¿Un descanso eterno?
¿O sólo un reencuentro?
¿Qué descaro es éste?
El misterio está perplejo,
Escondido por el cielo
Y susurrándonos al oído
Que el viaje se aproxima,
A la velocidad de la luz
Los boletos son designados
A cada cual curioso en la espera
Del premio delirante.

Canales de lágrimas
Respiran y nacen elegantemente,
Caminando a paso lento acelerado.
Nos esperan con sonrisas tajantes,
Impregnadas de calor humilde y
Roseadas como por regadoras
De papel marchito azulado.

Un viaje sin final, sin retorno,
Que para algunos incrédulos
Es la monotonía hecha carne y huesos
Que se cala para hacer sentir al soberbio.

Residuos de historias se van sembrando,
Dando frutos de recuerdos apaciguados,
Ignorados y dorados como monedas
Ya pasadas por los años, como
Estaciones reguladas naturalmente
a la melodía del viento introducido de colores.

El paraíso soñado dónde se espera llegar,
La estación final,
Un humilde hogar, secretado de sencillos ojos que vislumbran
La mirada del último pasajero.