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10 Cuentos sobre el Amor
"Solo te esperaba"
1
¿Como olvidas?
Julien
Aun no se mi destino, camino sin rumbo, aun escucho esas palabras, agudizo mi oído para intentar distraerme. Pero el único sonido es mi cabeza es su voz, dulce, un tanto aguda pero no como chillido, era perfecta, para mí al menos lo era.
Yo comía mí comida china cuando lo dijo, el teléfono estaba en altavoz y lo escuche, aquello que parecía tan perfecto se estropeaba con lo que ella decía
“¿Sabes lo que es el dolor?, Yo no, pero ahora me parece sentirlo, es algo que no te deja estar bien, que hay un momento en que ocupa tu mente y no te deja hacer ni pensar en algo más que eso, y cuando te permite, lo único que piensas es cuál es la raíz del dolor, y le doy vueltas y la única razón que le encuentro a mi dolor y a mi tristeza, eres TU”
En ese instante me desconecte, las palabras que le siguieron las deje de escuchar, ignoro si me colgó o siguió hablando, ya no me importaba.
- Julien.- Me tomo del brazo -. ¿A dónde vas?
No respondí, me hizo girar la cara para verla, me quitó los lentes.
- Lloras de nuevo, ¿Tanto te ha afectado?
- No esperaba que saliera en un periódico.
- No debí leértelo. ¿La extrañas?
- No te voy a engañar, lo sabes.
- Búscala
- ¿De que serviría?
- No lo sé, por lo menos te evitaría el estar así, ¿no crees?
- ¿Y tú?
- Te voy a esperar.
Esa misma tarde conseguí un boleto, que me esperaba en Roma, no lo sabía, ¿que si quería verla?, claro que si, ¿que si sabría que decirle? por supuesto que no, y es que olvidar se dice tan fácil, pero no se consigue de igual manera.
¿Seguiría igual?





Silvia
- Mami, mami, se hace tarde.- Giuliano me hablaba desde el pasillo.
- Te toca.- Dijo Andrea, dándose la vuelta en la cama para seguir durmiendo. Como tenía razón Ethan Hawke, llega un momento en el que te despiertas a lado de la persona deberías amar, y estas a millones de kilómetros de distancia de él, teniéndolo físicamente a menos de 30 cm.
Me levante de mala gana. Lleve a Luca a la escuela, en el camino compre mi periódico de siempre.
- Llegaré tarde hoy.- Me advirtió Andrea, mientras como siempre se acomodaba su corbata, de pronto eso dejo de tener sentido para mí.
“Julien Blanc, cerró su serie de conciertos ayer por la noche en Londres, Inglaterra, después de 5 días de gozar de su música, la gente se refiere a él como uno de los más grandes prodigios de estos tiempos”.
Hasta ahí leí, mi corazón, no supe si se detuvo o se aceleró, ¿Julien? Mi Julien, ahora famoso. En el fondo me alegraba, aunque verlo en esa fotografía con esa mujer me lleno de algo, que supuse eran celos, aun después de tanto tiempo.
- ¿Qué lees tan entretenida?- Preguntó Andrea, lo volte a ver,
- Nada, solo las noticias.
- Bueno, pues llegó noche no me esperes.
- No pensaba hacerlo.- Contesté con ironía
- Venga, no te enojes, sabes…
- No Andrea, no lo sabes.- Me levanté de la silla.
- ¿Quieres que lleve a la niña?- Preguntó, talvez para contentarme, pero no lo iba a lograr.
- Como quieras.
Me dirigí a mi trabajo que no era gran cosa, la obra de teatro estaba en lo que yo le decía un receso, después de casi 3 meses, dicho descanso había sido obligatorio, ya que el protagonista se le había subido la fama a la cabeza, y nos había votado así como así, por lo que mientras, dábamos todos los días unos dos ensayos, el encargado de casting buscaba quien supliera al protagonista.
Encontrar estacionamiento fue casi imposible, pero al fin encontré, aunque a dos cuadras del teatro.
Entre al vestíbulo, como siempre el guardia me pidió mi ID, sin embrago eso no fue todo lo que me dijo.
- Alguien la espera.- Anuncio con su voz grave y sin decir una palabra más.
Avance, y ahí estaba, a menos que mi imaginación me traicionara, como tantas veces lo había hecho después de que se fue.
- Hola.- Dijo, y volteo, aunque no para verme.
- ¿Cómo sabias que era yo?
- Tu olor no ha cambiado en lo absoluto.- Me dijo mientras sonreía, con esa sonrisa torcida, tan propia de él.- Y me quede ahí, paralizada sin saber que mas decirle, que mas hacer.
2
La vida pasa, y uno también.

El vuelo no fue placentero, todas esas nauseas, que no supe si fueron por culpa del avión, o del miedo que me daba verla de nuevo. Lo primero, llegar al hotel.
- Le suite di vìa Ottaviano in Vía Dei Gracchi, per favore.- Indique al taxista.
No dormí mucho, y el poco tiempo que pude hacerlo, solo soñé con ella, diciendo aquellas palabras que cambiaron lo que yo había planeado, después de aquella ocasión, nunca mas volví a hacer planes para un futuro, no tenia caso hacerlos.
Eran las 11 de la mañana cuando le pedí indicaciones al recepcionista, después de ver mi estado, aceptó amablemente y no solo a pedirme un taxi, sino que mando a uno de los bellboys a llevarme a donde yo quisiera, todo sin cargo, lo cual me sorprendió ya que lo más probable es que ya supiera quién era yo.
- Hemos llegado.- Me hizo saber el joven, ayudándome a bajar del taxi, que tontería, si lo que tengo no es tan malo, pensé.
- Gracias.
- ¿Quiere que pregunte por alguien?, Señor
- Este… mmm… si por favor.
- Y ¿Por quién voy a preguntar?
- Silvia… Silvia Palazzi
Me quede afuera, recargado sobre mi bastón. ¿Qué pasaría? ¿Me habrá olvidado? Solo tenía una forma de saberlo, preguntándole.
- Señor.
- Dígame
- Me informan que aun no llega y no están seguros de que llegue, con eso de que se han tomado un lapso de tiempo para no sé qué, pero me dicen que si usted gusta puede esperar adentro.
- Eso hare.
- ¿Quiere que me espere con usted?
- No, que de aquí me las ingenio yo. Gracias.- Finalicé, y le di un billete algo arrugado de 20 euros.
Ahí estaba, sentado, en un sillón, de los normales que hay en ese tipo de lugares no tan incómodos para que te quedes un rato, pero no tan cómodos como para que te relajes.
No supe cuanto tiempo llevaba ahí, cuando escuche al guardia avisarle, a quien más que a ella, que alguien la esperaba, ¿ese alguien?: YO.
La escuche acercarse aunque por mi respiración un tanto acelerada, se me dificultaba, me obligue a relajarme.
- Hola.- Le salude cuando sentí su presencia.
- ¿Cómo sabias que era yo?
- Tu aroma no ha cambiado.
Sonreí, por estupidez, porque eso es lo que uno hace cuando se está cerca de la persona que quieres, ¿Sería eso realmente? ¿Sería que aun la quería?
No dijo nada más, pero seguía ahí, lo sentía.
- ¿Quieres que te busque más tarde?- Fue lo primero que se me vino a la mente y por inercia a la boca.
- Pues si no te molesta, preferiría que entraras conmigo para que veas una parte de la obra.
- ¿Qué vea la obra?- Pregunte con un poco de ironia, talvez el ambiente no se sentiría tan pesado.
- Jul, perdón, perdón.- Suplica.
- ¿Todavía me vas a llamar así?
- Los viejos hábitos son muy difíciles de quitar, más cuando se hacían con tanto cariño.
Otra vez el silencio, ahora me doy cuanta cuanto odio el silencio, aunque todo depende de la ocasión, el silencio a veces es más propicio y dice más cosas, que decir mil palabras que no significan nada y son dichas en momentos en los que te dejas llevar de los sentimientos y las emociones. Pensándolo bien el silencio no es tan malo.
- ¿Vamos?- Dije.
- Vamos.- Como antes la tome del brazo, a pesar de la tela pude sentir el calor de su cuerpo, y me aferre mas a él, no se si no lo sintió, y si lo hizo, lo disimulo muy bien.

- Me esperas aquí, que no tardo mucho, solo daré unas instrucciones y listo.- Dijo dejándome a un lado de las butacas, en lo que supuse seria de las primeras filas, porque no dio tantos pasos cuando la escuche ya sobre el escenario.

Ella siempre tan puntual, no tardo, como lo había prometido.
- ¿è lui?- Escuche una voz de mujer claramente, pero totalmente desconocida.
- Si, è lui.
- Mi chiamo Alessia.- Se presentó la chica.
- Un placer.- Dije cuanto sentí la mano de la chica sobre la mía.
- Julien, ella es una de las chicas que interpreta un personaje en la obra, te reconoció en cuanto me vio entrar contigo, y quería conocerte.
- Soy una gran admiradora tuya, creo que tocas el piano como nadie.
- Pues, muchas gracias.- No sé si habrá notado la impaciencia en mi voz, pero la verdad es que yo sufría de lo mismo que todos los artistas, no me gustaba convivir tanto con gente que solo me conociera por mi trabajo, y no por como soy.
- Bueno yo lo dejo, pero antes me podría firmar mi mochila y mi disco.- La suplica de su voz me convenció, antes de irse me dio un beso en la mejilla y hecho a correr.
- ¿Nos vamos?- Pregunto ella
- ¿Y a donde?- Cuestioné mientras ella me tomaba el brazo.
- Pues hace años que no visito ese restaurante al que íbamos cerca de la fuente de Trevi lo recuerdas.
- Preferiría ir a otro lugar si te parece.
- Pues entonces conozco un buen restaurante de…
- De comida italiana.
- Pues que hay otra mejor.
- Pues de que las hay, las hay pero no discuto que la italiana sigue siendo de mis preferidas.
No había mucha gente en el lugar, y me di cuenta que era un lugar que ella acostumbraba, porque el mesero la reconoció y le dio la mesa de “siempre”.
El mesero al parecer me tendió un menú, pero pronto ella pidió por los dos, la gente nunca cambia.

Texto agregado el 20-12-2009, y leído por 74 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
20-12-2009 Escribes muy bien... susana-del-rosal
 
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