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Las ciudades imaginarias


Me declaro recopiladora de información extraída de las obras de Gisella Heffes (Las ciudades imaginarias en America Latina), Carlos Gamerro. Ana López, Alejandra Gutierrez (sobre Onetti) y Corrado Zulaga.



De Jefferson a Macondo

El escritor, en su posibilidad de crear un universo propio, no se conforma con la creación de personajes de cuyos destinos mueve los hilos, sino que les otorga un espacio imaginario que tiene tanta vida como sus habitantes. La creación de una ciudad literaria corresponde a la necesidad del escritor de comprender su relación con su entorno, con el tiempo y con la muerte.

Realizar un viaje a través de todas las ciudades imaginarias de la literatura ocuparía mucho tiempo sin conseguir recorrerlas todas, por eso me limitaré a viajar sólo por alguna de ellas.

La primera ciudad de mi itinerario es Jefferson, de la cual William Faulkler se declara único propietario. Faulkler dejó en una de sus novelas un mapa detallado del condado de Yoknapatawpha, en el cual señala las colinas, los ríos, los pinares y los trenes. Jefferson tiene una superficie de 2400 millas cuadradas.

La influencia de William Faulkner fue decisiva para escritores como Onetti, García Márquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes y, más tarde Juan José Saer. "El encuentro con la obra de Faulkner fue algo casi providencial”, declaró García Márquez en una conversación con Vargas Llosas, porque allí encontraron los que empezaban a perfilarse como los más firmes y sólidos integrantes del ‘boom sudamericano” — el método ideal, adecuadísimo, para reflejar nuestra realidad.

Al recibir el Premio Nobel, García Márquez se refirió a él como “mi maestro”, lo calificó como el más grande escritor del siglo XX por haber sido capaz de crear un continente dentro de otro continente
Pero en qué consiste ese método que produjo el "boom". El mismo Faulkner dice que su método consiste en la conciencia de que la propia realidad posee suficiente dignidad como para que se hable de ella, que el artificio de la palabra y la transposición poética de esa realidad circundante, la convierte en una atmósfera irrepetible, un mundo nuevo y mágico que atrapa al lector.

La extensa red ferroviaria se abre en muchas direcciones. No me voy a detener en Opar, esa ciudad tragada por la jungla, fundada por Edgard Rice Burrougs, que es la ciudad de Tarzán. Se dice que en Opar abunda el oro y que sus habitantes tienen un aspecto simiesco.

Podría llegar a las ciudades creadas por Italo Calvino, el escritor italiano nacido en Cuba, pero visitar sus ciudades me desviaría de mi itinerario por las ciudades literarias de América por las que hoy me limitaré a viajar.
Calvino escribió "Las ciudades invisibles" y si al regresar me detendré sólo para saludar al Barón Rampante, lo haré en relación con el concepto de ciudad de Calvino relacionado con el concepto de ciudad de Borges.
Ni qué hablar de descender del tren para combinar con la linea que lleva a Ruletenburgo, la helada ciudad donde se desarrolla la novela "El jugador" de Dostoievski.

La próxima parada es Cacodelphia, una ciudad subterránea; descripta en la novela "Adán Buenos Ayres", del escritor argentino Leopoldo Marechal.
Para llegar a la ciudad debo deslizarme por un corredor vertical que parte de las raíces de un ombú y una vez bajo tierra cruzo un río de aguas oscuras en un bote a motor. La ciudad está dividida en pequeños barrios, cada uno de ellos tiene una arquitectura fantástica creada por la fecunda imaginación de sus habitantes.

Una vez en la superficie, salto del bote al tren que me espera para proseguir el recorrido y llego a la Santa María de Onetti.
Juan Carlos Onetti fue el que aplicó con más fidelidad los procedimientos de Faulkner. Su ciudad imaginada, (más pueblo que ciudad) se convierte en el símbolo de toda su obra.
La Santa María de Onetti nace en "La vida breve" (1950), que el autor considera su mejor obra y surge del recuerdo de una a ciudad que el autor visitó sólo una vez en su vida. Es el primer libro de la saga de Santa María, en la cual Onetti crea su espacio literario otorgándole una topografía física y espiritual que se repite hasta su última novela, "dejemos hablar al viento" (1979),

La ciudad es siempre la misma pero en cada novela representa un universo diferente. En "Juntacadáveres", la casa celeste cerca del río, la convierte en un símbolo del vicio. Santa María, es un ejemplo del triunfo de la ficción en sobre la realidad. Onetti coloca su ciudad a orillas de un río, pero las aguas no alcanzan a purificarla: “pueblo jodido, pueblo de ratas” dice uno de los personajes. En esta ciudad-símbolo, el escritor resume su sombría visión de la existencia.

Mi tren aminora la velocidad, pienso que se detendrá, pero pasa ante la estación de Comala sin frenar. Los pasajeros preguntan y el guarda informa que en esa ciudad no se detienen nunca, porque ella rechaza todo lo que viene de afuera y porque allí reina una alienante medida del tiempo. Recordé que algo similar le había sucedido a Juan Preciado cuando llegó a Comala en busca de su padre, el cacique Pedro Páramo. El guarda del tren agrega, que cuando dejemos atrás esa ciudad fantasmal, controlemos nuestros relojes porque probablemente se habrán detenido. Comprobé asombrada que las agujas de mi reloj giraban desquiciadas. Me tomó tiempo reponerme del alucinante pasaje por Comala y pasó largo rato hasta que se disiparon las sombras silenciosas y pestilentes que aleteaban en el vagón.

Atravesamos una extensa zona desértica. El tren se detiene. No hay estación, veo un cartel que dice que allí surgió en una época remota una ciudad llamada Macondo y junto a él, desdibujado pero aún visible, el viejo letrero que los habitantes de la ciudad habían colocado en la calle principal, en la época de la epidemia de la pérdida de la memoria y que pregona que "Dios existe."

Allí un guía me lleva a recorrer un cúmulo de ruinas, lo que resta de la que fuera la ciudad del patriarca Aureliano Buendía.
García Márquez crea Macondo para poner orden en sus sentimientos, es una expresión simbólica y con su destrucción, al final de Cien años de soledad, plantea un interrogante sobre el futuro de América Latina. Macondo reaparece en "Isabel viendo llover en Macondo", un cuento en el que García Márquez introduce claramente el tema de la decadencia.

Regreso a Buenos Aires, pero no la Buenos Aires de los mapas geográficos. Es la Buenos Aires recreada por Borges, la creada por la memoria de una ciudad antigua que está siendo sofocada por el abrazo de hierro y cemento de la gran metropolis que amenaza con engullirla.
Relaciono en contraposición con esta ciudad interior de Borges, (la Buenos Aires de la memoria) con el Barón rampante de Italo Calvino quien expone su deseo de mirar a las ciudades desde las alturas de un árbol, en busca de soledad y serenidad.

“Las ciudades son como los sueños y todo lo imaginable puede ser soñado.” (Italo Calvino)


Yvette Nino Ninive

Texto agregado el 09-11-2009, y leído por 1233 visitantes. (22 votos)


Lectores Opinan
27-11-2009 Que lindo viaje por esas ciudades imaginarias que vas describiendo una tras otra. Un placer leerte, gracias. loretopaz
17-11-2009 Excelente. Que placer me provocó leer tu escrito...!!! lilianazwe
11-11-2009 Evidentemente un excelente trabajo que espero tenga continuidad. Un saludo. No escribo más porque mañana parto hacia Arbórea. Poirot
11-11-2009 Tal vez hubiera un tiempo en que la filosofía reconocía como real -fundamento in re- sólo lo que podía percibirse por los sentidos, hasta que vinieron los "imaginistas" y nos describieron con tanta fuerza y verismo sus "fantasías" que nos hicieron comprender la "naturalidad" de la invención hasta el punto de dudar o no saber donde está el linde que separa la fabulación de la realidad. Luego está ese sentido mítico de la "ciudad" utilizado tanto por gurús, religiones, profetas y políticos, ese camino "inicial" hasta encontrar "el camino" que nos lleve a la "meta" (si la hay) última y definitiva. azulada
10-11-2009 Extraodinario viaje literario, pero que de tan bueno me dejó sabor a poco. Hubiese querido seguir leyendo. Felicitaciones! manndrugo
10-11-2009 Me descubro ante tu prosa, Niínive. Un estilo directo, sobrio, lilbre de ornamentaciones superfluas y de malabarismos técnicos. En el transcurso del viaje, he percibido como Arcadios y Aurelianos saludabanme desde las estribaciones de Macondo. Así de realista resulta la lectura. Muy buen trabajo. Salú. leobrizuela
10-11-2009 Genial, como siempre, querida Nínive. Viajé contigo por esas ciudades, de veras. Dulcinea2002
10-11-2009 De todos los lugares que mencionas, to me quedo con Macondo. Excelente texto. Saludos. Azel
10-11-2009 Leyendo tu escrito me voy adentrando a un viaje imaginario en tren, recorriendo esos lugares surgidos de la pluma inspiradora de escritores. Aunque cada uno tenga predilección por alguna en especial, imaginaria o real, todos coincidimos en que esas ciudades inventadas son una fuente fantástica de placer literario. Me gustó mucho esta recopilación, amiga Yvette. Shou
09-11-2009 Agradezco a todos los que se han acercado a mi aporte en la columna de los Lunes y en especial a Shou que mantiene vivo este lugar. ninive
09-11-2009 Un paseo literario lleno de luz, color y calor. Mis respetos. Muy grato leerla. Saludos Amira avefenixazul
09-11-2009 Una de las cosas buenas de la literatura es que el autor crea o recrea a su antojo, y así como se inventa un personaje, o lo toma prestado de un ser real, dotándolo de personalidad propia, puede hacer lo mismo con el territorio en el que este habita, o en las costumbres y maneras de comportarse. Hay otras ciudades como la Vetusta, de Clarín o la Santa Teresa, de Bolaño, que todo el mundo sabe a qué lugar concreto se refieren y que sin embargo, adquieren vida propia también en la mente del lector que las hace un poco suyas. Una excelente columna, Yvette. blasleon
09-11-2009 Bien podría hacerse una Guía de Viajes por Ciudades Inexistentes, con recomendaciones de lugares que visitar, dónde comer y dónde alojarse. La ventaja es que para hacer esos viajes no habría que reservar billete ni hacer colas en aeropuertos, tan sólo abrir el libro correspondiente y dejarse llevar... Felicidades, me gustó mucho tu itinerario. moebiux
09-11-2009 Un placer haber viajado por estas ciudades imaginarias...tan bien recreadas en hermosos textos y gracias a nínive por compartirlo . Agradezco a shou la gentileza de permitirme aprender en esta columna,con su invitación. almalen2005
09-11-2009 SALGO MUY COMPLACIDA DE ESTAS COLUMNAS APRENDO CON GANAS! DIVINALUNA
09-11-2009 He aprendido algo más, se lo agradezco. online
09-11-2009 Excelente tu trabajo de recopilación. Un paseo por ciudades que se generaron en la mente de muchos escritores y que se recrearon en la mente de sus lectores. Buen paseo por tren, siempre me gustó viajar en tren y este viaje de fantasía fue genial. Un beso y mis estrellas. Magda gmmagdalena
09-11-2009 Gracias, Ninive, y perdona. Dejo mis cinco estrella por el interesante trabajo de recopilación de textos. Y totalmente de acuerdo con Altorcan, especialmente en "La Regenta", que todavía camina por Oviedo, como si el tiempo no hubiera pasado... maravillas
09-11-2009 Es una atrapante travesía la que propones en este escrito. Nos lleva a conocer las ciudades que la literatura creó para transportarnos a los espacios imaginarios de maravillosos autores. En el fondo creo que todas las ciudades, reales o ficticias (léase Sofiama y su reino) son producto de la imaginación, en el caso de las reales las crea el imaginario colectivo en el devenir de sus mmomentos, por eso guardan tantas historias y misterios como las literarias, mas aún, alimentan nuestra imaginación y nos inspiran. Es una muy instructiva compilación la que has realizado. Gracias. Un beso, Carlos. carlitoscap
09-11-2009 Interesante artículo, gracias Ninive. Se me ocurre recordar a Juan Benet, que inventó no ya una ciudad, sino toda una comarca en sus novelas "El aire de un crimen y "Volverás a Región". Y aunque no son ciudades inventadas, sino trasuntos de otras existentes, rcuerdo la Vetusta de Clarín en "la Regenta", y la Oleza de Gabriel Miró en "Nuesto padre San Damián" y "El obispo leproso". altorcan
09-11-2009 Respondo a la inquietud de maravillas . Me parece suficiente decir que mi trabajo es una recopilación de textos. Creo que puede se instructivo conocer algunas de las ciudades creadas y señaladas por los autores citados. Es un trabajo de información y creo haberlo dicho con bastante claridad. ninive
09-11-2009 Tu exquisita guía turística literaria nos deja la inquietud por ir a buscar esas ciudades que aún no hemos explorado, la nostalgia por aquellas de la cual guardamos tenues recuerdos y las ganas de seguir leyendo y viviendo tantas vidas como autores y personajes nos inviten a seguir viviendo, en sus ciudades imaginarias. 5* Susana compromiso
09-11-2009 Gracias por compartir estas savias columnas mis 5* besitos NILDA yo_nilda
09-11-2009 Interesante. Gracias lmarianela
09-11-2009 De verdad y como siempre un placer pasar, aprendo con cada columna, digo simplemente muchas gracias y dejo mis ***** nanajua
09-11-2009 Sería bueno, para evaluar el trabajo de la columnista que escribe, conocer dónde empieza y dónde acaba " la información extraída de las obras de Gisella Heffes", y la aportación personal de Yvette Nino (ninive). Gracias. maravillas
 
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