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"podrán cortar todas las flores pero jamás detendrán la primavera"

Estaba esperando sentado en la puerta de calle, la silla, el mate, el diario ya ojeado hecho rollo en mi mano. Decían que por algún país latinoamericano la derecha había vuelto a ganar. Parece que no aprendemos mas - pensé en silencio-, dos segundos mas tarde veo llegar a mi nieto con una remera que me causó cierta alegría. Inmutable, tanto como la primera vez que lo vi, con la mirada fermente clavada en el horizonte de la verdad. Recordé prontamente en mi juventud cuando activamente defendía sus ideas, cuantas veces me había peleado con la gente por las calles, bares, y reuniones acerca de su pensamiento... la vida me había intentado refutar una y cada vez que no estaba en lo cierto, hasta que un DIA me dije -ya basta, mejor me no discuto mas y que revienten los cerdos.
Ha pasado tiempo desde aquello, renuncie a un montón de cosas (aunque siempre prefiero decir que las deje guardadas para la vuelta), me conseguí un laburo normal, paga mas o menos buena, mi jefe me trataba mal pero compensaba con la hermosa de su hija, con la cual me termine casando tiempo mas tarde para convertirme definitivamente en lo que se denominaría un burgués hecho y derecho. Supiste guardar las banderas a tiempo (me dijeron un DIA que recordábamos a un amigo que desapareció un día de mayo de la década de los 70), -si, si. Decía yo mientras intentaba morderme la lengua para no decir que en realidad me arrepentía de no haber estado junto a él aquella fría noche, al menos hoy no tendría este dolor en el pecho ni tampoco los ojos llenos de lágrima mientras escribo esto.
Alguna vez supe dejar de lado mi ideología, queme un par de libros, tire varias direcciones y saque algunas fotos de mi pieza en la pensión sucia donde supe vivir (a mi me encantaba).
Hoy cuando lo ví llegar a Marcos, con la remera del comandante Guevara, sentí que los ojos de la estampa, sin dejar de continuar fijos en la utopía me decían que no estuve en el momento que debía haber estado, ni tampoco en el lugar.
¿Que haces con esa remera? - le pregunte a Marquitos- Es el che Guevara me respondió, Guerrillero Latinoamericano encabezo junto con Fidel Castro y Camilo Cienfuegos y un grupo de guerrilleros más la revolución cubana en 1959, icono revolucionario por excelencia. Con esa definición mitad diccionario mitad ímpetu de juventud, le pregunte acerca si sabia algo de lo que el che decía y las cosas por las que peleaba, me miro a los ojos, como buscando que yo le dijera algo al respecto. No pude evitar sentir eso que sentía en los 70 cuando discutía sobre como eran las cosas por el mundo, los 80 me habían dado ciertas ilusiones y los 90 me las terminaron de "esconder", mirá marquitos le dije, ese "mirá" es un termino que uno utiliza para cuando tiene que explicar algo muy importante, aclarando que uno con opinión casi experta quiere comunicar aun sabiendo que quizás no sea del todo comprendido pero bueno...
Entre todo esto mientras nos tomábamos unos buenos amargos tuve una charla bárbara con mi nieto y supo sorprenderme con comentarios acerca de otra gente, ese tipo Marcos (que vaya casualidad tenia su mismo nombre) que anda por México y por el mundo...
No pude dudar ni un segundo en preguntarle donde había conocido al che, me respondió casi en silencio que la abuela le había dado una estrellita de cinco puntas que supo ser mía... busco entre sus ropas y saco el colgante, un poco gastada por los años pero sin dejar de brillar como el día de que mi buen amigo Oscar me la regalo en aquella primavera. Por momentos me sentí con ganas de llorar por todo esto, llorar de alegría y llorar de dolor... dolor por acordarme de Oscar Barrera, compañero revolucionario desaparecido el 27 de mayo de 1976, dolor por los años que se habían pasado y yo inerte, por las discusiones perdidas, por los errores de la madurez. Inmediatamente alegría por volver a sentir lo mismo que supe sentir hace tanto tiempo atrás y que aun sigo viendo en los ojos de Marquitos, por saber que Alicia (mi mujer) había guardado durante tantos años la estrellita de cinco puntas, alegría por saber que Oscar me miraba desde alguna parte sabiendo que no me había olvidado de el, y alegría de que por la puerta de casa pasaba el cortejo fúnebre de mi desmemoria y las flores adornaban la primavera como siempre... y para siempre.

Texto agregado el 15-06-2004, y leído por 247 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
30-06-2004 mire amigo cienfuegos. su escritura no es la misma de antes, es mucho mejor, ya ha llegado a un punto donde solo los grandes como puede ser cortazar llegan. podre yo ser algun dia como usted? caruga
 
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