En la gélida mañana de ayer, lunes 4 de enero de 2162, al cumplirse los cien años exactos de de la muerte del insigne escritor granadino Calixto Rojas, tuvo lugar en la madrileña sede del Instituto Cervantes el solemne acto de descubrimiento de su legado personal. Los más destacados representantes del mundo cultural español e hispanoamericano acudieron al evento, expectantes por conocer el mensaje que el ilustre académico había querido transmitir a través del tiempo a las actuales generaciones. Calixto Rojas fue el más genuino representante del purismo, corriente literaria que a mediados del siglo pasado renovó completamente el panorama de las letras hispanas. Recordemos que este movimiento surgió como reacción a la situación caótica a que habían conducido los excesos vanguardistas de las primeras décadas. Los puristas propugnaban la vuelta a los valores seguros de la tradición: a Cervantes, a Lope de Vega, a Fray Luis de León... Era sólo mediante una lectura atenta de los clásicos como un escritor podía adquirir los conocimientos necesarios para crear una obra digna (bien es cierto que siempre a una considerable distancia de sus modelos). Calixto Rojas destacó en su doble dimensión, filológica y poética. Dentro de la primera, su obra más celebrada fue el excelente estudio “Elogio y reivindicación de la romance pastoril”, y, dentro de la segunda, el sublime poema en versos alejandrinos “La ninfa y el ruiseñor”. Terminados los discursos protocolarios, la presidenta del Instituto Cervantes, doña Brígida Paniagua, extrajo de la caja fuerte número 323 el documento secreto en que consistía el legado del eximio poeta. Después de una pausa que pareció eterna y ante la incredulidad de todos y el escándalo de los más sensibles, con un hilo de voz doña Brigida leyó: “Me joden los clásicos”.