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Doña Venancia. ®


La última vez que había pasado por el Maíz, fue tiempo atrás y recién había cumplido año ; con las regionales que me encontraba en esos momentos nos ibamos enrumbando a las profundidades, y con algunos de mis hermanos (compañeros sempiternos) estábamos en un rancho sin paredes procurando un leve descanso, después de no parar de caminar desde la salida hasta la puesta del sol, o quizas mas tiempo y con sólo algo de comida en el estomago desde la noche anterior, así eran esas giras, largas y nosotros mal alimentados, si tenías suerte de ser de los primeros en llegar al campamento de esa noche la comida estaría caliente si eras de los últimos (como me toco en diferentes ocasiones), la comida era poca y fría, estaba intrigado en ciertas conversaciones cuando llego un niño en su bote de canalete y pregunto que quien era Mike Bravo, y lo enviaron a mi presencia.

- Aquí le manda mi abuela – me dijo mientras me entregaba un plato – que se lo coma ya, continuó, porque esta caliente y además tengo que regresar con el plato y no quiero que me coja la noche yendo río arriba.
- Y quien jodido es tu abuela – le pregunte
- Mi abuela – dijo - y me quedo viendo
- Mi abuela es Mi abuela Venancia, - afirmo muy seriamente - y con que orgullo levanto en alto su frente cuando dijo por segunda vez el nombre.

Así de especial era siempre doña Venancia conmigo, y se que eso era debido a la gran amistad que llegue a tener con el Sub-Comandante Pantera, que era uno de los jefes de esa zona junto con el Comandante Pajarillo y tiempo despues supo lo que lamente la muerte de esos valerosos guerreros que murieron en un lapso de no mas de tres meses.

Fraternalmente compartí el plato de comida con los que estaban a mi alrededor y entregue seguidamente el plato al nieto de doña Venancia.

- Decile a tu abuela que antes de partir mañana llego a saludarla – le dije al niño.
- Correcto, - me contesto – entonces me retiro todavía que queda algo de sol – finalizo – y entre la poca luz que quedaba lo fui viendo desaparecer hasta llegar a la ribera del río donde ya me era imposible verlo.

Muy temprano nos alistamos, dos grupos a partir de ahí, unos irían bien lejos, hasta la zona de Río Plata, en la zona de operaciones del Comandante Chacal; el resto rumbo al Majagua para después dirigirnos a diferentes zonas, éramos muy pocos los que nos movilizábamos hacia los alrededores de el poblado de El Espavel; donde teníamos información que estaban llegando refuerzos y pertrechos para los piris y teníamos que evitar ese refuerzo a toda costa, por las operaciones que se estaban planificando en diferentes lugares y en coordinación con el Frente Norte.

La barba que venía cosechando durante los últimos meses ya era muy larga, con un pequeño color rojizo y por supuesto nada de canas y mi cabellera no era tupida pero no tenia la pelona que hoy luzco con orgullo, y mas alguno de los civiles se asustaban al verme con semejante estampa en un joven rostro y con los ideales enfocados en la libertad; me salí de la fila que se estaba formando para ir a darle las gracias a doña Venancia y por fin llegar a conocer a tan grande señora que solo la conocía por referencias.

- Buenas – fue mi saludo ante unas 5 o 6 personas que estaban prácticamente en la puerta.
- Buenas – me respondieron en conjunto

Doña Venancia movía los ojos de un lado a otro; como queriendo adivinar quien de los 10 que estábamos ahí era Mike Bravo. Por las referencias físicas que tenía de ella me dirigí facilmente; la abrace y le di un beso en la mejilla seguidamente le dí las gracias por todo.

- Otro día volveré – le dije - y vamos a tener una buena conversación – continúe - (bueno, esa sera otra historia para otro ocasión).
- Lo voy a estar esperando Mike –
- Usted sabe que no se le puede decir cuando volveré, pero si esta dentro de mis posibilidades tratare de venir con su hijo (Chontales el mismo que había derribado un helicóptero con una sola bala), que espero conocerlo muy pronto.
- Espéreme un momento – me pidió –

Acto seguido se fue al interior de su humilde vivienda y regreso con sus manos llenas de tabaco.

- Aquí tiene algo para el camino – me dijo - y que Dios los bendiga.

Me abrazo y le sentí unas lágrimas en lo profundo del alma, y me quedo viendo con tanta tristeza y amor que solo alcance en decirle gracias Mama.

- Usted Mike; es de la misma edad de mi hijo Chontales – así que llévela con mucho cuidado

Sin que pasara mucho tiempo me tuve desviar hacia otro diferente lugar al que me iba y fui a parar donde se encontraba mi hermano Gallito y la sorpresa que me lleve fue que entre los que estaban con él estaba Chontales; el hijo de doña Venancia y al; momento que me lo presentaron solo me puse a reír entre mis adentros y analizar el daño que esa guerra estaba haciendo en mi físico. Salude a Chontales y sólo por joder le pregunte su edad.

- Ya llevo 47 acuesta – me contesto.

Era el final del verano de 1988 y yo apena frisaba mis 28.

Texto agregado el 19-11-2009, y leído por 225 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
04-12-2009 Triste y muy emotivo mis5* y besitos N... yo_nilda
04-12-2009 La guerra nos quita demasiadas cosas....Es un relato fuerte con pinceladas de ternura.Mis******* almalen2005
20-11-2009 Contundente este relato, terrible lo que produce la guerra. marfunebrero
19-11-2009 Fuerte y muy bien narrado relato. La guerra... cómo nos roba la vida... Mis cariños makiu
 
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