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Inicio / Cuenteros Locales / yuukoichihara / \"Las espinas de la rosa-La rosa y la declaracion de amor en la noche-.\" Capitulo 1

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“Las espinas de la rosa”
-La rosa y la declaración de amor en la noche-
I
-“Lo siento Natalia, pero, tendremos que irnos este fin de semana, la verdad no me hubiera gustado dejarte en esta situación, y mucho menos ahora como están las cosas”.
Esta frase correspondía a Vanesa que se había presentado muy de mañana, para ser exacta a las 8:00 de la mañana para avisarle a Leí que tendrían que irse a su casa ese fin de semana por una llamada telefónica que había recibido de su padre antes de ir a nuest6ra habitación ya que la tía de Leí, en este caso la madre de Vanesa se encontraba enferma. Y no era lo único que me podía pasar ya que Ivonne y Alejandra también regresarían ese primer fin de semana a sus casas; yo por mi parte me quedaría en la escuela.
-No se preocupen por mi, la verdad estoy bien, así que vayan no me molesta, además tu madre es la que esta enferma, así que cuídenla y no se presionen, ¿de acuerdo?-respondí a las palabras de Vanesa, mientras todavía me encontraba en mi pijama rosa. Mientras Vanesa estaba vestida con unos jeans ajustados de mezclilla azul y unos tenis rosas, acompañados con una playera rosa y una chamarra negra.
Lo único bueno de esto era que los fines de semana no teníamos que usar el uniforme ya que no hacia diez minutos después de que llego Vanesa a la habitación, la señora que se encarga de nuestros uniformes se los llevo para lavarlos, además de limpiar los uniformes de educación física que usaríamos el lunes en las cases de la tarde.
Aunque aparentaba gran calma por como se habían desarrollado las cosas ese resto de semana después de que ignore prácticamente a Mónica cuando nos la encontramos, me sentía inquieta ya que mi escape de era Leí y su prima, mas sin embargo sabia que si no metía las narices donde no me llamaban no podía meterme esas 48 horas en problemas.
Viendo mi cara de preocupación Vanesa me dijo.
-¡Venga Natalia!, no te preocupes, te daré un gran noticia, tanto Judith como Mónica se irán a sus casas, así que puedes relajarte, además no estarás sola en la escuela ya que habrá algunas alumnas que se quedaran también, además la alberca de la escuela y la biblioteca estarán abiertas, ósea que puedes estar tranquila.
Un suspiro mío salió de mi boca reflejando que esas eran buenas noticias. Para ver como Leí salía del baño cambiada en un vestido verde limón y unos zapatos de color negro con unos broches para sujetarlos, su cabello bien cepillado hacia atrás y con el típico flequillo que se acomodaba por detrás de sus orejas con su pasador en la parte superior, la hacían ver muy linda.
-Bien, nos vemos Nat, te prometo regresar el domingo en la noche para que no te sientas sola, asimismo Ivonne y Alejandra se irán a su casa después del desayuno, así que no estarás sola hasta que se termine. Prometo traerte algunos dulces y algunos adornos para que decoremos la habitación, ¿de acuerdo?
Asentí con la cabeza lo que Leí me había dicho, pero me sentía algo comprada ya que la frase “traerte dulces” me había sonado como si fuera una niña. Leí se acerco a mi para darme un beso en la mejilla, y se despidió de mi, me incorpore de la cama y me despedí de Vanesa mientras salían por la puerta.
Mire por la ventana la imagen de los arboles que tenia delante y el aire fresco que se respiraba al abrir la ventana me tranquilizaron. Mire el reloj en el escritorio de Leí, la hora las 9:00, el desayuno se serviría dentro de media hora ya que en los fines de semana las horas de la comida cambiaban.
En la parte de mi escritorio se encontraba mi lazo de color rojo, lo tome y con la mano derecha abrí el cajón del lado derecho de mi escritorio para colocarlo ahí dentro, la rosa que había dejado el lunes en la noche cuando la saque de mi saco estaba toda marchita.
Mis ojos se posaron en ese capullo seco, desperté rápidamente, deje el listo en el cajón y lo cerré, no se porque no lo tire pero me daba una especie de nostalgia el tener que recordar la forma en que lo obtuve.
Tendí mi cama procurando dejarla igual de perfecta como Leí lo hacia, cuando termine de estirar las sabanas y todos los aditamentos de mi cama, continúe con la de Leí, saque de mi maleta algo de ropa de calle y me introduje al baño, abrí el grifo y después de desvestirme, me introduje en la ducha. Al terminar de asearme me seque cuidadosamente y me coloque mi ropa interior después mi pantalón pescador blanco con unas calcetas blancas, una camisa negra con un sweater de color rosa mexicano con mis converse negros.
Me cepillaba el cabello en el baño cuando la puerta sonó, deje el cepillo en el lavabo y me dirigí a la puerta, al abrirla me encontré con Alejandra e Ivonne que me saludaron mientras les abría la puerta para que entraran a la habitación.
Mientras yo seguía alisándome el cabello ellas tomaron asiento, Ivonne el la silla de Leí y Alejandra en mi cama.
-Es una pena que te vayas a quedar sola Nat, pero ¿Por qué no te vas a tu casa?- me pregunto Alejandra.
-No es que no quiera o no pueda ir, pero me gustaría no estar siempre en mi casa, además tendría que esperar a que mi padre o alguno de mis hermanos llegara por mí, y la verdad no me gusta estar esperando.- le respondí desde el baño.
-Y…… ¿Qué harás si te encuentras con…… tu sabes….Mónica o Judith?- esta era la voz de Ivonne que era la que me cuestionaba.
Coloque en mi cabello mi pasador negro sujetando mi cabello, casi como lo hacia Leí-lo cual ya se me había hecho una costumbre aunque mi cabello es mas largo que el de Leí- Salí del cuarto de baño y mire a Ivonne y a Alejandra sentadas esperando mi respuesta.
-Mmmmm, la verdad es que estoy feliz de que preguntes Ivonne.
-¡Ah si!, y porque te pone feliz algo que te debe de incomodar.
-Pues Vanesa me dijo antes de irse que la señorita Mónica y la señorita Judith se retiraran el día de hoy a sus casas-. Le respondí con cierto aire de triunfo mientras colocaba mis manos en mi cintura.
-Ummmm, ya veo, así que la señorita Vanesa te dijo eso….
-¿Por qué, pasa algo malo?- le pregunte al ver la cara de duda que ponía Ivonne.
-No, no es nada, olvídalo solo estaba pensando……así que ya estas lista para que nos vayamos a desayunar, además tu prometiste ayer acompañarnos el día de hoy hasta la puerta.
-Si, vamos. Respondí.
-Espera un poco Nat, ale y yo iremos de nuevo a la habitación a recoger nuestras carteras y nuestro uniforme para lavarlo en casa.
E Ivonne se adelanto con Alejandra, mientras yo cerraba la ventana de la habitación y Salí por la puerta que habían dejado abierta, la cerré y camine por el sendero donde salían ellas dos, caminamos hasta alcanzar las escaleras para bajar, y grande fue mi sorpresa al ver que Brenda bajaba con su maletín escolar y vestida con un pantalón de vestir negro y una blusa blanca con su cabello rojo agarrado con un lazo haciéndole una especie de cola.
Nos saludo mientras bajaba, le devolvimos el saludo y me miro con cierta indiferencia cuando paso a nuestro lado; dejamos que se nos adelantara y bajamos hacia la planta baja.
Nos encaminamos a la cafetería, al ingresar en esta no había mucha gente ya que muchas alumnas se van desde temprano para poder aprovechar el día. Nos formamos en la escasa fila y tomamos nuestros alimentos, platicamos acerca de cosas vánales y al terminar nues6tro desayuno, llevamos las bandejas de comida.
caminamos por el sendero que se encuentra entre los edificio de tercero y de segundo para llegar a donde estaba la fuente con su estatua, para que volviera a caminar de nuevo hasta el edificio que se veía delante de nosotras en donde están las oficinas de la directora y de algunos profesores. Pasamos por la entrada en forma de arco junto con otras alumnas que iban en grupos, al salir por la otra vertiente de ese edificio, la gran reja por donde había entrado hacia casi una semana estaba abierta de par en par mientras las chicas con su ropa de colores y distintos atuendos desfilaban por ella.
Alguno que otro auto y camioneta se veía en la entrada para recogerlas, al llegar a la entrada donde Ivonne empezó a sonreír, se vio a un chico de unos 25 años parado en el cofre de una camioneta realmente sorprendente.
-¡Hermano, hermano!- grito Ivonne mientras saludaba a aquel chico que se acercaba a nosotras.
-Hola princesa, ¿Qué tal tu primera semana?-. Le dijo cariñosamente mientras le acariciaba la cabeza.
-Bien, la verdad me fue muy bien, ¡ah!, te presento a mi s amigas ella es Alejandra es mi compañera de dormitorio y esta que esta tan mona se llama Natalia.
-Mucho gusto señoritas-dijo dándonos la mano, aunque Alejandra le dio un beso en la mejilla- espero que sigan cuidando de mi hermana, ¿de acuerdo?
El hombre que teníamos delante nuestro Josué Ibarra Rodríguez el hermano mayor de Ivonne tenia muy buena pinta, es decir era atractivo y cosas por el estilo, vi que Alejandra se puso roja cuando dijo esto, no era por presumir que lo sabia pero se veía que se sentía atraída hacia el.
Los tres se despidieron de mí, pero el hermano de Ivonne me alago de nueva cuenta mis ojos, me puse como Alejandra, pero si comparamos el rojo de mi cara era mayor al de ella. Prometiendo regresar el lunes temprano, amabas subieron a la camioneta de Josué. Y mientras el subía por la puerta del conductor me guiño el ojo de una manera algo extraña, me sentí alagada de que me sucediera ya que eso significaba que estaba en un camino que tendía a la normalidad.
Me disponía a retirarme cuando una voz familiar me hablo.
-¡Mire, nada mas a quien tenemos aquí!, es la señorita Natalia. Buenos días, ojala haya amanecido muy bien señorita.
Me volví para ver al viejo Ignacio cerca de donde estaba, le devolví los buenos días, mientras el se dirigía a cerrar una de las puertas de la enorme reja de metal. Dirigiéndose de nuevo a mí me dijo:
-Y, ¿Por qué no se prepara para irse a su casa señorita Natalia?
-Bueno, vera, yo………….no tengo pensado ir a mi casa hasta las vacaciones de diciembre, así que me quedare todos los fines de semana para adelantar en mis estudios.-le respondí.
-Ya veo, ¡ah!, ¡ya se!, que le parece si le invito una taza de café o de te si usted gusta, además sirve que le muestro las fotos de mi sobrina que casi es idéntica a usted, o ¿tiene alguna otra que hacer?
-No, la verdad es que no, en si quería dar una vuelta por la escuela antes de regresar a los dormitorios para ir a la biblioteca, así que estoy libre por ahora.
-Bien, Bien, entonces sígame.-me contesto.
Ambos comenzamos a caminar hacia una pequeña casita que estaba a u nos metros de la reja de metal, esta era la casa del viejo Ignacio y era la que había visto junto a Leí la otra vez cuando habíamos rodeado para que su prima Vanesa y Brenda que estaban en el kiosco no nos viesen.
Dicha construcción era de lo más humilde un cuarto de ladrillos pintados de color blanco. Los cristales estaban un poco sucios por el polvo, una fachada pobre pero que al entrar se veía muy bien cuidado su interior, por lo menos yo no encontré que se hallara sucio.
Dos sillones, uno individual y el otro una especie de sofá cama estaban en la entrada, junto a estos se hallaba un gran libreo donde había muchos papeles, revistas y uno que otro libro que parecía antiguo.
En la esquina derecha a donde estaba la entrada de esta casita había una pequeña mesa con una televisión de unas 25 pulgadas que era de blanco y negro con un pequeño mantelillo tejido de estambre rojo en la parte de arriba del televiso.
A la parte izquierda se encontraba una cocina muy pequeña con un mini refrigerador, una mesa con cuatro sillas y una estufa de cuatro quemadores. Arriba de esta se alzaba una pequeña repisa donde el viejo Ignacio saco dos platos pequeños y dos tazas de color negro con unas cucharas de metal, mientras calentaba el agua del grifo del lavabo que tenia al lado de la estufa.
No había un habitación anexa o algo así, por lo que me llevo a pensar que dormía en el sofá cama donde me había invitado a sentarme, sin embargo si tenia un baño con una regadera rustica que se encontraba fuera de la casa del vigilante, no me sentía incomoda ni nada por el estilo, ya que no tenia porque estarlo, cuando el agua que puso en su pocillo de metal estaba hirviendo me mando a llamar y yo lo hice así. Con un pequeño trapo rodeando el asa caliente del pocillo metálico, lo condujo hasta la mesa donde vertió el líquido caliente en las tazas negras que había colocado.
Debajo del lavabo se encontraba una pequeña repisa donde saco un tarro de café y una caja de sobres de te de sabores, mas aparte saco un frasco donde tenia su azúcar. En la mesa se encontraba una bolsa de papel de donde saco de su interior unos bizcochos que coloco en una cesta que me pidió bajara del gabinete que estaba arriba de la estufa.
Ya estábamos en la mesa sentados cuando vi que mi superior estaba inclinando la cabeza, al parecer estaba rezando; sentí que seria una grosería no seguir sus pasos así que también incline la cabeza. Sinceramente no era muy religiosa y mi padre no se encargo de darnos esa clase de educación aunque en vacaciones de verano y de diciembre cuando visitaba a mi abuela materna ella me hablaba sobre la biblia ya que ella es una testigo de Jehová al igual que mis tíos y tías. Por parte de mi padre no había creyentes mas bien eran agnósticos. Y lo que sabia de cuando mi madre se caso con mi padre es que dejo de ser creyente y solo se dedico a su familia.
Al terminar de agradecer los alimentos, el viejo Ignacio me miro y me pregunto:
-¿Qué quiere ponerle a su agua señorita?, ¿te o café?- me pregunto dándome a escoger.
-Mmmm pues aunque tomo café… creo que hoy tomare el te… si, el te estaría bien.
Alargando la caja de cartón donde estaban las bolsitas del te, tome una que parecía ser de manzanilla, la agarre del listón que la sujetaba y la coloque en el interior de la taza, observando como el agua la cubría toda para después vaciar su aroma y contenido esencial en esa agua.
Coloque en su interior azúcar que revolví con la cuchara que me proporciono el viejo Ignacio y con un ademan me invitaba a coger uno de los biscochos que estaban en la cesta de pan que tenia delante mío, yo decline la oferta y le agradecí su atención.
Al terminar mi te y el su café con su pan, agradeció la comida al igual que yo, me miro y me dijo que lo esperara un poco, se levanto y se dirigió al libreo que tenia en su pequeña sala y de la parte mas alta saco un álbum de fotos que me entrego cuando se volvió a sentar a la mesa.
Yo lo hojee y vi varias fotos de cuando el viejo Ignacio era joven, en otras estaba acompañado con su esposa e hijo, esta clase de fotos las miraba con nostalgia cuando le preguntaba por el nombre de quienes as integraban. Sabia que no debía preguntar demasiado, sin embargo el parecía quiere contarme algo acerca de el per cuando gire la ultima pagina ahí estaba la foto que tanto me había mencionado, bueno no era una solamente, si no muchas fotos de esa chica que es la sobrina del vigilante.
Yo no podía ver el parecido conmigo pero efectivamente tenia el color de ojos, de cabello y de piel que yo a excepción de un lunar debajo del ojo derecho era muy linda y en todas sus fotos parecía estar completamente feliz.
Cuando terminábamos de ver las fotos, y de platicar algunas anécdotas, me pregunto acerca de mis días en el colegio yo le conteste pero misteriosamente me vino a la mente la persona de Mónica así que mi curiosidad fue mas fuerte que nada y le decidí preguntar acerca de ella.
-Mmmm, disculpe, se que será mucha indiscreción, pero….tal vez usted conozca a todas flas alumnas, ¿cierto?
-Si, es muy cierto, ¿Qué pasa?, vamos pregunta sin miedo.
-Bien, pues quería saber si usted conoce muy bien a Mónica Díaz Fernández o a la representante Judith Delgado.
Cuando termine de decir esto la expresión del anciano se desfiguro de alegre a algo seria, trago saliva y me dijo.
-Y, dime, ¿Por qué es que quieres saber acerca de la señorita Mónica o de la señorita Judith?, acaso algo malo paso con ellas.
-Pues…..digamos que hipotéticamente paso algo….
-No se si debo contarlo o no, pero creo que si tu me preguntas por alguien como ellas, solo puede haber una razón, y no quiero ofenderte diciéndola, así que puedo imaginármela, así que si quieres escucharlo, debes prometerme que no saldrá de tu boca nada de le que te voy a decir señorita Natalia, ¿esta usted de acuerdo?.
Asentí con la cabeza para escuchar lo que el viejo Ignacio tenia que decirme, entonces continúo.

Texto agregado el 11-12-2009, y leído por 111 visitantes. (0 votos)


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