| Mi compañera.
 B. Sábado por la mañana.
 
 Al dia siguiente, me desperté un poco temprano, viendo que Loua seguía dormida, me lavé, me vestí y llamé a recepción para que nos subieran el desayuno.
 No quería perder más tiempo durmiendo, quería vivirlo con Loua en todo su explendor.
 Me tumbé en la cama junto a ella, esperando a que el servicio de habitaciones nos subiera el desayuno y al mismo tiempo, a que Loua se despertara.
 La observé, miré lo hermosa que era desnuda, sin querer comencé a tocarla, no me dí cuenta en verdad de lo que estaba haciendo, jugaba con mis manos suavemente, la besé, Loua se movió un poco, continué besándola con dulzura, Loua gimió con sensualidad y abrió sus grandes ojos negros.
 Me miró y me dijo: 'Buenos días cariño, ¿ has dormido bien ?, ¿ qué hora es ?'.
 Tendí mi mirada azul sobre sus ojos y la dí un largo beso.
 Después respondí a las preguntas de ésta: 'Buenos días Loua, he dormido muy bien y son las 9:00'.
 '¿ Las 09:00 ?, ¡ ohh Amaris querida ! déjame estar un poco más, anoche nos dormimos muy tarde, ¿ no tienes más sueño ?'.
 'No, además quiero aprovechar este fin de semana contigo, vamos a dar un paseo por la montaña, conozcamos un poco todo esto, perdámonos las dos en este paraje salvaje, hagamos el amor entre la naturaleza del mismo, ¡ ah por cierto ! , he pedido que nos suban el desayuno'.
 Loua no dijo nada más, Yó a veces era cómo una niña mimada, Loua miró hacía la ventana, la luz del sol brillaba.
 'Está bien, de acuerdo, me daré una ducha, desayunaremos y nos iremos a dar una vuelta. Espero que haga mejor día que anoche, menudo frio hacía hasta que entramos aquí'. Dijo Loua soriéndome.
 '¡ Siii, bien !, vamos a la montaña', dije riendo, respondiendo a la sonrisa de Loua.
 Trás la ducha de Loua, el servicio de habitaciones llamó a la puerta, entrando el desayuno en la habitación.
 Unas vez desayunadas, nos vestimos con nuestros calcetines gruesos, nuestras botas montañesas, nuestras bufandas, nuestros pantalones de algodón, nuestras gafas de cristales amarillos y nuestros anoraks.
 Tampoco olvidé mi camara digital, quería guardar algunos de esos momentos en la montaña con Loua para la posterioridad.
 Salimos por la puerta de la residencia a descubrir el lugar, en un sutil tú y yó, agarradas de la mano, perdiéndonos en aquél espacio blanco de soledad y libertad.
 
 Escrito por Carlos Them
 
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