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Inicio / Cuenteros Locales / YUUKOICHIHARA / \"Las espinas de la rosa-Lo que Monica ve-\". Capitulo 2

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“Las espinas de la rosa”
-Lo que Mónica ve -
II

-¿En que piensas Mónica?, será mejor que dejes a esa chica en paz, lo sabes, ¿verdad?
-¡Vamos Brenda!, no creo que sea malo lo que le hice a esa niña, es decir, no me digas que estas celosa solo porque me viste dándole un beso en la boca.
-No me interesa en donde poses tu boca y con quien Mónica, lo que me importa es donde lo haces, solo a ti se te ocurre hacerlo en los baños de la escuela y no solo eso, en los tocadores que están a dos pisos de la dirección, ¿sabes que te puede pasar si te hubiera descubierto otra persona?, no solo a ti, a esa chica también la pasaría mal.
-Natalia Merlo Mondragon.
-¿Qué?, ¿a que te refieres?
-Así se llama esa chica. Era muy linda sabes; sus ojos azules y su cabello castaño era una muñequita de porcelana como las que tienes en tu habitación, además es algo ingenua.
-No me importa Mónica, recuerda muy bien lo que te paso con Rebeca, ¿acaso no has escarmentado?
-No menciones de nuevo el nombre de esa persona, así que por favor déjame en paz.
Esa ocasión fue cuando Brenda nos encontró Natalia y a mi en el baño de mujeres en circunstancias algo extrañas, pude recordar la felicidad que sentía cuando estaba pensando en ella que se esfumaba al oír mencionar ese nombre. Cada vez que lo escuchaba sentía un cuchillo y me ponía a pensar como había sido tan tonta como para abrirle mi corazón a ella, no consideraba que podía estar enamorándome a simple vista de Natalia, por la cabeza no me paso, solo era un juego absurdo que hacia para no aburrirme hasta que Judith se entero por medio de Brenda. Sabia muy bien que Judith no perdería el tiempo y tal cual paso la primera noche en la academia Lillian para Natalia no fue algo muy bueno.
Para cuando estuve con Natalia, en los días anteriores no había dejado de pensar en ella y de la cara que puso toda roja cuando escucho de mi parte que yo era su pareja, además de que me sentí rara cuando ella misma me ayudo. Estando en su habitación pude entenderlo, la quería para mí y solo para mí. Aun cuando estábamos acostadas dándonos la espalda, mi cuerpo me empezó a exigir que fuera hacia su cama y la tomara para mi, sabia perfectamente que tenia una posibilidad muy alta de ser rechazada o de ser aceptada por ella, tal era mi indecisión, junte mis manos y sentí las cicatrices. El nombre de Rebeca Ruiz de la Garza me hacia poner mi piel de un estado de relajación total al mas completo estado de alteración en cuestión de segundos y mas cuando veía mis muñecas. Recordar como veía el fluir de la sangre de las cortadas profundas que me había hecho con una navaja que tome de mi escritorio ese día de febrero, no quería volver a experimentar una herida como esa, pero no me refiero a una herida externa en mi cuerpo, si n o mas bien a esas heridas del alma que no logran sanar por más que lo intente cualquiera; ahora mismo no logro superarlo. No era malo pensar que tenia que pasar lo mismo con Natalia, es decir ella había aceptado todo como yo lo acepte a su tiempo con Rebeca.
Mi cuerpo se lanzo sobre el cuerpo inmovilizado- por el sueño- de Natalia, colocándome detrás de ella y recostando mi cabeza en su almohada exhalando aire de mi nariz que se lanzaba sobre el cuello de Natalia, después de algunos movimientos la enrede por completo en mis brazos y comencé a besarla, ella tenia los ojos cerrados, y recuerdo la ternura con la que los abrió después de que yo se lo pidiese. Todo iba bien, sabia que algo pasaría entre ella y yo, su manera de respirara algo agitada revelaba que no podía ocultar su excitación; y cuando iba a atacar algo me detuvo, si hubiera sido otra persona no hubiera vacilado, pero al verla ahí indefensa sentí que no era correcto lo que estaba haciendo, pare y le pregunte el porque no me detuvo.
Era cierta mi suposición, ella estaba en un estado frágil y aprovecharme de ello hubiera sido demasiado canalla, ella no quería que yo me fuera eso era lo que ella deseaba y no podía dejar de complacerla, por, lo cual solo le dije al oído que la quería hasta que se durmió en mis brazos.
Parecía un ángel mientras dormía, la quería para mi, definitivamente la quería.
-¿Mónica?, ¿Mónica?, ¿estas bien?, venga, no me asustes.
-¿Qué quieres Vanesa?, no me dejas estudiar.
-Vamos, no estabas estudiando, estabas totalmente perdida, mira la clase va a comenzar, así que pon atención.
Mire por la puerta donde todas mis compañeras de habitación estaban entrando y tomando sus asientos. Brenda se sentó a mi lado y Vanesa enfrente mío, la profesora de la primera hora entro y comenzó su cátedra después de pasar asistencia. Brenda no me dijo nada cuando entro, era algo my raro que mi amiga pelirroja que conocía desde niña no me dijera nada y mas aun cuando al día me reñía al menos unas diez u once veces al día.
Todas tomaban nota respecto a la clase de el sistema óseo que estábamos abordando ese día, no me sentía con ganas de nada a pesar de que había amanecido con una actitud algo pasiva. Sabia que esta actitud mía se debía a que pronto entraría de nuevo en esos días que solo sabe dios el porque las mujeres tienen que llevar consigo para el mantenimiento de nuestra especie; además de que me encontraba algo reflexiva respecto al tema de Natalia. Sabía que dentro algunas horas ella estaría en el mismo lugar que yo.
Temía que esto se tiñera de un aura lúgubre. Supuse que una vez que le dije esas cosas ella determinaría que era mejor no ir a ese lugar, sin embargo me equivoque y ella estaba al parecer convencida de que no era tan importante para ella o tal vez se tragaba su orgullo para estar presente ahí, lo cual da indirectamente una sensación de lastima…….No, no podía ser eso. El solo pensarlo me revolvía los pensamientos y me hacia hervir la sangre de coraje, de pronto recordé mi pequeña conversación que había tenido con Vanesa, su frase de “…, además por lo que veo, Judith siempre esta con ella”. No podía quitarme de la cabeza que Natalia se había decidido por Judith.
El toser de Brenda me volvió en si, al parecer me leía perfectamente, no sabia si era debido a que ella y yo habíamos compartido tanto que tendía a saber cuales eran mis gestos y mis berrinches mas usuales o a que se me veía en mi fisonomía la expresión de desagrado a mis pensamientos que llegaron a transportarme a una escena en donde Judith y Natalia se están besando.
Trate de serenarme lo cual me sirvió inmediatamente ya que la profesora me empezó a preguntar acerca del tema. No era extraordinario que yo estuviera ausente en las clases y que los profesores me regañaran debido a esto, pero siempre encontraba la manera de estar conectada a lo que se decía en clase así que a la hora de los exámenes era pan comido.
La clase de biología humana termino con la usual tarea que consistía en un resume y la lectura de un capitulo que veríamos la próxima sesión. Todas se levantaron a tomar algo de aire después de que la profesora abandono el aula, esperando por el inicio de la clase de química, yo me quede sentada en mi lugar al igual que Brenda.
-¿Qué te pasa?, y no digas que nada, se te nota en la cara que lo estas.
-Si sabes que estoy enojada porque no infieres porque lo estoy-respondí adustamente.
-No necesito ser un genio, Mónica, para saber que es relacionado a esa chica. Además tú lo decidiste, ¿recuerdas? Lo suyo no podía terminar bien desde un principio, además es muy pronto por lo de……………
-¡Ya lo se!, así que si pretendías decir su nombre otra vez para hacerme sentir mal, pues ya lo has logrado.
Mi mirada se clavaba den los ojos de ella que eran como los de un cordero que esta asustado ante su depredador que lo acecha de cerca. Sabia que ella no tenía la culpa- al menos no toda- de las decisiones que yo había tomado, y seria negligente hacerla pagar por mis propios errores acerca de mi vida privada
-Olvídalo-repuse-no tienes la culpa, así que en verdad olvídalo.
Parecía que quería responderme algo ya que vi mover sus labio que musitaban algo, me recordó aquel viernes en el kiosco mientras Natalia trataba de decirme algo y yo la callé para que no hablara. El profesor de química entro y todas se colocaron en sus asientos, siguiendo las indicaciones para el examen que nos haría. Recibí la hoja de Vanesa que esta delante de mí y leí las instrucciones. No era un desafío para mí ese examen, era algo que podía resolver con los ojos cerrados. Cogí el bolígrafo y respondí sin vacilar, para que a los diez minutos de haber empezado la prueba estuviera terminada. Aun tenia mi pluma en la mano y me quede de nuevo perdida observando el examen que yacía en mi banca, preguntándome que era lo que trataba de decirme ese día Natalia, había una posibilidad de que tratase de defenderse de todas las injurias que le estaba lanzando pero tal vez y solo tal vez podía caber esa mínima pero sin duda única chance de que ella tratara de decirme que me escogía. De cualquier manera no había mas que decir respecto a ese tema el solo recordar lo que le dije esa vez me hacia sentir mal. Y sin querer recordé a esa chica, aquel pasado que también como a Natalia la hacia sufrir.
-Hola-dijo dándome la mano mientras estaba sentada en la banca del jardín-¿Cómo estas?, ¿puedo sentarme a tu lado?
-Si, por supuesto.
-Mi nombre es Rebeca, ¿Cuál es el tuyo?
-Mo...Mónica Díaz Fernández, mucho gusto.
-¡Vamos!, no seas tan formal, me haces sentir anciana, así que solo dime Rebeca, ¿de acuerdo?, y yo te llamare solo Mónica….claro si no te ofende.
-¿Eh?, no, claro que no, puedes llamarme así.
-Bien, ya que nos conocemos de nombre, me permito decir que eres hermosa Mónica.
-Gracias….eso creo.
Era la primera vez que yo me sonrojaba del comentario halagado de una mujer, en Rebeca se sentía una seguridad cuando me hablaba. Gracias a ella fue que conocí a Judith, la cual no distaba en carácter a la de ahora, al igual que a Irais. También por Rebeca fue que yo entre al consejo junto con Brenda que lo hizo a regañadientes y que sabia que mi intención no era un camino para madurar si no que quería estar junto a ella, aquella persona que me rompió el corazón. Soñaba con que ella al fina del curso me entregara su lazo como símbolo de que ella se había declarado a mí en el invernadero aquella noche de luna llena y a la cual había aceptado a pesar de que Irais también me había propuesto estar con ella. No sabia en que momento ella me había traicionado, no lo sabia con certeza el momento en el que Rebeca se había cansado de mi lo cual me provoco que yo hiciera ese atentado con mi vida; ahora se que estaba completamente equivocada, pero todas las veces que hay luna llena la recuerdo.
Esa vez que estaba con Natalia recuerdo que había luna llena. Tal vez quería inconscientemente hacer lo que Rebeca había hecho conmigo hacerlo con Natalia, pero al estar con ella y poder oler su aroma y verla dormir y sobretodo el saber que ella quería que yo estuviera a su lado esa noche me hicieron que me enamorara mas de ella.
Afuera de pronto, la luz del sol fue cubierta por las nubes nuevamente y un olor a tierra mojada se filtro por las ventanas que estaban abiertas al igual que un frio algo acogedor que se sentía en la superficie de la piel y que no calaba en absoluto. El profesor se encargo de cerrar las ventanas mientras me estiraba y enderezaba un poco la espalda y vio como las gotas de lluvia se estrellaban contra la ventana y se deslizaban hacia abajo dejando un caminillo a su paso que humedecía la ventana. Recordé aquella vez que llore por ella en la capilla con la navaja en mis manos, para después pasarla suavemente sobre mis muñecas desnudas y amanecer el hospital con las manos vendadas lo cual me hizo llorar amargamente y esa vez me prometí que jamás lloraría por nadie mas, sin embargo creí que no iba a poder cumplir mi promesa ya que podía sentir en la comisura de mis ojos la humedad de lo que parecían ser lagrimas.
El profesor me miro desde el escritorio.
-¿Has terminado Mónica?
Las miradas se posaron sobre mí cuando el maestro dijo esto.
-Si, ya lo he terminado-respondí.
-bien, entonces entrégalo, ¿puedes salir si lo deseas?
Camine entre las filas con el papel en la mano, la cual extendí hasta llegar a su presencia y salí del salón cerrando detrás de mí la puerta y caminando por el pasillo. Volví la mirada hacia las ventanas y vi enfrente el edificio de las alumnas de primer año; ese edificio que había ocupado el semestre anterior., el cual me trajo demasiados recuerdos.
-Me gustas mucho Mónica-dijo con una voz melosa al caminar juntas por la escuela cerca del auditorio en aquel domingo que habíamos coincidido al quedarnos en la escuela. No había pasado ni dos meses y ella y yo parecíamos estar muy bien juntas.
-Tú también me gustas Rebeca.
-¡Ya lo se!, pero……. A mi me gustas de otra manera Mónica, no se si me explico. Se que es raro para ti pero……
-No, no es que no me gustes…..en si tu me gustas mucho.
-Si es así, entonces……..dame un beso.
-¿Un beso?
-Si, un beso, pero no uno como amiga, si no yo quiero un beso como el que le darías a alguien a quien amas.
-Pero…..yo….
-Cierra los ojos, sin trampa.
Hice lo que me había pedido y en un instante tenia sus labios húmedos sobre los míos. Todos tienen recuerdos de su primer beso que son agradables, el mío fue algo inocente para que los que posteriormente le siguieron fueran muy apasionados en el cual ambas nos quitáramos las inhibiciones acerca del tabú que nos marcaba por ser mujeres.
Los labios de Rebeca no se podían comparar en nada con los de Natalia que no importaba que tuvieran una similitud fisca en cuanto a su fineza, su forma de besar era muy distinta. Estoy segura de que Natalia comparaba los besos que recibía por parte de Judith y de mí.
Aparte del edificio de enfrente la visión de la lluvia estrellarse contra el vidrio me llenaban de cierta melancolía; mire mi reloj y vi que la hora de que la clase de química terminara se aproximara, dentro de unas cinco o seis horas me encaminaría con Brenda hacia el edificio de actividades extracurriculares, subiría hasta el ultimo piso y esperaría a que ella llegara junto a su compañera, tal vez si tomaba una actitud que demostrara que no me importaba esto se haría mas sobrellevadero, y ojala que sea así, no quería portarme algo lastimera y esperar que ella me perdonara solo con asirla del brazo y forzarla a que me diera un beso y lentamente se dejara de resistir, no quería que ella se enterara que estaba sufriendo y que me moría de la culpa por haberle dicho tantas cosas y llorar como una niña que ha perdido su juguete y esperar su perdón, tampoco quería que si ella estaba con Judith me entrara un arranque de celos infundados que me provocaría hablar de mas.
Todo esto lo pienso mientras regreso al salón mientras las alumnas de otras aulas salen ya que el profesor se porto indulgente y las deja salir antes de que la campana repique. Abro la puerta y las miradas excepto y como es costumbre de Brenda me llegan. Me dirijo mi asiento en silencio inmediatamente después de que cierro la puerta. El profesor mira su reloj y al sonar la campana pide que los exámenes sean pasados de atrás hacia adelante, me sorprende que Brenda lo haya terminado hasta el ultimo ya que es una estudiante excepcional, y aunque se que en otras ocasiones se hubiera apurado para acompañarme, ahora no lo hizo y eso significaba que estaba dolida por mis comentarios.
-¿estas bien?-le pregunto mientras la miro.
-No, yo creí que seguías enojada.
-Perdóname-digo en voz baja ya que no me gusta que otras sepan que prácticamente puedo a llegar a ser sensible en algunos aspectos-no quería ofenderte.
Ella asiente con su cabeza dejando ondular su cabello rojo, Vanesa se voltea de su asiento a platicar con nosotras y esperamos el comienzo de las otras clases que continúan hasta que la campana indique las tres de la tarde después del descanso de medio día que niego a salir ya que el día nublado no es mas propicio para salir y lo cual me dice que pronto la veré nuevamente después de una semana de haberla evitado-aunque creo que el sentimiento era mutuo- y se que no podre resistir mas.
Cojo mis cosas de mi banca y camino con Brenda hacia las escaleras donde varias compañeras me saludan. Un brío en mi sale para contestar afablemente, era como si el solo hecho de que la podre ver de nuevo me llenara de vitalidad. Al bajar encuentro a Irais que me esta esperando y al verme me abraza y me da un beso en la mejilla. Nos encaminamos hacia la cafetería donde tomamos asiento de nuevo en el mismo lugar, Judith en el suyo con las mismas amistades que la han acompañado siempre; ella no esta presente lo cual me indica que no faltara mucho para que entre por la puerta, mi corazón se acelera algo discretamente ya que aunque miro hacia otro lado, volteo la mirada hacia la puerta cada vez que esta se abre. Pasan los minutos y ella no llega, me estaba desesperando, hacia oídos sordos a lo que Brenda o Irais me decían, hasta que por la puerta en medio de todas aparece con un paso algo tímido, la corbata chueca como la conocí, sus ojos azules y su cabello castaño claro esa chica de esbelta figura y atributos discretos que me hacían soñar cuando estoy en la regadera de mi habitación y que esta ultima semana me a quitado el sueño, me refiero a Natalia Merlo Mondragón.

Texto agregado el 03-02-2010, y leído por 159 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
04-02-2010 este comentario va dirigido a anaideia, para empezar la ortografia si es importante, para eso existen los correctores que son personas dedicadas a corregir esos errores ortograficos, y gracias que existen, pero lo que cuenta más es el contenido literario. darkforce
03-02-2010 Tú también tienes un virus en el ordenador, que te impide poner las tildes y avisarte de los garrafales errores ortográficos que cometes?? O es que escribes sin pensar, en los escribes, será que tu mano está poseida por algún demonio japonés.. anaideia
 
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