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Inicio / Cuenteros Locales / YUUKOICHIHARA / \"Las espinas de la rosa-La pelea de las señoritas y la mimada cenicienta-.\" Capitulo 1

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“Las espinas de la rosa”
-La pelea de las señoritas y la mimada cenicienta-
I

-No se puede decir que esa noche descanse como se debía, de vez en cuando despertaba en la noche para abrir mis ojos y mirar el techo, sabia que arriba de nosotras se encontraba la habitación de Mónica y que prácticamente esa situación me hacia sentir incomoda, en el aspecto de que meditando paso a paso lo que ocurrió durante el día, se podía decir que los rumores a partir del día siguiente serian muchos, además de que no sabia como me miraban tanto Leí y las demás, pero específicamente me concentre en tratar de razonar que pensamientos vendrían en la cabeza de Alejandra, es decir ella era la mas afectada en este asunto, o ¿no lo era?, la verdad solo podía decir que ella paso de ser un objeto que Mónica uso a una simple espectadora.
Cuando creía que por fin Morfeo me recibiría en su seno y lograría descansar, al momento en que mis papados se cerraban, la imagen de ella discutiendo con Judith, aparecía en mi cabeza, aun retumbaban en mis oídos esas palabras que ella respondió con tono desafiante a la representante: “¡Porque ella es mi novia!”, volvía de nuevo a abrir los ojos y sentir que la sangre se me subía a la cabeza.
Lo poco que logre dormir de esa noche-que no fue mucho-se fue en sueño algo efímeros, la verdad eran algo bochornosos como para poder recordarlos ahora. Cavilando acerca de lo que me vendría esta semana, mis parpados se abrieron lentamente al compas que marcaba el sonido del despertador que Leí había puesto la noche anterior; me encontraba nuevamente mirando al techo, y mis manos casi instintivamente cogieron la orilla de la colcha y la llevaron de un movimiento hasta taparme toda.
De repente el silencio del despertador, claro que las desgracias no vienen solas y así fue ya que Leí se aventó arriba de mí abrazándome por encima de la colcha que tenia. Después bajo mi pequeño cuartel del sueño, para que mi cara se encontrara con la suya. Un buenos días y una sonrisa fue lo que me recibieron en ese despierte tan brusco por parte de mi compañera.
Mi respuesta fue parca, devolviéndole el buen día, se incorporo y se sentó en su cama, mirándome fijamente me dijo:
-Vamos, dormilona, si no te despiertas llegaremos tarde a la ceremonia de inicio, además de que primero pasaremos a la cafetería a desayunar.
Gire la cabeza hacia ella, mis ojos que aun se encontraban medio cerrados le dieron pauta a Leí para que la siguiente pregunta que era mas que obvia se desarrollara.
-Mmmm, ya , ¿no pudiste dormir?, ¿cierto?, pero si tenias que estar feliz…. o por lo menos confundida, aunque en tu situación creo que es de lo mas normal, es decir no a cualquiera se le declaran dos chicas de las mas inteligentes en la escuela, aunque………Mmmm creo mejor me cayo.
Mis ojos solo alcanzaron a dar señales de que no entendían de lo que hablaba, mas sin en cambio creo que su siguiente comentario me puso por lo menos de animo.
-¡Venga ya!, es hora de despertarte, si quieres usa primero la ducha y yo mientras arreglo las camas. ¡Ah!, pero mañana te toca a ti, ¿de acuerdo?
Y se levanto de donde estaba y se dirigió hacia mi y de un súbito movimiento levanto la colcha rosa que me tapaba; al sentir el frio que se hacia cuando Leí, levanto la colcha, rápidamente lo que hice fue hacerme bolita sobre mi misma para darme calor. “Pero, que desconsiderada”, pensé sobre Leí, mientras sentía el peso de su cuerpo sobre el colchón.
-Vamos, vamos, ya levántate.
Casi no tenia ganas de hablar y mas con el sueño que me cargaba esa mañana, mas sin en cambio Leí, no tenia la culpa de mi ahora vida tan enredada, así que respondí al momento de incorporarme.
-¡ya, ya!, ¡ya entendí!, voy a darme una ducha, gracias por hacer mi cama, mañana yo las tiendo, pero te pido un favor…….
Y asintiendo con la cabeza Leí parecía estar atenta escuchando.
-El favor consta en………… me dejes dormir 5 minutos mas.
Y rápidamente regrese a mi posición fetal enrollando la sabana rosa que tenía debajo de mí. Claramente Leí, no se quedo de brazos cruzados, tomo la sabana y empezó a forcejear conmigo, claro que esta batalla matutina y la risa cumplieron su efecto en despertarme, aunque el desenlace en el que Leí y yo terminamos en el piso y de una manera casi comprometedora no era el plan.
Al estar jugando, Leí jalo con suma fuerza la sabana, yo la solté y cayo al piso, claro que me arrastro con ella hacia abajo, pero caí encima de ella. En este punto mi cara estaba muy pegada a la de ella, tan pegada que solo la distancia entre sus labios y los míos era de unos tres o cuatro centímetros. Rápidamente nos separamos y me levante, ayudándola a erguirse, de inmediato tome las toallas que estaban en mi maleta con algunas cosas para vestirme en el baño.
Ya en la regadera, el agua caliente parecía llevarse el frio que pude haber adquirido cuando Leí y yo comenzamos a jugar. No se porque causa, alineación planetaria o karma extraño, estas cosas me estaban pasando frecuentemente pero la cuestión era que estaban ocurriendo.
Al terminar de asearme, me seque con cuidado todo el cuerpo, de nueva cuenta como cada vez que me terminaba de bañar, el casi sagrado ritual donde mis manos rozaban contra mi cuerpo toqueteándome al colocarme mi ropa interior. Insólitamente a la hora de colocarme el sostén rosa y ajustarlo a mi busto recordé el abrazo de Mónica y de cómo al juntarme sobre ella sentí……. Pues algo que era o no se lo que era en esos instantes, solo se que me sentí algo rara ya que mis mejillas se percibían algo calientes.
No hice caso omiso acerca de ese comportamiento extraño, y proseguí con mi vestimenta, no sin antes esparcirme por todo mi cuerpo algo de crema humectante, la verdad sigo siendo algo vanidosa así que eso era parte del considerarme linda.
Me coloque un pantaloncillo azul de licra después la falda entablillada acompañándola con las calcetas largas de colegiada, seguidos de la blusa blanca donde cerré los botones uno a uno.
Toc, toc, toc. El sonido de la puerta se hacia oír, al responder que era lo que quería Leí me pregunto si ya había acabado, le respondí afirmativamente y salí del baño con mi pijama rosa en la mano. Debo creer que Leí es una persona bastante liberal, bueno, la verdad no ese de extrañarse en un dormitorio de chicas, pero apenas teníamos casi veinticuatro horas de habernos conocido y para mi era algo……..raro e incomodo.
Al abrirse la puerta, la figura delgada de Leí se dejo a la vista, su sostén y sus pantaletas blanca me dejaron boquiabierta en un sentido metafórico ya que no podía decir nada como, “que bonitos senos tienes”, o algo así.
Rápidamente trate de desviar mi mirada sorpresiva hacia otro lado, lo primero que observe era que la ventana estaba abierta de par en par, una fría corriente entro por ella, pero creí que Leí era una mujer zombi ya que no se inmuto, digo, una persona normal, lo haría, ¿no?
Me sonrió lentamente y se dirigió al baño, yo me aparte de la puerta y la cerro delicadamente. Me alce de hombros cuando la entrada del baño se cerro, gire la cabeza y vi que las camas estaban pulcramente ordenadas, realmente me sorprendí esta clara manifestación de disposición a hacerlo, nueva mente me distrajo una corriente de viento que jugaba con la cortina que esta en la ventana, camine hacia ella, la vista que se dejaba ver era de una cierta claridad y mas en ese horario, mire el despertador que Leí tenia en su escritorio, marcaba las 5:55 de la mañana , quise cerrar la ventana, pero sentí que por alguna razón Leí la había abierto, así que no la cerré, suspire aunque me molestara un poco el frio que entraba, mientras cogía la toalla y me secaba nuevamente mi cabello, mientras el ruido del agua de la regadera se dejaba escuchar al otro lado de la puerta.
Seguí acomodando mi uniforme, me faje la blusa dentro de la falda y me coloque los zapatos que lustre rápidamente con un cepillo que tenia en mi maleta. Y como pude trate de colocarme la corbata ya que no había espejo en la habitación. Me coloque mi reloj de pulsera y me puse a observa la habitación.
En mi escritorio-el del lado derecho a la entrada principal-al lado de la lámpara se encontraba una cartera de color café y a su lado los varios útiles como libretas y libros que había adquirido al momento de inscribirme, así que ordene como pude mi cartera con los libros y libretas que usaría ese día colocando también en su interior algunos bolígrafos y lápices para tomar notas.
En la silla del escritorio de Leí es decir al lado izquierdo se encontraba su maletín donde también estaban sus útiles, la semejanza entre los dos eran idénticas ya que al ser una escuela para señoritas la igualdad era una prioridad, ya que algunas chicas entraban por una beca u otras que son pudientes y que pueden costear la escuela se encontrarían en un ambiente que era algo socialista, por así decirlo.
Con mi cabello seco, tome mi cepillo y comencé a alisarlo de arriba hacia abajo por todos lados, como mi cabello es algo largo, tenia que tener cuidado de no dejar lados sin cepillar, al terminar me coloque mi broche que sujetaba parte de cairel en el lado derecho. Saque de mi maleta mis maquillajes y me coloque algo de cosmético en mi cara, y con mi labial transparente lo repase sobre mis labios. No acostumbraba maquillarme demasiado, como los ojos y las pestañas ya que no era tan superficial como otras chicas, en si prefería lo simple.
La ausencia del sonido del agua de la regadera me dieron un indicio de que Leí había acabado de bañarse, así que toque la puerta para tratar de una manera indirecta de apurarla, ya que quería cepillarme los dientes y claro checar que estuviera todo en orden, como una inspección antes de salir.
Lo único que pude escuchar de Leí fue el “ya voy” y de inmediato se abrió la puerta. Una atmosfera de homo erotismo tiño la escena, Leí salió del baño con una toalla enredada alrededor de su cuerpo, y una toalla blanca en la mano izquierda, la mire fijamente, mientras salía, se volvió hacia mí y mirando mi corbata, me dijo:
-Nat., tu corbata esta torcida, ¿quieres que te ayude?
Mirando la corbata asentí con la cabeza, Leí se acerco a mi, no sentí la necesidad de rechazar un favor y mas cuando no sabia como resolver tal dilema.
Sus manos rodearon mi cuello y arreglaron el nudo de la corbata, sin embargo cuando sus manos rozaron accidentalmente mis pechos un flash back se instaló dentro de mi cerebro, la imagen del día anterior en el que Mónica me ayudo a arreglar mi corbata, sentí que mi corazón se iba a salir de mi caja torácica.
Sonreí agradeciéndole el gesto cuando ella termino, claro que se apeno después diciéndome que lo sentía, era como si ella y yo nos hubiésemos conectado y hubiera podido leer mi mente. Claro que yo no necesitaba decir nada o preguntar el porque de su disculpa, aunque las risas no se dejaron escuchar. Me metí al baño, dejando la puerta abierta mientras cepillaba mis dientes. Leí comenzó la charla, preguntándome acerca de que haría si Mónica o Judith volvieran a acercárseme. Enjuague mi boca y escupí en el lavabo mientras cogí la toalla de manos para secarme los labios, después respondí:
-Ummm, la verdad…..la verdad no se me ha ocurrido nada, pero como tu me dijiste no tengo que preocuparme de nada ya que ellas estarán ocupadas, o ¿no?
-Si, tienes razón- me respondió la voz que estaba al lado.
Mire mis ojos en el espejo, tratando de recordar los elogios que estos me habían causado, los mire detenidamente. No eran la gran cosa, en si eran…. ¡ojos!, lo único que cambiaba era el color, su función era para lo mismo, a menos de que fueran biónicos o de algún trasplante cuya persona podía ver ahora espíritus como lo vi una vez en una película, entonces si podía decir con certeza que eran excepcionales.
Salí del sanitario, Leí se había acabado de vestirse y de maquillarse, ciertamente era algo para el libros de los records ya que no hacia ni diez minutos que había estado en el baño y ella ya había hecho lo que a mi normalmente me toma como mínimo quince. Leí se acomodo su cabello negro en una cola sujetada con un moño rosa, colocando con sus manos el cabello que le estorbaba por detrás de sus orejas.
Le sonreí y el aroma que respire al estar junto a ella era agradable, olía como a flores, además del aroma tan fresco que se respiraba por la ventana que estaba abierta. Tome mi saco el cual coloque lentamente y lo abroche para dar un ultimo toque, saque de mi maleta una botella de perfume, y lo rocié sobre mi cuello y una aplicación en cada muñeca.
Leí percibió el olor, yo la vi y me acerque a ella, le coloque el perfume en su cuello que estaba perfectamente ordenado, parecía una de esas muñequitas de porcelana. Inmediatamente el sonido de la puerta se escucho, respondí al llamado de la persona que estaba detrás de la puerta.
-¿Quién es?
-¡Ah!, soy yo, Vanesa, vine por ustedes, para ir a la cafetería y de ahí al auditorio, deben darse prisa ya que falta poco para que empiece la ceremonia.
-Gracias ya estamos afuera.- respondí mientras mirábamos el reloj en el escritorio de Leí. La hora, 6:25 de la mañana, tomamos cada la cartera de los cuadernos, mientras Leí abría la puerta, ahí fuera de nuestra habitación, Alejandra e Ivonne acompañando a Vanesa se encontraba esperándonos.

Texto agregado el 09-12-2009, y leído por 72 visitantes. (0 votos)


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