Despierto, no más distinta que ayer o más cambiada de mañana, rompo el sueño con mi inquietud sobrepasada por la franja horaria del reloj de mi tiempo.
Solo los años parecen carentes de días, solo la mente hace inquieta el transcurrir del pensamiento.
Hoy celebro mis años, siempre pensé que mi madurez habría llegado a mi mente, que mis inseguridades y temores saldarían su precio al rigor de mis estrenadas canas, que mis esperanzas y mis sueños habrían ganado a la arruga de mi cuerpo,
Oigo las risas encondidas de los que cuentan conmigo, de los que esperan mi reflexión y mi razón, de mi silencio escuchado y mis sentimientos esperados.
Me siento bien de saber ser mimetismo y empatía del que me sabe necesario, pero también sé que mi día pasará ausente de dudas, sin sospechas de que quisiera ser otro, que mis fustraciones y debilidades hacen reclamo de alguien pleno de escucha y que las velas del pasado han de ser soplados por los aires de un futuro, y que este futuro se decide en cada instante de nuestro presente,