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Me gusta la Navidad, pero no recuerdo si me gustaba ya antes de aquélla, de la nuestra.

Esa noche me apetecía salir a dar una vuelta, era principios de Diciembre y toda la ciudad estaba adornada con miles de luces de colores; en cada manzana, un enorme árbol. A través de las ventanas, en las casas, también se adivinaba un resplandor intermitente, no es la tele encendida, es la Navidad.

Cerca de casa, por estas fechas siempre hay una pequeña feria, caminando lentamente me acerqué; entre dos puestos de artesanía había uno pequeño, cubierto con una tela azul índigo a modo de diminuta carpa de circo, ponía en un letrero:

“Lucía, lectura de las cartas por cinco euros Amor, Dinero, Trabajo, Salud”

Nunca me había sentido atraída por esas cosas, no sé si por temor o por incredulidad, pero ese día la curiosidad ganó la batalla. Aparté la cortina azul, la estancia estaba iluminada con una luz agradable y desde el primer momento me sentí muy cómoda.
Una chica joven muy bien vestida me invitó a sentarme y me preguntó sobre que tema quería saber mi futuro, dudé por un momento pero al final le dije: sobre el Amor.

Colocó las cartas encima de la mesa y me dijo que escogiese dos…una para mí para llevar a casa y la otra se la entregué a ella. Si se cumplía lo que ella me iba a decir, esa primera carta que saqué, debería volver a su baraja, era la única garantía que daba de sus pronósticos.
Cogió la segunda y le dio la vuelta, justo en ese momento comenzó a sonar en la calle un villancico muy conocido.

Tu media naranja está unido a esa canción…síguela -dijo-
¿Nada más? le pregunté.
No, pero acuérdate de devolverme la carta si lo encuentras…
¿Unido? ¿Qué significa eso? Por el camino me fui convenciendo a mi misma que era todo una mentira.

Al llegar a casa, no pude evitar buscar información, “Blanca Navidad” compuesta por Irving Berlín (¿Se va a llamar Irving? ¿Lo conoceré en Alemania?)
Me acosté convencida de que me había engañado.

A la mañana siguiente tenía que hacer unas compras, me abrigué bien y me fui por la ciudad, al pasar por delante de una librería, en su interior comenzó a sonar esa canción, recorrí la los pasillos hojeando de vez en cuando algún libro y llegué a la sección de infantiles (…este libro gigante de tela con forma de cojín será perfecto…) así que, olvidándome un poco de lo que me había hecho entrar allí, salí muy contenta con mi primer regalo navideño “La fábrica de cuentos” de David Blanqueé.

Unos días más tarde caminando por el centro en los altavoces de una calle muy comercial sonó otra vez mi canción, esta vez me reí, con todo el mundo de aquí para allá con tanta prisa, no lo voy a encontrar. Al fondo de la calle me pareció reconocer a alguien, es Lucía, empecé a correr para alcanzarla pero a medida que avanzaba, la gente impedía mi paso y por momentos dejaba de ver su figura, hasta que al final la perdí, después me día cuenta que en la carrera me había caído mi bufanda favorita así que lamentándome volví a casa.

¡Maldita canción!

La mañana víspera de Nochebuena me despertaron pronto, alguien en casa gritó que estaba nevando así que miré por la ventana, ahí abajo sobre el manto blanco se veía una persona andando. Me vestí rápidamente, bajé a la calle y comencé a caminar detrás, poniendo mi pié en los huecos dejados en la nieve. Caminé bastante tiempo mirando al suelo intentando encajar perfectamente mi huella en la suya pero de repente se acabaron los pasos, a la derecha había un banco y en él sentada una persona. Volví sobre mis pisadas como si de un juego se tratara…me pareció que me decía algo, pero incómoda por la situación comencé a andar más rápidamente hacia casa.

Llegó el día de Navidad después de cenar viendo un especial en la televisión, sonó mi Villancico, no pude evitar sonreír, realmente esa había sido mi canción de Navidad; en ese momento sonó mi teléfono, mis amigos habían decidido ir a dar una vuelta y me llamaban por si me apetecía bajar un rato. No acostumbro a salir ese día pero me animé. Al llegar a la Plaza dónde solemos quedar los saludé desde lejos, de espaldas había una persona, al darse la vuelta me dijo...el otro día te vi, tengo tu bufanda de colores en mi casa…ayer en la nieve te la intenté devolver pero no me oíste…

Mi amor es alguien que lleva toda la vida cerca de mi pero yo no lo había visto…como en la canción “…recordar tu infancia podrás al llegar la Blanca Navidad…”

Hoy hemos ido a devolver la carta a Lucía, como me imaginé no había ni rastro de ella, nos acercamos a la papelera más cercana para tirarla; estaba llena de cartas de baraja como las que usaba ella…




Texto agregado el 26-11-2009, y leído por 80 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
01-12-2009 Una encantadora historia , me atrapó , bellamente narrada =D mis cariños dulce-quimera
 
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