Yo ahora no tengo
a quien pedirle
que me tienda una mano.

Y cuando te fuistes,
las palabras dejaron de
existir y pedirte
que me dejarás
porque las manos
siempre quisieron
ahorcarme,
y tu con las tuyas
atinaste a salvar
mi vida de papel.

Y ahora que no
estás, ahora
que el silencio es
eterno, ahora que
tus manos no pueden
salvarme del
miedo, de la pena,
dime

¿a dónde pertenezco
ahora que se
que no tengo familia?

Soy la hija del
olvido, la reina del
silencio.

Y tengo miedo
de decirte adiós
porque al desprenderme
de tu recuerdo

me desprendo de
lo único que me ata a
la vida.