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…Ese grito es diferente, su chillido tiene alegría, algo pasa que congela la mañana bajo el nítido sol de mediodía, no se oye ni el canto de un pájaro. Salimos a ver, la única familia es la de enfrente y los gritos son de María alrededor de un auto, los ruleros se le sueltan - no puede ser cierto, esto es un sueño, el Hugo, el Hugo!!! – gritaba olvidándose de sus vecinos educados y silenciosos.
Nunca nada cambió, la desgracia se instaló hace tiempo, cuando Carlitos corriendo tras su pelota de trapo atravesó la calle sin saber, allí sólo se oyó por última vez la voz desesperada de su padre, Lorenzo dejó de hablar, desde entonces sólo repitió como un eco triste la última palabra que escuchaba.
Pero ahí estaba, brillante como el cielo metalizado con techo vinílico y 0 km. Se lo sacó en la Lotería el Hugo!!! - murmuraba ya sin voz, cayéndose una cortina de bucles sobre su cara vieja, como resortes vencidos cegando sus ojos de ratón miope.
Su hijo, ese gordo de cornetes saliéndose de la nariz, al que descuidaron la operación de adenoides, su hermano menor distrajo todo, ese que siempre jadea con su boca gorda entreabierta y junta saliva blanca, al que los pantalones se le caen y que apoyado en su tablero de constructor de obras, siempre muestra la raya de su culo pálido. Ese, aprendió a manejar, encontró una novia fea y sacó los domingos a María y Lorenzo, que sólo querían volver de nuevo al cementerio, a poner lágrimas, flores y oraciones retroactivas en cada tumba sin visitar desde que llegó aquel camión, a romper en pedazos aquella quieta siesta de campo.
Mejor si Carlitos también hubiera muerto aquel día de enero, en cambio una rueda aplastó su cuerpecito que hoy sigue siendo de un niño, pero María envejeció y sus brazos fuertes de tanto llevar a este hijo a que aprendiera a caminar, hoy parecen dos hilachas vencidas.
Pero hablemos del Falcon, celeste metalizado con techo vinílico y 0 km. Hugo lo sacude cada mañana, lustra y perfuma con Pachuli, con su baba sin tragar, tampoco cierra los ojos, que desde que se lo ganó los lleva a media asta, no sale del sueño, parece que le hablara al Ford de su capot y hasta le cuelga un terciopelo oscuro con su nombre brillando en lentejuelas rojas tapando el vidrio trasero. Despierta sospechas en los viejos vecinos, que no entienden de una cortina en el auto nuevo. Apurado cada mañana sale, porque debe volver al almuerzo.
Un medio día no llegó y no podía ser otra cosa que algo malo, la rutina de horarios permitía saber los pasos de esta familia de campo, a la que empezaba a rodearla gente pudiente, con estilos modernos de vida. Demasiado escandalosos! - ” escandalosos,” repetía Lorenzo, haciéndonos creer que sabía de lo que se hablaba.
María tenía ese llanto ensayado para esta ocasión, piensa que su hijo de un poco más de treinta años, debía estar muerto para no llegar. Ni siquiera se demoró la primera vez que buscó a su novia costurera y sin depilar, el domingo de su cumpleaños, luego de atravesar la ciudad volvió de la mano con su chica de bigotes, que no quería asistir, su mirar lo decía,sin embargo los fideos de María como siempre se cocinaron a tres padrenuestros, un avemaría y … todos sentados a la mesa .
Arriba de mi auto los dos viejos, el llanto sin pausa de María sentado atrás y en silencio Lorenzo temía a mi lado – me voy a las comisarías, que Dios me acompañe –
Se hizo de noche cuando por fin estaciono frente a la Primera Comisaría ,un largo zaguán ennochecido y los pasos tímidos de Lorenzo me van dejando sola, cuando enfrento a unos oscuros y gordos policías a los que no veo sus caras, murmullos socarrones, risitas ordinarias aseguran sus miradas obscenas. Y como siempre, como antes y durante esos años más que nunca, estar allí era ser objeto de dudas, de maltrato por ser educada y rubia tal vez.
-Pase- grita desde un cuarto y detrás de una mesa un fulano violento y aburrido. –Buenas noches, soy vecina de este señor que me pidió buscar a su hijo… - digo con mi voz suave de contar cuentos infantiles – Nombre!!!- grita el fulano, mientras los otros dos se ponen apoyados en la pared mirándome el trasero. –Rojas, Hugo Rojas – intenté con algo más de volumen.
-Rojas… Rojas Mmmm. - y chupó el mate lavado hasta que le sacó el alma-”Fetivamente”… alojado en nuestras dependencias - qué pasó, está bien?- Mi pregunta fue un acto reflejo, mientras me seguía sonando con claridad este lenguaje de un pobre y triste policía con pretensiones de impresionar con su rebuscado vocabulario, como si eligiera cada palabra para decirme lo importante que él era, a pesar de no ser como yo, su uniforme lo hacía poderoso frente a mí. Supe que él querría humillarme, acepté sin protestar. Nadie me contestó, se congeló el tiempo, nos quedamos mirándonos con Lorenzo, ninguno quiso preguntar más. Se ríen los gordos de atrás. De repente la voz del policía es casi inaudible. – Ha sido sorprendido...mmm “menstruándose” frente al Colegio Normal, ese de niñas que hay frente a la Plaza Independencia-. Otra vez, pero esto me suena mucho peor, es como mirar la vida ensortijada en un instante, donde las palabras pierden significado , pero lo real es más preciso,contundente y no hay dudas de lo que está ocurriendo, se hace evidente y mirando a Lorenzo le digo bajito: -no se preocupe, debe haber estado orinando- No!!! Grita el fulano jefe –menstruándose en el auto!!! – . Una cuchara raspa una cacerola de aluminio en un lugar lejano de la Comisaría. Siento que Lorenzo repite:“en el auto en el auto”, su voz es la de un anciano… lleno de vergüenza ante mi y miro esperando si daría algún detalle, si sería capaz de hacer más fácil la comprensión del absurdo, pero ya estaba de nuevo echado para atrás haciendo una bolita de papel con un boleto rosado y sus ojos picarones perdidos en la presencia adulatoria de los otros gordos oscuros de atrás. Suficiente, era todo lo que tenía que decir, no perdería más tiempo con esta rubia pituca y solidaria con sus vecinos. Le dije –parece que me tengo que retirar-Eso estamos esperando -.y se paró de inmediato, sacando de un cajón un manojo de llaves.
Y recorrí ese eterno zaguán pero ahora iluminado por lo feliz de tan buenas noticias, me senté en un escalón de la entrada a reír todo lo que pude y a pensar qué le diría a María, que juraba ver muerto a su Huguito, retorcido en su Falcon celeste metalizado, techo vinílico y 0 km., manchada de sangre su oscura cortina de terciopelo.



Texto agregado el 09-02-2010, y leído por 128 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
13-02-2010 Un cuento impactante. Muy bueno. Créeme que me ha gustado y espero que nos sigas deleitando con tus historias. Van mis ***** Catman
10-02-2010 Y pa no ser menos, aca vine invitada tambien. Bienvenida, buen cuento! mcrist
10-02-2010 Me dijeron que pasara a leer, y es un muy buen texto. marfunebrero
09-02-2010 Jajajajajaja, genial!!! He sido invitada a leer este texto y realmente me divertí mucho!! Gracias a ambos :)) La_Aguja
09-02-2010 Al fin Adriana, al fin te animaste, ya está dado el primer paso, ya superaste el miedo a que te lean, ahora hay que criar esta pasión como la criamos los que estamos desde antes. Quedate tranquila, hay mucha gente que te va a gustar y que te va a ayudar a seguir acompañada. Bienvenida. abulorio
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