El Animal Humano


06.15.01
Háblame, Señor, del Animal Humano.
= El Animal Humano es una falla de la Creación.
Todo lo que existe, fue creado con un fin de Distracción.
Algo así como una Obra de Arte, de la cual Dios pudiera regocijarse y deleitarse en su contemplación.
Para eso he creado el Escenario Natural, Teatro donde los Seres viven y se desempeñan.
Si las cosas se hubieran desarrollado de acuerdo a mis deseos, deberían coexistir todas las Especies, aún las extinguidas.
El Hábitat Natural, es enorme, suficiente para todos, ofrece alimentos y ecosistemas aptos para todas las Especies...
Pero aparentemente, hasta los Dioses cometemos errores.
De entre todos los Animales, elegí una Criatura,
para diseñarla a mi imagen y semejanza.
Su Misión en la Tierra, sería la de Juez, Justiciero y Administrador de los Territorios, la Flora y la Fauna Naturales.
Le di el Poder, en forma de Inteligencia y Razonamiento Lógico, la Conciencia; y lo proveí del Libre Albedrío, para que ejecutara a sus anchas, buenas Ideas para mejorar las condiciones superficiales del Planeta.
Tiene en sus manos, la Facultad de Concreción del Pensamiento y la Idea, en suma, creé un Semidiós, casi con los Poderes de Ángeles en el Planeta, para Administrar y Cuidar mi Creación, así Yo podría descansar en ellos, esa parte de mis Tareas.
Algo me salió mal.
La Criatura creada a Mi Imagen y Semejanza, poco a poco ha ido defraudándome.
Fue creada, para que al avanzar en el tiempo, se fuera perfeccionando, asemejándose cada vez más a su Creador; después de todo es mi Semilla, la que he sembrado con mucho Amor y Esperanza.
La Buena Semilla, una vez cultivada, crece y se multiplica, mejorando su Calidad y su Condición,
para dar satisfacción al Sembrador.
La Semilla Humana, si bien ha proliferado, se ha ido degradando en Calidad y Virtud, y nunca ha tenido intenciones de cumplir los Cometidos Primordiales, para los cuales fue creada.
Veo que comprendiste bien mi decepción, cuan-do pediste que te hablara sobre el Animal Humano.
Lamentablemente, ya no podemos hablar de Ser Humano, porque el calificativo de Ser, implica Ente o Entidad, lo que es una porción de la Divinidad.
Hoy estamos ante un organismo biológico, mas cercano al Animal, que a la Divinidad.
Porque lo que diferencia a las Entidades, de los Animales, es la Virtud.
Compruebo con dolor, que mientras muchos Animales, dan muestras de cierto Virtuosismo, el atrofiado Ser Humano, que va creciendo en Cretinismo y Necedad, en la misma medida, se va alejando de la Virtud.
De esta forma, el Humano, Animal privilegiado del Reino, el que fuera creado a Mi imagen y semejanza, ha degradado a tal punto, que se confunde con las Bestias y las Fieras del Reino.
Estoy apenado, pues mi Criatura, que supo tener momentos de esplendor, aquella que alegró mis ojos con sus Obras de Arte y acarició mis oídos con dulce Música culta, se ha despeñado en una caída que presiento irreversible, pues es irreverente ante mis representantes, e inclusive, ante mi propio Nombre.
Cuando me piden ayuda, comienzo a mirar para otro lado, pues míralos como se desesperan, pidiendo y rogando, a los Gobiernos que ellos mismos votaron.
No merecen mi Perdón, por Hipócritas y Mentirosos.
El Dios no perdona a quienes cometen errores a Conciencia, más aún, los puede condenar a privaciones.
Por ahora, prefiero no hablar más sobre el Animal Humano.
Solo te diré que cuando fue Humano, era Rey, pero como Animal es un Súbdito de todos los demás, pues cualquier Parásito, Insecto o Alimaña,
puede atacarlo y darle muerte, si antes no se muere del susto.
Yo no puedo distraer mi Poder, en Castigos Ejemplares, ya que solo con ignorarlos, la Desgracia los arrasará.
Ya no quiero advertirles más sobre Mi Existencia, pues ni enviando a mi Hijo, creyeron.
Después de todo, se encuentran inmersos en una multitud incontable de enemigos: la propia Especie.
Ellos solos, se irán eliminando unos a otros, con Hambre, Miseria, Enfermedad, Guerras, Atentados, y a medida que el Animal, avance sobre el Hombre, se verán cosas peores, porque todo ha escapa-do a Mi Control y Voluntad.
- Ya, Señor, no quiero escuchar más...

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