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Capítulo 13

En alguna parte de Kyoto

- Me humillaron, Makoto… Lo hicieron- lloraba la mujer - ¡Quiero vengarme!

- Calma, calma- decía el aludido en un tono casi paternal- Ya tendrás tu venganza, pero todo con calma.

- Quiero vengarme- seguía llorando, como si no hubiese escuchado nada de lo que dijo el hombre.

- Claro que sí- proseguía él- Ese tipo, Sanosuke, pagara por lo que te hizo, Yumi, pero todo a su tiempo… Ahora hay algo que tienes que ver. Ven.
Y llevándola por una estrecha cueva, llegó a un claro extraño, distinto… Donde se escondía el gran secreto de Shishio.

- Míralo… No es una belleza- le dijo mostrándole la extraña máquina- No será el Golem que tanto deseábamos, pero créeme que es mil veces mejor y es todo nuestro… es todo tuyo.

- ¿Quieres decir?

- Quiero decir que tú lo manejarás… Llegado el momento podrás tener tu venganza.

- Oh, Makoto- la alegría inundaba el corazón de Yumi y en un estrecho abrazo le demostró a Shishio Makoto todo su amor.

En Ciudad Edo

Yahiko estaba en el patio del cuartel tomando el sol de la mañana, ya no parecía estar perturbado por tener que pasar los días juntos con los Koto Hajime Ryû (mucho había tenido que ver Tsubame en ese estado de ánimo) Aunque por otro lado, la vida con su compañero de cuarto, Sanosuke no era precisamente miel sobre hojuelas.

- Buen día, Yahiko- saludó una voz animada, era el capitán, Kenshin.

- Capitán- dijo Yahjiko haciendo el ademán de ponerse de pie.

- No, por favor, relájate… No estamos en servicio ahora- de hecho Kenshin andaba vestido con un atuendo simple y cargaba su shamisen a la espalda.

- ¿Oh, usted toca shamisen?

- Sí, mi madre me enseñó cuando era pequeño.

- Mi madre solía tocar shamisen. Era una hermosa geisha dueña de un prestigioso salón de té en Gion, en Kyoto.

- Oh, vaya, mi madre también perteneció a ese distrito… Bueno hace mucho tiempo. Viví con ella hasta que murió luego mi padre me trajo al cuartel a entrenarme.

- Sí, lo mismo me pasó a mí…. Era una mujer muy hermosa y sabía tocar el shamisen como nadie… ¿Puede tocar algo?

- Por supuesto.

Y así Kenshin y Yahiko pasaron su mañana cantando Koutas con la bella melodía del Shamisen, recordando a sus madres, bellas geishas de Gion quienes se convirtieron en amantes y esposas de los restauradores Meiji que se juntaban en las casa de té de Gion a planificar los tiempos venideros y la revolución.

- Kenshin- el llamado era de Kaoru. Kenshin detuvo su shamisen y así escuchar lo que quería su hermana menor.

- Hola, Kaoru- dijo él con una encantadora sonrisa.

- Capitán- saludó Yahiko también con una sonrisa, aparentemente el shamisen le ponía de buen humor.

- Hola, Yahiko- dijo ella- ¿han estado acá toda la mañana?

- Sí, hemos estado acá… Recordando a nuestras madres… Sabías que la madre de Yahiko también fue una geisha de Gion- dijo Kenshin alegremente y dirigiéndose a Yahiko añadió- Kaoru es una experta conocedora de las geishas de Gion, de hecho escribió un libro sobre la influencia de estas mujeres en la Restauración.

- No exageres, fue sólo un ensayo- dijo ella algo enrojecida.

- No exagero.

- Mi madre fue una de las más importantes- dijo Yahiko- tal vez la conozca, Sakurako III.

- ¿Ella era tu madre?- dijeron los dos.

- Sí.

- Ella fue hermana menor (onechan) de mi madre- dijo Kenshin- Sakura II.

- No lo creo- dijo Yahiko.

- Kenshin- dijo de pronto Kaoru, interrumpiendo la conversación- Vine porque Saito ha estado preguntando por ustedes toda la mañana. Me pidió que les avisara que cuanto antes se presenten en su oficina… Creo que hay novedades.

La mirada de los dos jóvenes mostró un cambio seguro de humor.

- No me miren así- dijo Kaoru con risa- Sólo recibo órdenes de mi superior.

- Vamos a ver qué quiere el papanatas de Saito- dijo Yahiko con burla, sorprendiendo a Kenshin y Kaoru, nunca habían escuchado a alguien hablar de Saito en esos términos.

Y apurando el paso, se dirigieron al despacho de Saito.

- Hay novedades- dijo escuetamente- Los Oniwabanchu se han comunicado y aseguran que Shishio está con su gente refigiados en el monte Hiei en Kyoto.

La mirada de los tres jóvenes se endureció. Por cualquiera que fuera el motivo, los tres odiaban a Shishio y su gente.

- Cuándo partimos…-dijo Kenshin, pero Saito lo interrumpió.

- Todavía no sabemos la localización exacta del cuartel, así es que esperaremos hasta tener mayores antecedentes, por mientras estamos contactados con los escuadrones de Okita y Okubo en Kyoto que los mantendrán vigilados.

Por un momento Kenshin quiso protestar la falta de acción, pero Saito rara vez erraba sus juicios, por lo que decidió, a último momento, guardarse sus opiniones.

- No hay más novedades- dijo escuetamente el comandante- Informen a sus escuadrones y continúen con sus rutinas.

- Sí, señor- saludaron los tres y salieron del despacho.

Ninguno hablaba, parecía que de pronto los tres eran extraños entre sí. Era como si de pronto sus propias iras y sus propios problemas los hubiesen sacado de este mundo de vivos. Sólo la voz de Sanosuke los sacó de su ostracismo.

- YAHIKO!- cuántas veces debo decirte que no voy a recoger tu ropa del suelo y que esta pieza se mantiene ordenada, carajo!

- Si quieres orden, tendrás que hacerlo tú, por qué no se buscan una criada en este cuartel.

- Yahiko- dijo Kenshin- acá mantenemos el orden de nuestras habitaciones para mantener la disciplina, debes acoplarte a esa regla.

- Sí, señor- dijo el muchacho dándose cuenta que era una regla general y no siutiquería de su compañero de cuarto.

Y habiendo escuchado a su capitán, Yahiko se fue a poner orden a sus cosas.

- Es un buen muchacho, muy inteligente, pero le falta un poco de disciplina- dijo Kenshin mientras observaba a Yahiko desaparecer por la puerta de su cuarto.

- Aprenderá… Todos llegamos siendo bastante desordenados- dijo Kaoru, con una sonrisa- Ven, vamos a decirle a los demás lo que nos han contado.

Ciudad Edo, medianoche

El sonido del tren transporte no alertó a nadie en Ciudad Edo, menos cuando la mayoría vio que llevaba la insignia del Cuartel Koto Hajime Ryû. Era normal que a esas horas de la noche llegaran pertrechos y gente al cuertel por esa vía, es por ello que cuando atravesó el territorio de Koto Hajime Ryû, nadie vio venir lo que se avecinaba.

- Estamos dentro- dijo una macabra voz femenina.

- Bien- contestaron al otro lado de la radio- Pon el plan en marcha Yumi, es hora de tu venganza.

Con un ensordecedor ruido que alertó a los guardias de campo, el tren transporte dejó de tener forma de locomotora y poniéndose verticalmente a la línea férrea, de pronto era un impresionante mecha, listo para lanzar un ataque masivo con cañones, lanzallamas y cohetes. No había tiempo de escapar y sólo unos segundos antes de que el mecha se lanzara con todo en contra del cuartel, sonó la alarma general… Ni Kenshin, ni los demás podían creer lo que veían tras las ventanas de sus cuartos y sin poder colocarse el uniforme de combate corrieron hasta sus robots para un inesperado enfrentamiento.

Yahiko, quien despertaba a Sanosuke con un buen golpe, le indicó al Tori Atama, como lo llamaba, que eran víctimas de un ataque.

- Vamos- dijo el muchacho- Ese mecha es capaz de destruirlo todo… Espero que mi Golem y ustedes seamos capaces de detenerlo o no habrá mañana.

- JAJAJAJAJA! Pensaron que se librarían de Yumi? Pues ahora prueben su furia y la furia de Rengoku

Texto agregado el 30-10-2009, y leído por 137 visitantes. (1 voto)


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