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Un lugar cerca de ti (capítulo 7)


Reconocer a Bertha no causó mucha extrañeza en Patricia considerando la cadena de misterios que aquella mujer arrastraba. Pero sí despertó el instinto de conservación, de manera que forcejeó para tratar de liberarse. Por un momento estuvo a punto de lograrlo, mas su atacante le superaba en fuerza, sin duda acostumbrada a trabajos más duros que los desempeñados hasta entonces por la periodista.

Patricia fue sometida y acorralada entre las rocas húmedas. Aterrada, miró el rostro de Bertha a escasos centímetros. Quería gritar, pero no podía, se lo impedía aquella mano que apretaba con fuerza desmedida sobre su boca.

Bertha recargó su cuerpo sobre el cuerpo de Patricia impidiéndole así cualquier movimiento. Ambas mujeres estaban agitadas por el esfuerzo.

--Tranquila... Patricia tranquila, no soy yo quien te persigue. Estoy aquí para ayudarte a escapar. Ambas corremos mucho peligro, necesitas tranquilizarte para que podamos salir de esta.

Bertha le hablaba en voz muy baja, casi al oído para evitar cualquier ruido.

--Te voy a soltar, pero necesito que no grites, que no hables, no trates de escapar, confía en mí. Debemos salir de aquí cuanto antes, el hombre que te persigue no dudará para asesinarnos, luego ocultaría aquí nuestros cuerpos. ¿Me prometes que no gritas si te suelto?

En un estado de confusión extrema, Patricia asintió con la cabeza.

--¿No intentarás escapar? ¿Confías en mí?

De nuevo asintió, a fin de cuentas sentía que le faltaban las fuerzas hasta para sostenerse en pie, ¿cómo pensar en escapar?

Con desconfianza, Bertha comenzó a liberar la presión sobre la boca de Patricia, fue hasta que se convenció de que no gritaría cuando terminó de soltarla, luego aflojó la presión que ejercía sobre su cuerpo.

Sentirse libre fue un alivio que le devolvió las esperanzas perdidas al verse derrotada. Con voz atropellada y agitada, con lágrimas en los ojos, preguntó:

--¿Qué está pasando? Necesito que me des explicaciones ¿por qué todo esto?

--Te las daré todas, ten calma, por ahora lo que tenemos que hacer es salir de aquí cuanto antes, sólo sígueme, no te sueltes de mí, iremos a oscuras hasta estar seguras de que aquel hombre no verá la luz de la lámpara.

Bertha comenzó a caminar hacia uno de los túneles, pronto se acabó la poca iluminación que entraba por el respiradero y la oscuridad fue total. Patricia caminaba dando traspiés, aferrada con las dos manos al brazo de su guía, quien avanzaba con mucha seguridad tomándose de las rocas como referencia, avanzaba con la seguridad que da el conocer el terreno que se pisa.

La humedad era cada vez más intensa. Entre las fuerzas perdidas, el miedo que sentía y la falta de aire fresco, Patricia estaba a punto de desfallecer, pero por nada soltaría el brazo de Bertha, seguiría adelante, aún cuando ello le exigía un esfuerzo sobrehumano. Una extraña presión oprimía su pecho. Percibía horribles ruidos como de aleteo, pero supuso que sería mejor no pensar en lo que los producía, ya tenía bastante.

--Necesito descansar...

--Imposible, debemos seguir, haz un esfuerzo, estamos cerca.

Aún cuando Bertha daba muestras de conocer el terreno, no faltaron algunos trompicones con las paredes del túnel que parecía estrecharse. Patricia no alcanzaba a comprender cómo era que su acompañante podía guiarla en aquella oscuridad.

En un momento dado, Bertha encendió la única lámpara de que disponían, fue un alivio mirar el entorno.

--Creo que ya podemos encender la luz, ya falta poco, en breve podremos salir de aquí.

A partir de ese punto resultó más sencillo y sobre todo más rápido el avanzar. Patricia seguía en silencio, no quería gastar el poco aliento que aún le quedaba en hacer preguntas. Cuando percibió con los oídos un sonido como de lamento prolongado, lejos de asustarse sintió gusto al recordar aquella mala experiencia vivida en su primera visita a la mina. Sin duda sería su salida hacia el mundo exterior.

Y no se equivocaba, unos pasos más adelante la oscuridad no era tan negra, ligera penumbra les ayudaba a caminar aún sin la lámpara. Hasta percibió una ráfaga de aire fresco.
Volvía a la vida, resurgían las esperanzas cuando Bertha se detuvo y señalando hacia las alturas le dijo.

--Allí está, por allí saldremos.
La alegría que Patricia comenzaba a experimentar se convirtió de golpe en angustiante decepción. Frente a ella, un muro vertical, con apenas algunas salientes de roca, y a unos 15 metros de altura estrecho boquete que permitía la entrada de luz y de aire fresco. Tal era el panorama.

--¿Y cómo se supone que vamos a llegar hasta allá?

--Escalando el muro

..¿Cómo?

Los ánimos de Patricia se desplomaron.

--No sé tú, pero qué te hace suponer que yo podría trepar por allí como cucaracha.

--Podrás, ya verás que podrás, sólo sígueme. Tus dedos y las puntas de tus pies no te dejarán caer, todo está en saber dónde los apoyas. Una vez que tomes confianza vas a ver que no es tan difícil.

--¡No! Ni siquiera lo voy a intentar, no llegaría ni a dos metros de altura. Busquemos otra salida.

--Es que no la hay, al menos no tenemos oportunidad de buscarla, Hace rato que vengo escuchando ruidos detrás de nosotras, sin duda es el hombre que nos persigue, es buen rastreador, encontró nuestra pista y apenas tenemos tiempo para escalar este muro. Lo puedes lograr, sólo es cuestión de mantener tres puntos de apoyo. Tres, mientras el cuarto busca arriba el siguiente donde aferrarse. Recuérdalo, siempre mantener tres puntos de apoyo, por estrechos que sean y no vas a caer. Y por nada del mundo mires hacia abajo, mantén la mirada arriba.

La cabeza de Patricia daba vueltas y en su estómago había una sensación de vacío. Pensó que afortunadamente no había desayunado aquella mañana, de lo contrario estaría dejando una buena pista a su perseguidor.

--Cómo sabes que nos sigue, yo no he escuchado nada...

--Sé reconocer cada sonido de estas cuevas, sé que nos sigue de cerca.

--¡Dios! De nuevo los misterios ¿pero por qué conoces tan bien todo esto?

--Vamos, queda poco tiempo, lo puedes lograr, sólo recuerda muy bien mis instrucciones y síguelas al pie de la letra. Voy por delante para darte confianza, fíjate en dónde me apoyo y has lo mismo.

Sin más, Bertha comenzó a buscar salientes de las cuales aferrarse para escalar. Patricia tenía dos opciones, quedarse allí, sola, o intentar alcanzar aquel boquete. Tomó aire por la nariz hasta llenar sus pulmones, luego lo soltó lentamente por la boca, lo hizo tres veces y miró a Patricia pegada al muro a unos tres metros de altura. Se sintió más relajada y con la lección intensiva de cómo escalar muros pensó por primera vez que podía lograrlo.

--Vamos Patricia es hora de seguirme. Mantén esta distancia conmigo.

--¿Piensas que podría alcanzarte? Descuida, tienes ganada la carrera.

Al principio no resultó tan difícil, alzó los brazos y buscó dos salientes que le daban buen apoyo, luego un pie, el otro. En la posición que quedó no tenía más que buscar con un pie algún apoyo más arriba, fue fácil encontrarlo, siguió el otro pie. --Tres puntos de apoyo –se repetía constantemente. Tocaba buscar con las manos. Primero levantó un brazo, luego el otro. Comenzaba a sentir seguridad, pero pensó –claro, a medio metro de altura...



Seguirá la próxima semana, queda poco, no desfallezcan


Texto agregado el 22-10-2009, y leído por 280 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
26-10-2009 Jejeje, al final va a resultar que es buena. Me cachisssss..... Un placer leerte, como siempre. currilla
25-10-2009 ¡Caramba! Qué voy a desfallecer, pero si estoy entusiasmada leyendo. Eres un escritor de primera, amigo, de primera. maravillas
23-10-2009 Agggghhh moriré en la mina de la curiosidad!!! Magnífico cuento,Genial!!! ***** MariBonita
23-10-2009 Pensé que terminaba...todavía queda una semana para saberlo¡¡¡Cuánto tiempo!!! pero también para seguir disfrutándolo.´***************** almalen2005
22-10-2009 Tres puntos de angustia, amigo. Muy buena la historia. Seguimos en vilo, pero no importa, te seguiremos hasta el final; y... ¿quién es el hombre? ¿Existe? Uhmmm... esa Bertha sigue sin gustarme. Esperaré ansiosa la semana que viene. ¿Podrías adelatandarlo? Un abrazo. Sofiama
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