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¿Qué les pides?
Todos dicen entender.

Jamás pensé que lo días pudieran durar mas de 24 horas, pero desde el día que salí del hospital, los minutos se me hacen eternos.
Cuando eres madre, decirle adiós a tu hijo cuando lo recoges del kínder es muy normal, cuando le dices a tu hijo adiós mientras él esta en un féretro y tu lo ves por última vez con esa carita tan pálida, que no demuestra sentimiento alguno, es algo que jamás pensarías que podría pasarte.
Las leyes de la vida eran muy claras para mi, tendría a mi hijo, lo cuidaría, me enojaría con él, pero cuando regresara con una flor recién cortada y media marchita del patio de atrás y me dijera: “Mami no te enojes, ¿me perdonas?” no lo dudaría ni un segundo y asi lo haría, lo llenaría de besos, hasta que el me dijera que lo asfixiaba, lo llevaría a la escuela, le ayudaría con sus tareas de matematicas hasta que lo dos llegaramos al resultado, la hora de la comida seria la mas difícil pero también la mas divertida, le daría dulces a pesar de que el dentista me lo prohibiera, le leería cuentos, lo bañaría hasta que un dia me dijera que ya era lo suficientemente grandecito como para que yo lo viera, y crecería, algún dia me presentaría a sus novias y después de todo llegaría la indicada, su esposa, tendría hijos, tal vez se divorciaría, pero yo estaría ahí, para consolarle, y algún dia, él me despediría, no yo a él, pero aquí estoy yo, porque nadie me pregunto que quería ni que esperaba.
Me siento sola, a pesar de los tantos brazos que se muestran dispuesto a regalarme un poco de su amor, pero yo, yo solo quiero unos, los de mi querido bebe.
No como, no bebo, me siento sola, estoy sola, y la vida me pasa.


¿Dónde estás corazón?
- Come algo.- Dijo Ana acercándome un plato, con alimentos que no quise ni saber que eran.
- No.- Conteste
- Tienes que comer algo.- Me presiono Carlo, mi marido.
- No, no tengo hambre.
- Ari.- Dijo tomándome por los hombros, mirándome a los ojos, a pesar de que sabía que yo no estaba ahí-. Sé que te duele, pero no seas egoísta que a mí también me duele, no solo era tu hijo, no quería perderlo pero sucede que hay cosas que pasan y tú no puedes cambiarlas.
- Entonces no intentes cambiarme.- Dije, me marche a mi cuarto, de nuevo sola.

Me tumbe en la cama, en posición fetal, no quería pensar, pero recordé.
Me pare y busque ese disco en algún lo lugar lo debería de tener, ahí estaba, lo sostuve entre mis manos, lo volteé, la canción 10.
Puse el disco en el reproductor, seleccione la canción, y apreté el botón de “Repeat”, retomé mi posición en la cama, una vez mas no dejaba de ver su sonrisa, de escuchar su voz.
Comenzó la melodía, mientras mis lágrimas escurrían. Después de la quinta vez que se reproducía la canción ya me sabía la letra.
“¿Dónde estás corazón? No oigo tu palpitar, es tan grande el dolor que no puedo llorar, yo quisiera llorar, y no tengo más llanto, le quería yo tanto y su fue para nunca volver” Susurré. La última estrofa de la canción calaba en mí, nunca volvería, nunca.
Mis lágrimas no acababan, emanaban con más intensidad, mientras más recuerdos llegaban, porque no se podía ser como una memoria de computadora, borrarla no es tan difícil.


Un helado
- Ven conmigo.- Dijo una voz
- Te he dicho que me dejes en paz.- Chillé
- Mami, ven conmigo.- Dijo esa voz que ya no estaba solo en miente.
- ¡¡¡¡¡Luca!!!!.- Dije parándome de un brinco, lo tome entre mis brazos, ahí estaba, él me abrazo del cuello, mientras yo lo apretujaba contra mi cuerpo, y se escucho su carcajada, estaba feliz, como yo.
- Mamá, tienes que venir conmigo.
- ¿A dónde?, tu papá tiene que verte.
- Ven.- Y me tomo de la mano-. ¿Recuerdas que en navidad siempre me contabas “Un cuento de navidad?
- Si.- Dije apretando con fuerza su manita.
- Quiero enseñarte algo.
Me llevo a un parque, que estaba cerca de la casa. Caminaba junto a él, junto a mi bebe.
- Me compras un helado.- Me pidió
- Claro.- Sonreí.
Nos sentamos en el pasto, que estaba húmedo. No dije nada, lo contemplaba sonriendo, manchándose con su helado de chocolate, su sabor favorito. Sus rizos aun estaban largos, y sus ojos miel expresaban felicidad, él me también me miraba, con amor, sonreía cada vez que nuestras miradas se cruzaban.
- ¿Mama?
- Dime mi amor
- ¿Sabes decir adiós?

Texto agregado el 20-12-2009, y leído por 65 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
20-12-2009 Me conmovió , es tan triste y tan real y tan ..., ufff que dolor !! =( mis cariños dulce-quimera
20-12-2009 Infinitamente triste. Un beso.***** susana-del-rosal
 
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