Hazte de noche 
sonrisa mía, 
hazte de día, 
 
de amanecer, 
 
de atardecer, 
 
hazte lluvia pequeña 
y locuaz, 
divina sonrisa. 
 
Para que al aclarar 
el alba de sus designios 
florezcas en sus  
manos de cálido  
lirio, 
de azucena marchita, 
de olvido repentino. 
 
Hazte de noche, 
y amanece entre las 
sábanas extracorpóreas de  
la muerte, 
 
hazte de día y 
suspira en nuestras 
manos conjuntamente 
separadas de  
la vida. 
 
Y aclarece con los 
pechos divinos de  
afrodita, 
 
oscurece con las manos 
de un adonis genuino 
de poesía, 
 
hazte ángel y en  
el umbral de la puerta 
de mi cuarto sopesa 
la sonrisa de tu cuerpo 
deseado por las flores, 
 
seré canción y las 
palabras corromperán mi  
silencio, 
 
vetusto cuerpo de 
legados oscuros 
de felicidad, 
 
vendrás aquí y  
juntos, 
tú y yo, 
ángel muerte, 
 
diosa vida, 
 
cantaremos al  
amor de una pareja 
de lluviosas nubes.  |