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Detesto que hagan eso. Lo detesto porque ésa es otra forma de romper con la calma y cuando eso sucede vienen a la mente los sonidos, esos ruidos de metal chocando, esa histeria colectiva. Por eso detesto que tiren al suelo las mesas con las cartas y tengamos que volver a empezar con el juego. Y me da risa que ellos se disparen con los dedos y se mueran. Justo ahí nos enteramos, o recordamos, que no tenemos cartas, que no hay monedas, que tampoco una mesa en qué jugar, que estamos muertos y hacinados en el infierno. Lo volvemos a notar y por consiguiente se rompe el equilibrio que tantos segundos nos costó construir.

Yo me recobro viendo al hombre que espera el autobús. Me río de su afán. Me río porque todos aquí nos creemos en diferentes condiciones y nos burlamos de los otros condenados. Su afán se me hace realmente gracioso. Con una mano sostiene el sombrero y con la otra las monedas que cada cierto tiempo cuenta a la vez que mira esperando que aparezca en la esquina el autobús. Y todos sabemos que no hay nada en el horizonte pero entendemos que él ve algo como nosotros cuando vemos cartas, pistolas, mesas, cigarros y tragos que no tenemos. Él ve una calle transitada por muchos carros de todos los colores, pero su bus nunca llega y en el preciso instante en que cuenta por tercera vez sus monedas se entera de que no son monedas sino cucarachas y avispas y empieza a gritar. Y los muchachos tiran al suelo la mesa y desenfundan sus manos vacías para dispararse. Se pierde la calma. El metal chirriante nos destroza los nervios. Es así todo el tiempo.

Y también están los otros, los recién llegados, los novatos, que miran todo con aire incrédulo hasta que ven al fondo el tocadiscos. Se apresuran hasta él y sacan del bolsillo monedas-avispas-cucarachas que luego introducen por la ranurita. Todos intentamos detenerlos pero es inútil; volvemos a encontrarnos con que estamos atados y con que no podremos movernos. Ahí arranca la canción: se rompe la calma. Los cretinos estos arrojan al suelo la mesa, el hombre del autobús grita, el novato toma su lugar en la comedia y yo me siento a escribirlo todo una vez más.

Texto agregado el 12-12-2009, y leído por 488 visitantes. (16 votos)


Lectores Opinan
29-09-2018 Dale...dale...no lo deje ollaida
23-02-2012 Parece que escribiste tu relato en un lugar donde el ruido y el estruendo estaban que hacían de las suyas. Muy bueno. inkaswork
23-02-2012 Es el día de la marmota de Dante. Me encantó ese final del que no se escapa ni el narrador. Espectacular y redondo. ****** larsencito
04-01-2011 Perturbador. Pero muy interesante- ZEPOL
04-01-2011 Me pareció excelente narración desde el otro lado de la fontera.Me gustó mucho.Disfruté tu trabajo. emece
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