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Tizas de colores



El sol parecía una enorme naranja, en el cielo. Las nubes casi no se veían, la brisa caliente y el trinar de los pájaros, hacían de mi patio trasero la selva ideal para la aventura de esa tarde.
Entre las plantas de tomates y demás verduras que mi abuelo cultiva en el fondo, yo soñaba estar en una selva impenetrable, tratando de encontrar una tribu nunca antes vista. El olor maravilloso de los enormes tomates llenaba de placer mis sentidos, pero trataba de ignorarlo para pesar en los raros olores que se deben percibir en una selva inexplorada.

Mi madre irrumpió mi lejanía con el chirrido de la puerta que separaba mi vida real, de la fascinante. A las cinco de la tarde, vendría a visitarnos Margarita, la amiga de la infancia de mamá, que hacia tres años se había ido a vivir a Córdoba. En realidad Margarita no era de mi agrado, pero tenia un hijo de mi edad con el que me encantaba jugar; por lo menos ese recuerdo era el que tenia de Javi, cuando vivía en Buenos Aires. Él era otro aventurero de mi patio. Eso sí, un día jugábamos a los exploradores, y otro día a pintar paisajes con tizas en el suelo. De grande Javi iba a ser un gran pintor, como Miguel Ángel, o el mismísimo Salvador Dalí.

Desde que Javi se había ido a vivir a Córdoba ni siquiera nos escribíamos. Nos conformábamos con enterarnos por nuestros padres, qué era de la vida del otro. No sé, cosas de chicos, o tal vez no había un lazo lo suficientemente fuerte. A parte en esa época cartearse con un amigo era ser la burla de los demás chicos del barrio ¡si se llegaban a enterar! y siempre lo hacían. El asunto de Internet y la soltura que tienen los chicos en la actualidad, no existían. En cambio hoy en día hasta hubiera resultado canchero chatear con un amigo que vive en Córdoba.
En mi época y con la escasa comunicación que poseíamos… vasta con decir que para hablar por teléfono teníamos que caminar siete cuadras, e ir rogándole al cielo que el teléfono público funcionara y solo se usaba en casos realmente importantes. Por eso seria que las familias nos visitamos más seguido. Ahora solo vasta con levantar el tubo, o escribir un mensaje, llamar por celu, mandar un mail e interminablemente seguiría nombrando formas de comunicación.

Después de bañarme y ponerme un vestidito tipo solera con estampado de flores, que aun hoy veo en las fotos de mi niñez, y mis hijas y sobrinas critican. Espere en el sillón del living comedor. Tenía hambre, pero mi mamá, me había pedido que esperara a que llegara Margarita y Javi para tomar la leche. Así que agarré un pedazo de pan puro (así le decía yo al pan sin manteca y sin ninguna otra cosa), como niña educada tome un repasador y lo puse sobre mi falda y comencé a engullirlo.

Las horas pasaban y ya las cinco de la tarde, habían quedado atrás. Me cambie las sandalias de salir, volví a mis zapatillas de lona y me fui para el único lugar en donde podía relajar mi cuerpo y hacer trabajar la mente, el patio del fondo. El olor a tomates se sentía desde el pasillo, aun antes de traspasar por la puerta mágica que me llegaba a mi selva. Ya comencé a sentir el rugido de los tigres, los diferentes sonidos de animales nunca antes visto, tambores lejanos, de esa tribu que llevo años buscando, cuando… la puerta del pasillo se abrí y allí estaba él. Mi amigo Javi. Algo más alto y un poco más silencioso. Seria por la timidez de encontrarnos después de tanto tiempo.

No duro mucho la timidez, a los cinco minutos ya estábamos deliberando el juego, pero como cortesía, ni siquiera propuse jugar a los exploradores. Saque las tizas de colores y lo mire como diciéndole, ¡¡¡¡¡adelante Picazo, crea!!!! Parece que al igual que antes seguía sintiendo su pasión dibujar, porque enseguida, rodillas al piso, nos pusimos a imaginar lugares.¡Lo que diría mi madre, cuando viera mis rodillas percudidas, las que tanto criticaba y las que sufrían todo tipo de “cosas eficaces para pulirlas!.

Fue una tarde mágica, poco hablábamos, pero las sonrisas que nos regalábamos expresaban la satisfacción del juego compartido. El paisaje había quedado estupendo. Habíamos dibujado árboles enormes, algunos frutales, otros con monos colgando de ellos, flores de todos colores, aves exóticas y animales, mitad reales, mitad imaginarios, como el perro de Javi, que tenia patas parecidas a las de un cocodrilo, o la tortuga que yo había creado, con margaritas que nacían de su caparazón. El toque final, fue las iniciales nuestras, culminando la obra maestra, como todo artista. E y JD Elizabet y Javier ¿Dalí?, jajaja, este Javi, ya se la creía.

Se escuchaban pasos por el largo pasillo que conducía a nuestra “galería de arte”. Javi salio primero corriendo por el pasillo, haciendo chirriar la puerta de chapa, con bisagras sin aceitar, y yo corrí a la canilla que estaba al costado de la huerta y me enjuague las rodillas todas pintadas, en un intento desesperado. ¡Todavía no había ido a saludar a Margarita!, y con la facha que tenia, a mi mamá le iba a dar un patatufete.

Papá entro muy despacio por la puerta de chapa, que daba a mi paraíso terrenal. Me llamo la atención, porque todavía no eran las ocho y él ya estaba en casa. Tal vez ¿había venido a saludar a Margarita? Noooo, al igual que yo mi papá, no pasaba a Margarita y sus aires de superioridad. _ ¡Papá querido! Le dije mientras corría a abrazarlo, pero de cerca pude ver su rostro desfigurado por la tristeza. Me abrazo y luego solo recuerdo haberme quedado con mis abuelos por unos tres días más o menos. Mis padres tuvieron que viajar de urgencia.

Margarita y Javi, habían tenido un accidente fatal en la ruta. Había sido un choque múltiple y no habían quedado sobrevivientes. Así decían los noticieros y después yo lo había leído en un diario, que mi abuelo se había olvidado en el baño. Un diario de esos que tenían las paginas color amarillo y mostraban los cadáveres calcinados regados por la ruta.

No solo tarde tiempo de reponerme por la noticia de la muerte de Javi, sino porque yo había estado con él, de alguna forma, de alguna manera. Es obvio que al principio no les dije nada a mis padres, pero al ir corriendo los días y al hacer la confesión que me tenia tan angustiada, solo gane sitas interminables al psicólogo y un vacío terrible en el alma.

Ya no iba al patio del fondo a jugar y ya no me interesaba encontrar una tribu nunca antes descubierta. Mis días se volvieron tristes y confusos. Hasta yo me preguntaba si aquella tarde había existido. Si tal vez el calor de aquella tarde, había confundido mis sentidos.

Después de un año, volví a internarme entre las plantas de tomates, pero esta vez mi imaginación se había ido para siempre. Solo podía ver las plantas de tomates y percibir su olor como tal, las lechugas en repolladas y no confundirlas con plantas venenosas africanas, los rabanitos y por mas esfuerzo que hiciera, seguían siendo rabanitos.

Las tizas se hacen polvo, el agua la borra, hasta un viento fuerte desfigura el paisaje que pudiera llegar a crearse con tanto entusiasmo. Pero nadie puede, o no quieren explicar, porque en el patio trasero de mi casa, en el fondo mágico de mi niñez, las letras E y JD, aun no se han borrado, y tampoco se borraran. De alguna forma mística o como se quiera llamar al suceso, esas letras siguen ahí, sin que el viento, el agua o la escoba de mi abuela, las altere. Recuerdan, no solo aquella tarde mágica y trágica a la vez, aquella tarde en donde la razón, para mi cambio su significado. ¿Qué tan verdadero o loco, puede ser para una niña de 13 años contar lo vivido? con la razón de ser, algo imposible.

Hoy recuerdo aquella tarde solo de vez en cuando, con la mente de una mujer de treinta y cuatro años, que justo un día de verano, con un sol como naranja y en el patio trasero de su casa, abandono su niñez, para crecer repitiendo el discurso de que la magia no existe, que tener demasiado imaginación a veces resulta contraproducente. Que ya era hora de madura.


Fin

Valeria Viviana Contreras.
21-11-2009.

Texto agregado el 15-12-2009, y leído por 618 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
15-12-2009 Es bellísimo y por favor sigue pensando que la magia existe , eso te permitirá explorar más allá de lo que ves y harás maravillas con las letras , me encanto , muy bien narrado =D mis cariños dulce-quimera
 
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