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Lucía, una reina destruída I.

Un análisis psicológico sobre la mente, la razón, las creencias personales y el amor.

La posesión de un alma, no estaba tan clara en Lucía, la reina de la belleza de aquél año.
La muerte de su amado la tenía en vela, no la dejaba dormir, ni respirar, ni vivir con alegría el trofeo ganado a pulso por su belleza.
Lucía estaba entre un mundo oscuro y al mismo tiempo multicolor.
Lo que quedaba fuera de sí misma tenía un halo de riqueza personal que élla misma trataba de encontrar, pero en su interior la amargura la abatía, la íba destruyendo poco a poco, llevándola hacia el lado de la desesperación.
Cuántas veces se hubiera cambiado por él en aquél momento, en ese instante en que la vida le fué arrebatada en tán sólo un minuto.
Sus amigos, la llevaron hasta un lugar dónde la mente es cultivada y renovada, dónde el corazón cicatriza con la comprehensión.
Lucía era diferente, otra chica en su edad, en su momento, pudiera ser que olvidara un poco todo áquello que sucedió.
Pero en su caso, la continua imágen de la muerte de su amado, del momento y del cómo ocurrió no se íban ni un sólo instante de su memoria.
La casa de Mela, éra el lugar dónde sus amigos la llevaron, un apacible aúspicio para el retiro y el descansar de la mente.
Mela era una mujer con grandes dotes humanas y psicológicas.
Se podía decir que Mela era cómo el alma de las personas en sí, estaba en el ambiente de cada uno, se introducía en la mente de todo aquél que se acercara a élla y recogía la enfermedad de los demás, cómo si fuera la suya propia.
Lucía se pasaba las tardes de aquél Abril en el jardín de esa casa, mirando hacía el vacío sin ver en verdad nada, sus ojos no se desplazaban un palmo del mismo punto en que Lucía los ponía desde el principio.
De pronto, Mela se acercó a dónde Lucía estaba sentada.
"¿ Quieres tomar un poco de té conmigo y hablamos de tí, Lucía ?", la preguntó de una forma tan suave, que Lucía rompió su mirada fija y torció su cabeza hacía dónde Mela estaba.
Mela era la única persona que hacía que Lucía saliera de su Yó personal cuando la hablaba.
Con un movimiento afirmativo de su cabeza respondió a la pregunta de ésta.
Mela la tomó por el brazo y ambas pasaron a la casa.
Lucía se sentó en una silla que rodeaba una mesa y esperó con la mirada fija a que Mela sirviera el té.
Cuando Mela acabó de prepararlo todo, elevó su taza.
En ese momento, Lucía preguntó algo que hizo que Mela bajara la taza sin probar ni un sólo sorbo del té contenido en la misma.
"Lucía, no pienses de esa forma. Su alma está en otro lugar ahora, el día que tú acabes aquí te reunirás con él otra véz. Él te está mirando, y no creo que le guste verte en el estado en el que estás, pienso que le estás haciendo el mismo daño que te estás haciendo en tu propio interior", contestó Mela mirándo directamente hacia los ojos perdidos de Lucía.
Lucía rompió a llorar, era la segunda vez que lo hacía desde el día en que todo ocurrió.
Ese mismo día en que fué coronada reina de la belleza.
"Eso es Lucía, llora, llora y saca ese mal de tu interior", la dijo Mela invitándola a extraer el dolor de su corazón.
"No lloro por mí, lloro por él, no créo que tengamos ese alma que todos dicen que tenemos, él está muerto y enterrado. Me lo arrebataron de entre mis manos cuando más feliz era y ahora ya no le podré ver nunca más", contestó Lucía con una mueca retorcida de profunda amargura.
"Lucía, se comprensiva, el alma existe en cada uno de nosotros, y es lo único que nos mantiene vivos eternamente. Tómate el té ántes de que se enfríe", respondió Mela con firmeza.
Lucía levantó su taza y bebió sorbo a sorbo, su pulso temblaba y su rostro marcaba ansiedad.
Ansiedad por acabar su vida pronto y éstar con él dónde fuera que estuviera.
"Cuando pase un tiempo, recordarás vagamente lo que sucedió ese día, aúnque será siempre un día marcado en tu vida por los acontecimientos que te rodearon en éste. No todos los días una persona gana el titulo de Miss belleza", dijo Mela sonriéndola un poco.
Lucía se la quedó mirando.
"Voy a echarme un rato en la cama, estoy cansada. ¿ Te importa Mela ?", inquirió mientras dejaba su taza sobre el plato de porcelana.
"Claro que no, te irá bien descansar, ve ahora Lucía, felices sueños", respondió Mela con dulzura.

Escrito por Carlos Them

© Copyright Carlos Them 2010. Todos los Derechos Reservados. All Rights Reserved.

Texto agregado el 20-01-2010, y leído por 125 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
20-01-2010 BUEN RELATO... gabov
20-01-2010 me gusta como narras DIVINALUNA
 
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