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Yo soy Antoine, un gato de color plomo y vivo en la repisa de la chimenea de mi mamá junto a 19 sujetos de mi especie. Eso sí que somos todos diferentes y confeccionados de distinto material. Por ejemplo yo estoy hecho de yeso, tengo entre mis manos una pelota de lana de color verde y amarrada con una cinta roja; mi cola es muy gruesa y peluda. Llevo casi 5 meses en esta repisa, antes acompañé a mamá en su velador, adornando un joyero que le trajo su amiga Teresa desde Puerto Montt, una cajita de madera, que para mí era cómoda y tibia, al lado de esta losa fría y con tanta luz, que no me deja descansar como creo merezco.

Es importante para mí contar mi historia, pues aparte de sorprender que pueda expresarme si soy solo un gato, eso si, es sorprendente entre los humanos que un gato se dé a entender... pero entre los míos soy el más hablador, pues a medida que fueron llegando mis vecinos, ninguno se atrevía a conversar, solo a responder para darme su nombre, en fin, ¡cada loco con su tema...!

Un día de verano, de agradable verano, en medio de mi siesta fui transportado de mi lugar de descanso por una mano que reconocí de inmediato, mamá me tomó y me echó en su cartera, caí fuertemente, me asusté, pensé que se había aburrido de mi presencia y me había reemplazado por alguna figura de mayor valor. Al rato, cuando abrió la cartera, me pude dar cuenta de que me llevaba con ella y que yo estaba en su cartera y no en una bolsa de basuras. Me sentía atormentado por el vaivén del viaje y de pronto aplastado por lápices y porta documentos que no olían a nada atractivo para mí. Una botella de perfume golpeó mi columna y eso me dio más indignación, no podía reclamar, y si lo hubiese hecho, nadie allí se hubiera enterado de mi malhumor, pues nada de lo que me rodeaba era como yo: Mágico.

Me acomodé como pude en mi improvisado hogar y me dormí, no sé cuantas horas estuve allí, maltratado por el vaivén el olor a perfume que no me es para nada agradable y esas carpetas que me atreví a investigar. Había un montón de papeles que no comprendí hasta ahora para qué le sirven…pero, sí encontré unas fotografías que estaban en un sobre pequeñito, eran de sus amores, como ella les llama, estaban ordenadamente: su compañero, que muy bien sé que no le gustan los gatos; su hija mayor con sus pirujines como ella les llama cariñosamente y quienes también nos quieren y poseen a Pelusa un gato blanco muy travieso; y ella la más hermosa, toda de blanco, su mamá, que en orden de cariño sería mi abuela, pues mi mamá siempre dice que el amor de su madre por los gatos era muy especial. Me faltaba alguien, si la Misionera, ella es su hija menor, también nos quiere, la recuerdo aún de niñita. Hay varias fotos más, pero son de las mismas personas… ¡ninguna foto mía, vaya amor de madre!

Al parecer ya llegamos a nuestro destino y el silencio y la tranquilidad de apoderó de la cartera, trato de salir, pero todo está oscuro, noto a lo lejos una luz tenue y es la de una lámpara, una cama y unas cortinas rosadas, un sillón grande que invita al descanso... yo me encuentro entonces en lo que se llama closet, si, la cartera está sobre una maleta...
mi mamá sale del baño, pues al abrir la puerta y entrar a la habitación donde me encuentro me di cuenta de que ella estaba allí. Está sola, la noto pensativa, se pasea y se topa sus caderas, se que le duelen, se queja siempre, cuando piensa que nadie se da cuenta... al rato acomoda la almohada y saca algunas revistas que tiene en una bolsa, y se acerca a la cartera, me saca de allí, me propina un tremendo beso en mi felino cuerpo y me coloca al centro de la repisa, donde domino toda la habitación, soy testigo de todo lo que allí sucede... pues en ese momento entran dos enfermeras y la hacen meterse en la cama y la comienzan a preparar para una operación... las mujeres hablan y le dan una comida, que obviamente ella rechaza y yo también no es de agradable aroma, no es de lo que a ella le gusta, así es que la encargada se devuelve, con el plato intacto, solo se toma el agua, y deja la botella cerca mío, que al mirar a través de ella me asusta pues las siluetas toman inmensas dimensiones y logran marearme, pues mis ojitos no están acostumbrados a estas cosas.

Mamá será operada en sus huesitos, ahora escucho atentamente, que tiene dificultades para caminar y se apoya en un bastón, bueno, para hacerme cariño no necesita nada de eso. Nunca había reparado en esos detalles, total yo solo formo parte de su hogar, como un adorno... ¡pero nadie contaba con mi magia!
Ahora, pongo atención y atentamente puedo escuchar a un caballero que es doctor y que le dice a mamá que mañana muy temprano sus pesadillas habrán terminado.

Es muy de mañana, aún está oscuro, hoy es el día de los enamorados y mamá se levanta al baño, toma sus libros, revista, y alguna ropa y la deja en la valija, toma además su teléfono y ooooh, a mí también y soy transportado hasta la maleta, entre las ropas suaves y perfumadas me deja atrapado. Todo se oscurece al cerrar ella su maleta y no me gusta.
Han pasado, no sé cuántas horas, pero ya me siento claustrofóbico no escucho ruidos, ni nada parecido a que haya alguien cerca. Me enrollo para el otro lado, esta vez dejo de almohada la pelota de lana que está es mis manos y trato de dormir resignado a mi suerte. Es injusto, como yo no consumo más que afectos, mamá cree que tiene derecho a dejarme encerrado sin recordarse de que yo Antoine, amo la luz, me gusta observar a mi alrededor, compararme con otros de mi especie y sentirme que soy el mejor... soy mágico.

Y siguen pasando las horas, de pronto un tirón me saca de mi mejor sueño y reparador descanso, he cambiado de posición y eso me hace dormir más profundamente. Seguramente la maleta que me contiene ha sido sacada de su lugar, y ahora alcanzo a divisar un rayito de luz, pero me gusta tanto como me encuentro que no me animo a levantarme. Me mueven de un lado a otro, aplastan mi anatomía y colocan más cosas a mi alrededor:
- ¿Qué pretenden asfixiarme?-
Bueno, ahora es calma, escucho a lo lejos voces y risas, después calma nuevamente, por el tiempo transcurrido me imagino que es noche y que todos los humanos que están enfermos en este lugar deben dormir.

Pero ahora, noooo, otra vez me tironean, si, la maleta está en movimiento, menos mal que solo me rodea ropa. Y si, vamos viajando. No sé cuantas horas, pero hace mucho calor, estoy ahogado.
El viaje es como el anterior, quizás mamá va de regreso a casa:
- ¿Porqué no me lleva con ella?-
- ¿Me habrá cambiado por otro? Si así fuera, ¡nunca se lo perdonaré! -

Siguen pasando las horas y al fin, se abre la maleta y comienzan a sacar todo de ella, pero no es mamá, no, no quiero que otras manos me tomen, ella es cariñosa conmigo, pero estas manos son desconocidas para mí. No permitiré que me vean. Estas manos son grandes, gruesas y tienen vellos rojos, buscan sin buscar, dan vuelta todo, no me respetan, me tiran de un lado para otro, no permitiré que me tomen. Al rato ya se cansaron de buscar…y abandonan la maleta cerrándola nuevamente, y voy solo, salto de un lado a otro, nada y nadie está conmigo, y siguen así pasando las horas.
Se abre la maleta y sí reconozco a lo lejos, el que fuera mi primer lugar en esta casa, es el antiguo dormitorio de mamá, la caja de madera está sola, ¡claro, le falto yo!

Pero, nuevamente, soy aplastado, ahora es solo lana, tejidos:
-¿Qué les pasa? -
-¿Porqué mamá no está conmigo?-
¿Porqué estas manos ahora más pequeñas y finas tratan de aplastarme con tanta ropa?-
Noto por el esfuerzo que no logran cerrar la maleta y la dejan nuevamente en un lugar y todo queda en calma.
Ahora que mi descanso ha terminado, tomo mi posición oficial y la pelota de lana vuelve a mis manos, siento que la maleta se abre y mi madre exclama jubilosa:
- ¡Está aquí!- Y tomándome con cariño, con miedo de que se rompa el encanto, me doy cuenta de que me sentía perdido y hasta había llorado por mí.
Como yo soy mágico, y cambié mi posición para descansar en ese lugar de la maleta que me asfixiaba, me fui a otra dimensión y cuando me fueron a buscar, nadie me vio.

De toda esta aventura, he sacado algo de provecho: Mamá me quiere, me quiere tanto, que no se resignaba a perderme. La he visto llorar de emoción cuando me encontró y feliz me devolvió a mi lugar a la repisa de la chimenea, donde ahora observo a mis compañeros, siguen allí estáticos, quizás esperando un instante mágico para dar a conocer sus aventuras.

Soy Antoine, estoy feliz y desde aquí, puedo ver a mamá en todo lo que ella hace en este lugar de la casa.

Y sobre todo…también entendí, que yo la amo…por esa razón nadie más que ella podía encontrarme.

Isel Bolaños
Febrero 25, de 2006.

Texto agregado el 02-01-2010, y leído por 97 visitantes. (2 votos)


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