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Una balada que describre una montaña de sal, que enseguida hiso plata fresca; un eslogan comercial sobre unas bombachas transparentes, que por ende lo fueron arrimando a la fortuna de observar, por entre un velo, bellas jóvenes desnudas, dicho con nítida y preciosa voz de tenor soprano; estos fueron los dos últimos delirios principales de la pasada noche.
Por falta de bóveda en el paladar, él no puede entonar correctamente, para lo cual le resultar imposible cantar con dignidad, por ello este trance de enfermo en especial fue para nada perturbador, algo parecido a un sueño musical mezclado con dolores en el abdomen.
Siendo que no fuma, se desconoce el porque de la septicemia que arrastra, a que se debe tanta mugre en el interior del cuerpo.
Por la almohada caliente por la fiebre, sus cabello le han quedado lacios sin otro aparente motivo.
El que adula es aquel que vive distraído, pues nadie está exento de deformidades, o como por ejemplo en su caso de tener que tomar antibióticos cual aspirinas para salvar el pellejo.
Sobre el establecimiento alquilado, está montado su taller, de vacuos productos para el hogar supuestamente utilizables. El resultado de su nueva labor es producto de una estratagema desopilante; primero intentó hacerse notar en los mercados, con unas balizas de aluminio, para finalmente comenzar desde abajo fabricando objetos simples. Un emprendimiento donde dioica se mantiene imperturbable su ilusión de macho cabrío.
Pensó que es una trampa atroz el tener tantísimos calambres en los bolsillos.
Los productos salen a la venta cubiertos de una roña sutil, que para ser de primera mano, de una capa de grasa de considerable espesor.
Su mayor patrimonio es este bendito taller, algo vulgar, colocado debajo de una insigne palmera.
Hubiera convenido involucrarme con mercancías prohibidas, o tal vez hacer soda con agua de la canilla. Mi muerte será la coda de un futuro más digno, continuó pensando.
Finalmente barajó la posibilidad de meterse para sacerdote, aunque después su destino se vea sacudido por falta de fidelidad.
El mejor sabor de un negocio es el tacto permanente con el dinero, con la plata constante y sonante del consumidor final, arremetió su mente para darse aliento.
De armador de placares, pasó a comandar un ejercito de inútiles, para luego caer en esto último ¡Dios salve al mesías! Su padre en cambio, sin transpirar como el dátil, alcanzó una jubilación por invalides.
En esta oportunidad su vida transcurre en un pontón de aluminio lindero a una fabrica de jabón.
La sotana es una imagen que abunda en su imaginario, que hoy es receptáculo en el dormitorio.
Pero a lo mejor me enamore de una emperatriz que me salve del hundimiento, se dijo entre suspiros, para luego pensar en que: Suele ser algo patógeno el momento de tomar decisiones de importancia, pero por algo hay que empezar.
La mañana diáfana yace presente hasta por los rincones.
Al ver consumir a los demás con fervor desmesurado, deduce que lo más conveniente será estar detrás del mostrador y no del otro lado.
Para luego seguir pensando en cosas tan lejanas que le dieron miedo de perderse en la esquizofrenia.
Pero un vendedor le hiso llegar un catálogo de regalos, porque el abastecedor ofrece sorteos con la compra diaria, lo que lo insufló de nuevas esperanzas, de poder copiar la manera de dar los últimos retoques al producto.
-El tiempo no corre si no le agregamos sano combustible; dijo en alusión a la producción de guantes para la cocina; siendo estas sus últimas palabras sobre el tema antes de incendiarse la fábrica con fuego producto del solazo del verano.

Texto agregado el 09-01-2010, y leído por 179 visitantes. (0 votos)


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