“Al otro lado del espejo de Dafne”
III

-sin embargo, en los meses subsecuentes, los relatos de Dafne empezaron a contradecirse y ella empezó a fantasear con lo que quería en esos sueños, lo cual, me dejaba pasmado, ya que ella se quedaba a medias y no podía concluir sus relatos, haciéndose cada vez mas distraída en sus actividades. Siempre se le podía ver exhausta, cansada, como si en la noche anterior no hubiera conseguido dormir; aparte de que su carácter se había vuelto áspero y malhumorado; no tenia ganas de nada, solo de ir a su cama a soñar o mas bien tratar de soñar para encontrar nuevamente la puerta de los sueños que no podía hollar de ninguna manera ya que la barda de ónice se lo prohibía y eso era lo que la frustraba de sobremanera.
Para este punto a Dafne se le veía deteriorada física y mentalmente, tratando de buscar la dichosa puerta de los sueños, pero esto la había orillado a un excesivo reclutamiento de soledad y amargura, dejando atrás a la joven que todas las tardes me deleitaba con cuentos de su mente imaginaria y de sus aventuras donde solo los soñadores experimentados podían estar; la demacración de mi amiga llego a tal extremo que deje de verla varias ocasiones, haciendo que se hiciera mas antisocial de lo que ya era.
En las vacaciones de los meses de Julio y Agosto, su enclaustramiento dejo de ser lo que solía ya que anteriormente se encontraba de mejor humor como para comer o hacer algunas actividades en familia, pero esto empeoro, ya que no solo se negaba a probar alimento, haciendo que se pusiera mas pálida en su tés morena y dejándola casi en un estado de anorexia; su cabello se caia con mas facilidad y sus ojos con un enrojecimiento daban detalle de su extremo auto padecimiento. Solía estar en su alcoba todo el día, dormitando en su cama, y algunas ocasiones la madre de Dafne le escucho decir al otro lado de su puerta: “¿Porque, porque no puedo atravesarla?”, o, “…Pero…no fue mi intención”.
Estos acontecimientos se presentaron con fiebres muy altas, lo cual el doctor que la atendía dijo que estas alucinaciones eran a causa de la fiebre, pero en mi interior- o eso quería creer- sabia que tal vez existía la posible causa de que las fiebres fueran la causa de esas alucinaciones y de esa frustración que ella sentía; pero Dafne interrumpía siempre diciendo que no eran fantasía si no que esas alucinaciones eran reales, y esto se la pasaba diciendo hasta que los sedantes la hacían dormir de nuevo.
Una semana de terminadas las vacaciones de verano, justo para volver a clases, sucedió algo fuera de lo común, al ir a verla, me encontré con la sorpresa de que sus padres habían tomado la decisión de internarla hasta ver alguna mejoría en una clínica para enfermos mentales, cosa que ciertamente no disgusto en nada a Dafne, pero que a mi me rompía el alma de solo verla a ella y a sus padres llorando ante la condición de su hija.
Sin en cambio me prometieron dejarme verla los días de visita, lo cual me dejo mas tranquilo, pero tenia una duda en mi mente, ya que juraría sobre la tumba de mi abuelo que algo se reflejo aparte de Dafne y yo en el espejo de extraños bajorrelieves, justo cuando subí con ella para recoger su maleta.
Ya en la escuela, todos lamentaron algunos de los hechos que la habían llevado ante tal situación y que Dafne no pudiera compartir con ellos ese ciclo escolar, aunque hubo algunos que musitaron palabras como “loca” y cosas por el estilo.
Cuando Dafne estuvo lista para la visita familiar, estaba totalmente entusiasmado con la idea, pero al llegar a la institución, los reportes del medico que cuidaba de Dafne me dejaron realmente asombrado, ya que hablaban de la magnificencia de la ciudad rodeada por las columnatas de ónice, las que están detrás de la puerta del sueño profundo y de la barda que en incontables ocasiones había detenido a mi perspicaz amiga a hollar mas allá de esta.
Mientras esperábamos para hablar con ella, un doctor abordo a los padres de Dafne para hablar acerca de cosas que habían encontrado mas detalladamente en otro examen que le habían realizado y yo pude pasar a una sala en la cual me pude ver con ella.
Olvidamos las formalidades; y ella me comenzó a describir lo que había detrás de las murallas.