De niño estaba muy solo
ninguno lo acompañaba.
Lo llamó el padre de todos
entregándole un hada.

Conoció una princesa;
la princesa del Destino,
le enseñó a tocar la pieza
la que cambió su camino.

Cuando la Espada Maestra
y la Ocarina del Tiempo
en su poder él tuviera
habrá llegado el momento
de enfrentar con valentía
peligrosos desafíos.
El héroe no lo sabía;
que cambiaría el Destino

Ahora atraviesa el campo.
Una batalla tras otra.
Si era joven el caballo,
también era joven la hora.

Y quitó el sello del Tiempo,
tocó música sagrada.
Vencido no era por miedo.
Lo encaminó bien su hada.
Cabalgaba y cabalgaba.
Lo herían y él no moría.
Siempre la Fuerza hallaba.
¡Qué valiente se le veía!

Botas y túnica verde,
arco y flechas en mano.
Pociones en recipientes
mágicamente sellados.

Atravesó todo el reino,
descifró los acertijos,
peleó y venció en los Templos
a cada monstruo maligno.

Atravesó los desiertos,
las montañas y los bosques.
Ríos lagos y cementerios,
del pozo profundidades.

Hizo avanzar el Tiempo,
también lo hizo retroceder.
Cuando manipule el viento
será cuando muerto esté él.

Y el agua también dominó.
Los fuegos de los volcanes
con túnica roja calmó.

Navegará por los mares
si el Tiempo para él terminó.
Pasarán atardeceres.
Sucederán muchos soles
a miles lunas caídas
y nunca será mentira
la historia de nuestro héroe.