Todo un mundo sigue ahí todavía. Una posibilidad, un pedazo de tiempo y mis sueños entre sábanas desordenadas, esperándome. Mis manos inútiles y débiles, una posibilidad. Yo sigo esperando. Hace frío pero su alma es acogedora como la soledad de mis días, como el silencio y la distancia del transcurrir de minutos sin ella; sino, con ella en el pensamiento, que vaga por el espacio que nos divide, que aguarda y que añora su efímera presencia a través de alambres, qué se yo, de plásticos cuadriculados. La conozco y la imagino. Yo no he inventado nada. Solamente la quiero y lo demás sigue ahí. Ese pedazo de tiempo que nadie espera y la inercia de los acontecimientos que flotan confundidos entre sábanas revueltas. Aun hace frío y la habitación decae al latir de un corazón, su color es fantasía pura y otro pedazo de tiempo inagotablemente humano, que pasa, que no prevé resultado.