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(In memoriam)

Había pasado poco tiempo desde la última desilusión, la depresión que tenia a cuestas era formidablemente pesada. Recuerdo como un día de tantos, me desperté como a las 9.00 de la mañana, desayuné un poco de cereal y me volví a acostar, pues según yo, seguía teniendo bastante sueño… Lo peor del caso era que el hambre me hizo despertar, entre cálculos matemáticos y la posición de la luz, pude deducir de que serian alrededor de las dos de la tarde, pero… ¡Oh, sorpresa!, las dos de la madrugada, en verdad que esto no podía seguir. Así que busqué y busqué una actividad que me permitiera “olvidar”.

Caminando cierto día por la calle, recibí un volante que citaba “atrévete, vive sin inhibiciones”, me llamó tanto la atención, que decidí llamar al teléfono que aparecía ahí para concertar una cita. Todo era un verdadero misterio, ya que lo único que recibías era una dirección y una extraña contraseña… La reunión según la voz que contesto la llamada, se llevaría acabo el próximo sábado 31 de octubre a partir de las 21.00 pm. ¿Coincidencia?, o quizá un sistema muy bien organizado de marketing.

Entre mil vicisitudes llegó el día señalado, acudí a la cita y después de mencionar la clave “Zarzamora azul”, la extraña reja que me separaba de la entrada, comenzaba a abrirse, lentamente, comencé a entrar y a atravesar por un estrecho corredor que me conducía a la entrada de la casa, al llegar, recibí una bolsa un número escrito en un pequeño papel, (debo comentar que mi incertidumbre se incrementaba, ¿Pues qué función tendría la bolsa?) en fin, fui dirigido hasta la sala en donde me aguardaba Rod, un tipo ya mayor y que según, era el anfitrión del evento. Una vez presentados, me explicó la dinámica de la bolsa…

--¡Mira mi amigo, ahí depositaras todo lo que te estorbe…! Todo, ¿Me comprendes verdad?

--Eso creo (contesté indignado y confundido).
--Acá, solo encontraras todo aquello que buscas, así que mete “todo a la bolsa y adelante”, bienvenido a nuestro club…

¡Nuestro club!, mejor debería de salir huyendo, pensé de volada… Pero no, así que una vez que me quité “todo” lo que me estorbaba, fui conducido al vestíbulo, en donde caminaban sin rumbo fijo un montón de personas sin extrañeza aparente. Caminé unos pasos y me senté junto al sillón que daba exactamente enfrente a Rod.

Durante toda la noche que permanecí en el club, me pase observando detenidamente a las personas, a sus mascaras y sobre todo a las cosas que inventaban para no ser descubiertas, pensé y pienso que al igual que yo aquellas personas ocultaban partes dolorosas que les era estorbosas en sus vidas.

El tiempo transcurrió y con el la velada, así que nuevamente era conducido al recibidor, en donde me esperaba mi bolsa y la agradable sonrisa del anfitrión.

--¡Espero te hayas divertido galán! Y recuerda, aquí en el club, lo único que no se permite es… El exceso de lo que te sobra. Bye.

Como pude y sin pensarlo, coloque nuevamente todo aquello de lo que me había despojado, ahora, había que correr antes de que el transporte me dejara botado.

Durante toda una semana completita, pensé y repensé en aquella noche de brujas que cambio mi vida cotidiana, en como el “club”, me invitaba a descubrir aspectos de mi vida que nunca antes había conocido. Durante esa semana, bromeé con mis amigas contándoles lo sucedido y para que esto fuera nuestro secreto decidimos denominarlo “el club de Gaby”, por aquello que ay acudiría en los momentos en los que necesitaría despojarme de lo que me estorbara.

Los relatos…

Ya era casi un año desde nuestro primer encuentro y la amistad entre Rod y yo era cada vez más significativa, así que solo iba al club, cuando necesitaba de su consejo o para acallar mi mente, casualmente ese día era momento de callar para siempre a mi mente, la presión del trabajo, el calor y sobretodo la falta de amor me hicieron ir nuevamente a mi refugio. Después de pasar todo el protocolo de costumbre, (que esta vez se me había hecho raro no haberme encontrado con el mayordomo) ocupé mi lugar enfrente de mis acostumbrados cuates, en esta ocasión éramos menos que de costumbre, ¿Por qué?, quizá la lluvia era la culpable. Preguntando una y mil veces que el ambiente estaba muy denso, uno de ellos, comentó:
--Pregúntale a Rod, pues anda en cosas de ultratumba.

¿Ultratumba?, que mala onda, pensé, así que esperé a Rod y le pregunté, después de guardar silencio por más de 5 minutos, decidió contestarme.

--¡Ay amigo!, Si yo te contará, pensarías que soy un loco, pero no importa, solo te pido que después que terminé de comentarte lo que me acontece, no cuestiones más y platiquemos de lo que gustes… ¿Recuerdas al mayordomo?, Ah, pues aparte de desempeñar esa función, me ayudaba con la administración del negocio, así que como te darás cuenta, había cierta confianza entre nosotros. Hace algunos meses él recibió una llamada muy exraña de su casa, en la cual le decían que era urgente que fuera para allá, pues algo muy grave había ocurrido. Al llegar, según lo que el me contó, lo recibió su esposa muy afligida, pues uno de sus hijos, el menor, se encontraba en la calle jugando con la pelota, de pronto, esta se voló a un árbol y él en el intento por recuperarla, trepo, cual sería su sorpresa cuando llegó a la cima, que ahí arriba, se encontraba una aberración… Un engendro mitad pájaro, mitad hombre lo aguardaba, el niño bajo despavorido, corrió rumbo a su casa y le contó todo a su madre y de un momento a otro ¡cabuuum!, Perdió el conocimiento y aún no ha podido despertar. Otro acontecimiento raro sucedió a la vuelta a casa de su hija, quien jura y perjura que al entrar vio a una serie de seres raros jugando por toda la casa. Verdad o mentira, eso nunca lo sabré, pues el mayordomo falleció hace unos días y por cierto, de una forma muy tonta, cuentan que se subió al auto, lo encendió y sin motivo aparente comenzó a arder en llamas… según su mujer el había vendido su alma al diablo, para volverse millonario, solo que este le cobró antes de tiempo. Ahora amigo, lo único que se es que su mujer y sus hijos abandonaron su casa y se han ido lejos.

Verdad o mentira como lo dijo Rod, solo sé que esa noche el club cerró sus puertas antes de las 22.00pm. Quizá el día en que nos despedimos más temprano.


El Chocolate…

“Dicen que la soledad pesa en los momentos en los que necesitamos de un beso”. El jueves pasado, después de leer un mail en el que me insultaban, corrí al encuentro de mi viejo amigo Rod, esta vez me nació de alma llevarle un chocolate a el y a su pareja. Este día la lluvia arreciaba de manera extraordinaria, así, que el club era concurrido solo por tres personas. En verdad que no tenía ganas de nada… Y al referirme a nada, es no dirigirle la palabra ni al espejo, así que me senté en el lugar de costumbre, bebí una y otra y otra cerveza más, mientras observaba el cielo a través del domo, Y como en los cuentos de hadas, todo comenzó con un hola, seguido con una caricia y continuado con una constante comunión de nuestras almas. En esta ocasión, las palabras salieron sobrando, era la pronunciación perfecta de los pronombres personales con el universo. El malévolo tiempo hizo su trabajo y como en cualquier cuento, llegadas las doce campanadas, llegó el momento del adiós. Mientras me despedía de los cuates, le entregué a Rod su obsequio y el amablemente ofreció a mi ensueño un trozo de su chocolate a lo que respondió de inmediato “El chocolate cura las heridas del alma, es por eso que solo debe darse a las personas que se aman”. Y ante la mirada atónita de Rod terminamos entregados en un furtivo beso.

Rod auguro una gran fortuna a este romance, así que caminamos y caminamos hasta como a las 2 de la mañana (Si Rod supiera que el beso fue el preámbulo de un adiós por Europa, mi amigo jamás hubiera permitido que me hicieran daño)


El diagnóstico…

Dicen que la amistad se demuestra en la cárcel y en la cama y creo que mi amistad fue puesta aprueba en esta situación… Era lunes, el club estaba vacío, así que al llegar, quien abrió la puerta fue Rod, de inmediato solté en llanto pues quién más que un buen amigo para entenderte, por momentos, deje de llorar y le comenté que el médico había sido estricto “si no te cuidas la diabetes te matará”.

--Te juro amigo que ya no aguanto, que ya han sido muchos anos, muchos estudios y…
--Nada, contrólate, piensa bien y mejor relájate escuchando esta aria, te aseguro que todo tiene solución y que por mucho que quieras correr no llegaras más temprano a tu cita… ¡Vive amigo! Y disfruta.

Al principio odié bastante a Rod, pero ahora comprendo que me dio el mejor regalo, un aria completa se opera para olvidarme del mundo.


El final…

Si alguien me hubiera contado como terminarían mis visitas al club, les diría que eso nunca sucedería, ya que tenía todo para vivir un montón de años.

Por cuestiones de trabajo, me alejaba uno o dos o quizá hasta tres meses sin poder ir al club, pero de vez en cuando, le llamaba por teléfono a Rod para saber como se encontraba él y su pareja. Una mañana de viernes, Rod me habló angustiado contándome que dentro de pocos días el club cerraría sus puertas, pues el financiamiento y la magia habían terminado, al principio no le creí y pensé que como concepto publicitario estaba muy bien, así que hice un espacio en mi apretada agenda para asistir el sábado siguiente.

La fiesta era inenarrable ya que las situaciones y la gente hizo un ambiente increíble, la noche transcurrió sin problemas y así uno a uno de los invitados se fueron retirando. Al final solo quedamos los cuates mas allegados y frente a una taza de chocolate y churros, Rod dio por terminadas las sesiones del club. Días después me enteré que estaba en bancarrota y que del fastuoso club solo quedaba un modesto local, que todos sus amigos lo habían abandonado (hasta yo). De vez en cuando asistí al modesto apartamento para visitar a Rod, cada visita me revelaba a una persona devastada, decaída pero integra y amable.

En diciembre de un año que por dolor omitiré lo visité con la firme promesa de volver después de las fiestas, sería fabuloso platicar como me había ido… Y llegó la fecha pactada y durante casi 15 minutos toqué el timbre de su casa, le llamé por celular y nada, ¡algo había pasado!

Dos meses después me enteré por un lengua larga, que Rod había muerto de una manera que el no hubiera merecido, ya que era una persona tan indomable y poderosa, aun no me cabe en la cabeza como algo tan pequeño pudo derrumbarlo…

Ahora que me he tomado el tiempo para recordar a un buen amigo, sé que el esta junto a mi repitiéndome su frase… ¡Vive! La vida es solo una y tú mereces vivirla.

Texto agregado el 03-11-2009, y leído por 113 visitantes. (0 votos)


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