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Inicio / Cuenteros Locales / nessito / El día en que morí sin darme cuenta

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Eran las 5 de la mañana y caminaba de lado a lado en la avenida principal sorteando todo tipo de obstáculos que venían rápidamente en mi contra. Basureros, postes de luz, escaleras, perros, gente, pavimento en reparaciones, en fin… todo lo que la ciudad tenía para atacarme lo estaba utilizando para castigarme y a la vez dejar en evidencia mi ridículo estado de ebriedad.
Bastaron unas copas demás para convertir el retorno a mi departamento en una odisea.
Solo quedaban dos cuadras para concretar mi cruzada, y un mal movimiento de mis pies, mientras intentaba esquivar a dos perros dormilones, hizo que me fuera directo al piso. La sensación de caída no fue nada especial, parecía un golpe mas fuerte de lo normal, pero nada realmente serio, supongo que también el alcohol hizo lo suyo y disminuyó la sensibilidad. Como sea, lo primero que hice cuando estuve en el suelo fue alzar la vista, y en ese momento fue cuando la vi.
Me sonrió, era hermosa. Su mirada era cálida, risueña, conmovedora. Había algo en ella que secretamente había buscado toda mi vida, algo que estaba empezando a descubrir, algo que se me revelaba y que ya no quería dejar ir.
Y estaba ahí en frente mío y se me acercaba cada vez más. Llevaba un pequeño paraguas negro con un extraño diseño pero no estaba lloviendo, y vestía solo ropa negra.
La saludé cuando pasó a mi lado, y, pese a mi nivel de alcohol en la sangre, a que casi no podía modular, y a que estaba ahí tirado en el suelo… ella me escuchó y se detuvo.

Eso es lo último que puedo recordar de esa noche, su rostro cerca de mí sonriéndome, y esa cálida sensación de estar a su lado, y también la satisfacción de haber logrado que se quedara.

Parece absurdo, pero al final, es uno quien la llama, es uno el que no la puede dejar ir, el que no quiere volver a concebir el mundo sin ella.

Pero yo aún no entendía que sucedía, y cuando desperté y no la ví cerca, no se me ocurrió otra cosa que volver a mi departamento. El paseo de esa mañana fue el más extraño que haya realizado alguna vez en mi vida. Aunque, pensándolo bien ni siquiera cuenta como algo que haya hecho dentro la duración de mi vida.

En primer lugar, apenas pensé en caminar hacia mi casa, empecé a moverme rápidamente en esa dirección, aunque no entendía muy bien si me había levantado ya del suelo o no. Simplemente avanzaba a toda velocidad, y todo lo que veía estaba distorsionado. Los colores de las cosas no eran los de siempre, y había una cierta tendencia al morado y amarillo, aunque variaba constantemente. La gente alrededor parecía sombras, aunque lograba ver claramente sus rostros cuando estaban cerca. Lo más extraño era que veía algo más que sus caras, sabía como se sentían y lo que pensaban. Es una rara sensación ver a alguien un segundo y saber que está engañando a su pareja, que está preocupado por su gata enferma y que va tarde al trabajo. Aquello era una locura y pasaba a la velocidad de la luz.

Cuando llegué a mi departamento me detuve un momento y empecé a entenderlo todo. No había tenido que subir ninguna escalera, ni abrir ninguna puerta, y recién me estaba dando cuenta. Ella estaba sentada en mi sillón favorito. Se veía bastante cómoda y su rostro dibujaba una expresión a la vez dulce y tenaz.
Habló… pero solo porque quiso. Podía comunicarse conmigo sin emitir ningún sonido. Me dijo que me quería, que aquel ya no era mi hogar y me invitó a irme con ella.
Era imposible negarse, caminé sin detenerme hacia el sillón y le estiré la mano.
Algo que nunca sabré, me hizo dar la vuelta un segundo antes de tocar sus dedos. La fotografía de mi ex-novia estaba allí. La razón de mi borrachera, el motivo de mis penas. El sentimiento más profundo y más verdadero que sentí en vida.
Detrás de mí, una fría mano estaba a punto de tocarme. Necesitaba tomar una decisión. De forma repentina retiré mis dedos y la desafié. Asustado le di la espalda y huí.
Sé que no tardará en encontrarme, pero también sé que puedo seguir escapando, y lo haré el tiempo que sea necesario.
Estoy sin vida, en un lugar que no me corresponde, pero desde aquí puedo seguir cuidando a lo único que amé y lo seguiré haciendo hasta que ella también reciba la invitación.
Dicen que no es mucho lo que se puede hacer en este estado, pero no es verdad. Sé como protegerla y alejarla de los problemas, sé como influenciar a la gente que la rodea para que la trate bien, y sé como lograr que realice las cosas que la hacen feliz.
Ya que no hice lo correcto en vida, hago lo incorrecto en la muerte solo para verla contenta. Lo mejor es que funciona.

Texto agregado el 09-02-2010, y leído por 89 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
10-02-2010 Maravilloso, fascinante !!!. Me atrajo el título, te leeré mas. pintorezco
09-02-2010 muy chido poema zas cuidate Salex_Chavrod
 
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