el bolso inolvidable de todos los días, toma la mano de su hermano y sale rumbo a la escuela dominical donde el practica el fútbol.

* * *

Dos semanas atrás; alguien, una nueva persona. Dos meses antes otro le había dejado, pero conocer a este no era garantía de olvidar a aquel. Fue una noche, una noche de jueves, fría, típicamente bogotana, ella sentada solitaria en el improvisado “campus”; caminando solitario también el mientras peina su barba, se acerca, le habla, le conversa, le convida una cita, una conversación simple, casi superficial (como un sueño) un adiós hasta el viernes y el sigue su camino con una ilusión.

Ella no sabía quien era el, el tampoco sabia donde estaba parado, cosas en común quizás si compartían: la misma carrera, algunas pasiones conllevadas, la misma soledad profunda, pero antagónicamente. El había dejado a alguien dos meses atrás, el estaba solo, preso en la misma celda, en la misma soledad absurda aunque su caso era una soledad deseada casi construida.

Finalmente llego viernes, ella corría al cuarto de baño del “campus”, el salía de la clase y se cruzaron; mas no se dijeron nada, apenas un saludo con la mirada, apenas un ademán con las manos, ella siguió con prisa a lo suyo en el gineceo, el continuo una conversación cortada.

Minutos escasos después fuera de la academia volvieron a encontrarse, el que se despedía a prisa de alguien y luego corría a ella para terminar aferrado a su brazo suavemente sintiendo la textura de un dulce abrigo y le dijo, le recordó, le hablo de la cita y juntos caminaron desamparados en la noche a un bar.

Hablaron de lo divino (ella), de lo humano (el), de Dios (ella), del Demonio (el) y entre el lío del licor se besaron las bocas varias veces aunque no demasiadas para el que acariciaba su espalda bajo las ropas. Ella sintió lujuria en el. Luego lloro como una pequeña arrepentida de robar un dulce y corrió a casa en un autobús.

Toda acción crea un sentimiento, y en el era vago e impreciso, ella talvez no sabia que sentir y al final todo se trunco por la intensidad desbordada de una llamada al teléfono, más si bien, todo acabo en ellos (ambos) como espinas en la maraña seca seguramente pensamientos (así sean ligeros) quedaron en sus mentes, más en la de él que acompañando a estos tenia un candoroso ideal que hubo de romper con su corazón adentro, ya se dice igual que uno no se enamora de otro, se enamora del ego propio, uno se enamora de uno, de las idea que tiene de ella en la cabeza.

* * *

Ya eran las cuatro, su hermano ya la practica de fútbol había concluido, ya un almuerzo familiar había celebrado su día (el de su santo). Ya se diluía su cumpleaños en las horas inclementes que no se detienen; ella tomo un lápiz, tomo una hoja, se sentó en el comedor donde antes degustara el tentempié y pensó en escribir, mas las palabras se atoraban en la mente, sus manitas frágiles no actuaban y una tristeza la invadió, esas tristezas que aprisionan el pecho y hacen llorar sin motivo, las mismas que mueven las manos suicidas, las mismas que llevan al deprimido a la orilla del arroyo con una botella de licor en el regazo.

A veces, cuando no hay amor hay que seguir de largo, ¿pero que es el amor?

Aquí nunca se sabrá que hubiera ocurrido allí, entre ella y el, nadie se manifestó, nadie cedió (tal vez el un poco, pero no quiso rogar cariño), ninguno volvió ha hablarle al otro, casi se podía sentir un rechazo, pero el mundo es muy grande y si dos almas no se quieren encontrar no tienen que irse a la esquina del globo cada una. A menos de un metro y en sus mentes y pensando en personas indicadas están a kilómetros de aquel.

Ella desistió de escribir. Se sentó a esperar una llamada que no llegaría, un sobre que no entraría en el buzón, una mirada que no cruzaría sus ojos preciosos (verdísimos). Y llego la noche y así se fue su cumpleaños, así se fue una persona de las muchas que pasan a diario en la vida.

El pensara ahora en ella, pero la siente lejos… tan lejos que no quiere ir detrás, aunque se moriría por un beso de su boca.

* Simón Santiago Jacob Camus.












*Seudónimo Del Autor, Byron Matallana Ruiz.

Texto agregado el 01-10-2009, y leído por 143 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-10-2009 Que bonito... al final uno no sabe con cual de los personajes se identifica... *****... PD: Gracias por tu mensaje (me hiciste sonrojar ^o^) Chau abita
01-10-2009 Es una buena narrativa que se deja llevar, que capta el interés con buenas descripciones y acertadas imagenes. Me gustó, no obstante pienso que está un poco flojo al final, donde dada la calidad de la historia una espera un desenlace distinto. Fue un placer pasar a leerte. ***** susana-del-rosal
 
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