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Inicio / Cuenteros Locales / unquijote / TAN GUAPO COMO SE PUEDA

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Marchaba tranqueando el moro, cansado de tanto andar, que por darle al pobre respiro al lado de una zanja fui a parar. Era una sombra hermosa la de aquellos cinco sauces que rodeaban el charco, que se hacía olla en aquel lugar. Quemaba el sol de las cuatro y había mucho por marchar, en aquel verano crudo que laceraba sin cesar. Como no tenía apuro y me empezaba a gustar, en aquel lugar tranquilo campamento empecé a armar. Fui dejando el apero desparramao ,pá que los secara el sol, saqué mi caldera tropera, !pá!? que digo?, media caldera y al juntar un ramerío me pareció escuchar un ruido, no sé, tal vez no fue tal cosa, tan sólo una sensación, el moro que mordisqueaba unos verdes, paró la oreja de apuro y quedó inquieto, al mirar su lomo tenía el pelo como erizado, no sé, cosa de viejo tal vez, mala intuición pa esas cosas. Proseguí con la tarea de ir juntando leña y acomodar la fogata, le eché chispa y ardió y le arrimé mi calderita e lata. Colgaba yo los arreo cuando de nuevo me pareció escuchar algo, pero prestando atención solo el silencio se oía y por ser tal vez de día no me espantó aquel asunto. Ante mi se presentó una cruz allí en el paso, pero le resté importancia que cruces he conocido desparramadas en tierra ,allí arriba de la sierra donde cayó chiquito, en el mismo arbolito las he visto por doquier y nunca fue mi parecer ningún tipo de extrañeza ni pa un lao ni pal otro, por que yo soy medio potro y me encuentro a mal domar.
Le puse yerba a la guampa y le arrimé la bombilla ya me armé de una parrilla echa con verde ramaje, de las maletas saqué una rueda de chorizo que también tiene su historia. En un tronco me senté, y con la chala entre mis dedos hacía tranquilo un tabaco ,cuando la tarde caía, corté unas ramas de sauce, pa hacer cama en lo alto, le tiré el recado encima arreglé los pelego y ya le tiré mi poncho al lado ,tando todo preparado pa cuando me juera echar. Le tiré unos verde de sauce al fuego pa espantar los mosquito ,que son unos bicho chiquito que vienen a molestar, cuando tranquilo se encuentra uno queriendo descansar. De un caño e bota saqué una piola, con un anzuelo , herrumbrao que estaba allí de porfiao y lo encarne con chorizo, ya le di una reboliada y quedo tendida y mansa, cebé un mate luego otro y me abrazó la noche con su manto, otro tabaco, otro mate un brillo en el cielo lleno de estrellas y otro en un pajonal. Como si jueran dos ojos brillantes , que quemaban con su llama fija en mi. Atención le taba dando con una mano en el cabo del facón ,cuando ende repente se siente un golpe en el agua y se apagaron los ojos y yo tiraba la piola tratando e fisgar un bicho que sin saber lo que era me esforzaba por sacar y el se emperraba en quedar entablándose una lucha que tal vez no era muy justa si de tamaños hablamos. Pero ha de tenerse en cuenta que entre tirón y tirón, entre coletazo y ruido pareció como un rugido lo que me golpeó la oreja, yo seguía ensemismao ,por fin la pude sacar, era grande y troncuda la tararira. Brilló en la noche la sonrisa de mis blancos dientes en la oscuridad, a facón la despansurre, con unas tripas encarné eche la piola pal agua ,le tiré sal por adentro, la revoqué con barro, hice un pozo y de brasas la tape, el fuego lo traslade pa que le quedara encima, lavé manos y cuchillo al lao de la barranca, armé tabaco de nuevo, manotié la guampa y de agua la llené taba gueno aquel mate y me senté. Tuve tiempo pá pensar en aquellos ojos brillantes en el rugido de antes ,mire ansioso por la guelta y nada, nada pude ver, será que nada había pa ver, tan solo las estrellas que parecían brillar en aquel lugar más que en otros que me han dado su tiempo pá mirar el cielo. Le arrimé unos troncos de chilca que se ve, quedaron cuando limpiaron el campo. Y fue el humo de aquel tabaco que aromáticamente perfumaba el aire tan puro y embriagado de aromas floriles de campo silvestre, como sube el humo de la fogata asi, asi voló lenta y suavemente ascendiendo entre curvas y remolinos así como el humo también mi imaginación tomó esa senda y recorrí mi pasado y presentí mi futuro y me envolvieron las mieles del sueño. Yo que siempre solo recorría los pagos de mi patria de estancia en estancia de pago en pago ,de changa en changa, enfundado en un sueño juvenil de libertad campera. Tenia por capital aquel moro fiel que mordisqueando verdeos ,se mantenía muy cerca, guen pingo pá cualquier ocasión, fiel a dar con un palo, un apero que de herencia me quedó y que marcha desde un principio conmigo, unas pilchas mas gastas que el jergón, limpias de color marrón camisa bombacha faja y cinto pa cerrar la descripción un poncho de lana cruda y uno patria , un sombrero de fieltro que por los años de uso se amolda a la cabeza como si fuera su continuación. Mas leña de nuevo mate y tabaco.De la rueda de chorizo ya voy sacando un despunté y me imagino la tararira que envuelta en la camada de barro bajo las cenizas se apronta, ta gueno solo un vinito falta. La piola se ha puesto tensa y su insistente tironear ,hacen que suene la bolsa de la rama en que la até dos trancos me separaban y ya los desconté ya le estoy dando tirones y otra bicha me saqué. La piola ya la he guardado, pues nunca se debe abusar si ya provecho le ha sacao pá que diablos abusar. La dejo con las aleta y la abró por el lomo la tapo he sal gruesa y la cuelgo al calor y al humo de la llama ,en una horqueta que corte con el facón, la dejo bien retirada que solo la quiero orear que mas adelante puede servir y uno debe saber guardar. Se me hace agua la boca y ya son como dos chorizo en preñada ,aura me prendo en la bicha que ya esta pronta y asada sabrosa la condenada con adobo y cebolla ¡jajaj!, que atracón que me he dao, solo el espinazo ha quedao y desengraso el bigote en la manga e la camisa, armo un tabaco y me echo el poncho por arriba, con el sombrero en la cara pa que el roció no mojé. Y me dejo caer, caer en los hipnotizadores brazos de morfeo que el hombre supo idolatrar ,la naturaleza a través de los tiempos y diferentes culturas en dioses que daban explicación a las cosas que estaban fuera de su comprensión ¿porque pienso eso en este momento?, no se, lo dejo pasar y sigo entregándome al sueño sin saber lo pronto que iba a cambiar la situación y como iría a reflexionar al respecto de ese pensamiento. Un golpeteo nervioso a mi lado me despierta, por su insistencia las manos de mi pingo golpetéan; nerviosas el suelo próximo a mi. Lo miro primero a el y tenía los ojos como desencajados, erizado su cogote con una cara de terror antes de ver más nada, manotíe al tanteo y lentamente, como pá no dejar notar el movimiento que hacia el mango del filoso, que de tantas apuradas me ha sacao y sin tocar el sombrero lo sacudí en la cabeza como pa poder ver mejor. Le eché un giro al campamento y se me congeló la sangre, se alzó de manos el moro y rajó tomando distancia olvidándose de mi el muy ladino, porque si es que a algo atino en aquél momento, seguro era a montar y rajar. Pero me quedé no por guapo ,no porque quisiera sino porque de a pie a donde ir tan rápido. Nunca antes escuché aquel rúgido ,nunca antes pensé ver un un lion bayo, un un puma, ya no quedan, sino tan solo en leyendas, pero si era una visión; que real, paralizado pensé y aura el y yo mano a mano, ta gueno, acorralao hasta el más cobarde guapea y a falta de escape a tan solo un palmo e las botas que tenían mis pies adentro, ¡pa mi desgracia!, si me muevo me jode, antes de pararme, si me hago el muerto tal vez, alli quede tendido, lo mire paralizado y el me clavo la mirada. Esa mirada encendida como dos estrellas pero sin maldad, olisqueó pa mi lao, se fue cuadrando y pensé si me salta aura se ensarta en el facón, pero no ,me desprecio, siguió costeando mi cama y sentí un frió, un retorcijón en el triperio, se me secó la garganta y casi se me escapa un grito ,cuando de nuevo me miro a la altura e mi cintura; casi apagado el fuego solo unas brasas porfiadas quedaban, pensé vago si tuviera mas leña no tendrías visita, rumbeó su mirada y su andar pal espeto que secaba la tararira salada, me miro como pá decirme la llevo quieras o no, que si me preguntase se la regalo seria mi respuesta. La olisqueó, le engancho un colmillo, la saboreó abrió su bocaza como en cámara lenta, dos tres mordiscos ya no quedaba nada en la verde horqueta clavada, hasta un trozo de la misma masticó, junto al pescado miró de nuevo y pensé bueno saqué dos una pá mi y otra pa vos....

Texto agregado el 21-11-2009, y leído por 284 visitantes. (2 votos)


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