Si he de darte mi amor, yo quiero darte 
los besos que quizás nunca te dieron, 
cuando por mí sufriste, y traicioneros 
ignoramos la fe que derramaste. 
 
Heme ahora, a tus pies, arrepentida, 
he venido, mi Rey, a suplicarte, 
déjame estar así para adorarte, 
entra a mi corazón, guíame la vida. 
 
Correr tras de tus pasos en la senda 
donde al final, he de beber la ofrenda 
amorosa, Señor, de Tu agua viva. 
 
Yo quiero recoger, con alborozo, 
la estampa de mi risa y de Tu gozo, 
y de Tu eternidad seguir cautiva.  |