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“Las espinas de la rosa”
-Lo que Mónica ve -
V
-Pase el viernes algo molesta por la actitud de Brenda al punto de vigilarme a todo lo que hacia, me irritaba la forma en que me seguía, parecía ser que ella sabia algo de lo que había pasado en el invernadero o al menos lo intuía.
El fin de semana lo pase en mi casa y para no variar, mis padres se encontraban fuera de casa, lo único bueno era la oportunidad que tenia de librarme de la presión de los exámenes de esa semana observando el caer lento de las hojas de los arboles con singular movimiento, siendo algunas desplazadas por el viento que soplaba ese día de norte a sur. El cielo de ese día tenía en su azul esplendoroso algunas nubes que parecían espolvorearlo como con algodones blancos, haciendo filtrar poca luz a través de ellas.
Ya el lunes cuando regrese a la escuela, me dirigí a la cafetería en compañía de Irais esperando a Brenda en la mesa que usualmente usamos. Natalia entro acompañada de Judith y de Ivonne; las tres entraron y se sentaron en la ultima mesa cercana ala puerta. Natalia me miro súbitamente cuando camino con ellas a recoger la bandeja de su desayuno, baje la mirada, al verla-cosa que nunca me había ocurrido antes-me sonroje cuando sentí que sus ojos azules como el cielo que había contemplado todo el fin de semana en la terraza de mi habitación. Irais por su parte me miraba.
-¿La extrañas?
-¿Eh?, porque esa pregunta tan de repente, no es usual que te interese lo que yo haga.
-Tu crees que no Mónica, sin embargo yo antes te había confesado mis sentimientos y tu……
-No empieces Irais-interrumpí cuando comprendí hacia donde se dirigía la conversación-sabes perfectamente que lo nuestro no tenia posibilidad.
-Ya lo se, pero no crees que te estas lastimando, es decir, se que un clavo saca a otro clavo, pero no puedes hacerlo de esa manera, además tu no sabes si ella te correspondería, ¿o me equivoco?, además si se repitiera algo similar al asunto de hace meses harías sentir a Brenda muy mal.
-El asunto de Rebeca ya quedo atrás. Además no comprendo porque Brenda tiene que ver en este asunto de Natalia y yo.
-Pero si en el de ella.
Me quede en silencio, cualquier cosa que dijera partir de ahora seria usado en mi contra por Irais. Ella mejor que nadie lo sabia, todo lo relacionado a Rebeca. Brenda se aproximo algunos minutos después de esto, donde solo cogió de su bandeja una manzana y el jugo de naranja, al parecer había llegado tarde, empero se veía algo nerviosa o mejor dicho parecía estar guardando un tipo de secreto, eso me intrigaba.
Al salir de la cafetería después de que el grupo que se hizo más grande por la posición que ocupa Judith dentro de la escuela, camine con Brenda hacia nuestra aula, su inseguridad se hizo más notoria, decidí preguntarle acerca de esa actitud, sin embargo no fue necesario ya que ella hablo mientras estábamos subiendo por las escaleras
-Tengo algo que decirte
-¿Qué es?, desde hace rato estas muy rara.
-Y creo que en verdad yo no debo de estarlo.
-¿a que te refieres Brenda?, termina ya de decirlo.
-Rebeca.
Al escuchar el nombre de esa persona sentí como se me helaba gradualmente la sangre, pero como siempre mi fisonomía no se inmuto al momento. Tenia la curiosidad de saber lo que estaba pasando con esa persona por mucho que me duela admitirlo, seria mejor si pretendía huir, rompiendo la cuerda que me amarraba a ella y deshaciendo el nudo que me causaba en mi garganta al escuchar su nombre. Sin embargo mi ego se interpuso y mi yo interno respondió precipitadamente.
-No me interesa, si se trata de ella puedes guardártelo.
-Pero……
-¡Ya te dije que no me importa!, así que no vuelvas a tocar el tema, por favor, promételo.
-Lo hare.
Y con esa promesa que en lugar de ser eso parecía una orden directa, ya que sentí cierta frialdad en la respuesta de Brenda.
Dicen que el pasado vuelve a uno con una fuerza tal que logra devastarlo si se trato de enterrarlo o si representa una amenaza para el presente de la persona, sabia a la perfección que ese pasado me causaba un terror y el solo traerlo o considerarlo como tema de conversación se me hacia de mal gusto.
Aunque lo interesante paso después en la clase inmediata después del descanso.
El sonido de la puerta atrajo a la profesora de trigonometría hacia ella, mientras estábamos todas resolviendo un ejercicio anotado en la pizarra.la voz de alguien familiar al otro lado de la puerta me distrajo al igual que a Vanesa y a Brenda que me miraron extrañadas. La profesora entro y se dirigió a mi lugar diciéndome en voz baja que me buscaban. Salí del salón y cerré la puerta, la silueta alta y delgada con la tés apiñonada y su cabello corto con esa sonrisa arrogante que siempre me muestra estaban paradas recargadas en la ventana.
-¿Qué quieres Judith?, estoy ocupada.
-Lo se, pero no te preocupes Mónica, no tomara mucho tiempo, así que porque no vienes conmigo.
Y diciendo esto por delante de mí comenzó a tomar camino hacia las escaleras que bajamos en silencio hasta la planta baja que estaba vacía.
-Sabes, desde ese día en que le dijiste a Natalia que era lo peor que pudo pasarte en tu vida, yo estuve ahí para ella….
-Para un poco todo esto, ¿Qué tiene que ver Natalia con que me hayas sacado de clase?
-Bien, seré directa, ¿Qué le hiciste?
-No se a que te refieres.
-Invernadero, lluvia, ¿te suena alguna de esas palabras Mónica?, o solo son simples palabras que no te traen a recuerdo nada.
-¿quien te lo dijo?
-Tu, lo acabas de hacer-dijo riéndose-no sabia que caerías tan rápido, eres igual de clara a cuando te conocí Mónica, no has cambiado.
Me sentía ofendida, me había engañado como siempre, aunque había muchas piezas que concordaban en el rompecabezas como para decir que eran simples inferencias. Su tono sarcástico me desagradaba.
-El para que te saque de clases es muy sencillo, solo te lo diré una vez Mónica, y tu sabes que a mi no me gusta repetir las cosas dos veces, ¡aléjate de Natalia! tú dijiste que ya no estorbarías, ¿a que viene ese cambio tan repentino?, ignoro lo que haya pasado ese día o días que te la encontraste, pero te conozco demasiado bien Mónica y se de lo que puedes ser capaz.
-Si ya sabes de lo que soy capaz, creo que sabes que es inútil que vengas a amenazarme, ya que hare lo que quiera, además Natalia es la que tiene la última palabra, el hecho de que yo haya dicho lo que haya dicho no te incumbe, así que me retiro.
-¿Amenazar? ¡Vamos Mónica!, se ve que tu a mi no me conoces, ya que si lo hicieras sabrías a la perfección que yo prometo y no amenazo y que yo siempre cumplo mis promesas…….
-¡¿Como el hecho de Rebeca?! a eso te refieres con que cumples tus promesas.
-Solo vine a advertirte que si vuelves a hacer llorar a Natalia te va a pesar Mónica.
Salió disparada después de decir esto, cerré la mandíbula apretando los dientes en signo de molestia que me provoco esa discusión con Judith, aun estaba ahí parada cuando escuche los pasos de alguien que bajaba por las escaleras. Vanesa estaba de pie en los peldaños de la escalera. Podía ser que había escuchado todo, su cara seria me reflejaron que ella se preocupaba por el entorno que nos estaba envolviendo.
-¿Qué paso?-pregunto desconcertada.
-Nada, no paso nada-fue lo que respondí.
A partir de ese día, Judith estaba mas pendiente de Natalia, acompañándola en cada movimiento que esta hacía, parecía como si la estuviera hostigando, sin embargo no quería tratar de meterme, sabia que no era el momento, el tiempo me daría la razón acerca de lo que ella sentía por mi, esa era la ventaja que tenia sobre Judith y que lo sabia de sobra.
Las miradas que cruzábamos a veces en la cafetería, en el aula del comité o cuando nos encontrábamos al bajar las escaleras se intensificaban mas, era como si ella me llamara con sus ojos azules, pidiéndome que estuviera con ella. Todos los días de la semana que la veía me intrigaba mas su forma de ser, era como si al mirarla pudiera determinar que existían dos Natalias, una que necesitaba ser amada, que era frágil y que tenia que ser protegida por los que estaban a su alrededor, y la otra era la que aunque no estaba segura de lo que quería era capas de lo que fuera con tal de tener lo que anhela, eso era lo que podía ver detrás de esa estética figura.
La tarde del viernes Brenda se retiro de la escuela dejándome sola en la biblioteca junto a Irais mientras revisaba un libro que me llevaría al día siguiente a mi casa para adelantar mis tareas. Irais y yo platicábamos acerca de varios temas, ella esta sentada frente a mí. Una sonrisa de su parte me intriga en ese ambiente que poco a poco se esta deshabitando de alumnas que salen en silencio, haciendo caso omiso del letrero cerca de la recepción. Miro al libro leyendo la pagina que había marcado con un dobles en la hoja, un movimiento torpe de las piernas de Irais golpeando las mías me distrae de mi lectura, la observo y de nuevo vuelve a sonreír, meneo la cabeza en señal de desaprobación y vuelvo a leer, ella aparenta leer las notas de su cuaderno de sociología, pero esta fingiendo ya que al verla rápidamente como se lleva la goma de su lápiz a sus labios, siento el rozar de su pie cerca de mis piernas, su ritmo me saca de mis ocupaciones, la veo pero finge nuevamente no darse cuenta, yo la ignoro y sigo con lo mío.
Después de un rato de estar chocando su pie contra el mío un súbito cosquilleo provocado por la tela de su calceta cerca de mis rodillas empieza a recorrerme, abriéndose paso por la resistencia que discretamente pongo entre mis piernas. Su pie logra alcanzar mis muslos frotando lentamente. Carraspeo la garganta y ella se detiene, pero sin saber en ese momento que pronto volverá a atacar pero de más cerca. Al parecer se colocaba su zapato ya que separa un poco la silla de la mesa, después toma el cuaderno y se ubica a mi lado rodeando la mesa de madera por el lado izquierdo.
-¿Qué quieres Irais?-pregunto sin quitar la mirada del libro.
Ella guarda silencio y se acomoda en el asiento quitándose el saco de donde se resbalan por la manga los listones amarillo y blanco de su brazo izquierdo, colocándolo en sus piernas como abrigándose de un frio inexistente, cubriéndome un poco también mis piernas. Sus intenciones son muy claras y llevándolas a cabo con su mano derecha deslizándose debajo de su saco y llegando a mi pierna sobándola por encima de la falda que me cubre con la palma cálida de su mano.
Irais toma con sus dedos la falda y la va subiendo lentamente hasta que finalmente siento el rozar de su piel contra la mía. Ella sigue leyendo al igual que yo.
Los meneos de arriba hacia debajo de su mano se empiezan a extender a lo largo de mi pierna llevándola hacia el interior de mi muslo; al momento en que ella hace esto una sensación cálida recorre mi cuerpo haciendo que me ruborice al instante. Con la yema de su dedo dibuja algunas figuras que al principio reconocí como corazones y después se amontonaban en una danza sin fin y discordante de su dedo índice.
Se que de un momento a otro se le ocurriría llegar a ese lugar……lo se y sin embargo no tengo fuerzas para apartarla de mi, así que dejo que haga su trabajo debajo de mi falda, hasta que después de esa sesión de masaje intimo me ve a los ojos con esa cara sonrojada en las mejillas.
-Ve a tu habitación-dice en voz baja-yo te alcanzo en unos momentos.
La excitación que ha encendido en mi quiere ser compensada a toda costa, así que obedece las ordenes de ella a pesar de que son irracionales, pero mi cuerpo lo necesita, aunque se que estoy volviendo a caer en lo que jamás debí y sabiendo que mancillo el recuerdo de esa noche en su habitación en donde su voz delicada y melodiosa me dijo “no te vayas, solo quédate a mi lado”, esa era la única cosa que omití cuando llegue a mi habitación y previamente pase por el tercer piso y vi por el pasillo hasta que mi mirada alcanzo su puerta.
Entro a la habitación y me quito los listones de mi brazo y desabrocho el saco botándolo en la cama de Brenda para me dirija al cuarto de baño y me miro al espejo
A los diez minutos el sonido de la puerta suena, me dirijo a ella y giro la perilla de la puerta y hago pasar deprisa a Irais, al momento de cerrar la puerta se abalanza sobre de mi y me comienza a besar la boca jugando su lengua con la mía enredándose apasionadamente. Sus manos hábilmente empiezan a desfajar mi blusa y ayudándonos mutuamente nos empezamos a desvestir, ella me saca la corbata y yo hago lo mismo. Me bota a la cama y se coloca encima de mí. Coge la corbata que esta a mi lado en la cama y deshace el nudo de esta, me erguí un poco, se del juego que trata de hacer realidad, ella la coloca en mis ojos anudándola por detrás de mi cabeza, cegándome.
-No te muevas Mónica, no lo hagas, yo hare todo, tu solo disfruta. Yo te hare olvidar a Natalia.
El suspiro que sale de mi se esparce lentamente mientras siento como sus manos desabrochan la blusa, el frio del ambiente que nos rodea golpea contra mi piel y siento como mis pezones están siendo colmados-encima del sostén- por besos de su parte, endureciéndolos a medida que pasa el tiempo. La forma en que empiezo a respirar se va haciendo cada vez más rápida. Ella juega con mi cuello mordisqueándolo, al hacer esto su olor golpea mi olfato, el aroma de su perfume a rosas parecido al de Natalia. Irais me pega a ella para despojarme de la blusa en su totalidad y llevando sus manos por detrás de mi espalda teniendo dificultades para quitarme el sostén. Al terminar de hacerlo mis pechos quedan al aire tomándolo entre sus manos desnudas y recorriendo cada palmo de ellos.
Dejando de atacar esta parte, baja hacia el cierre de mi falda quitándola de mí con cierta ternura deslizándola por mis piernas. Hay un momento de espera en donde ella se quita la ropa, después vuelve a la carga abriendo mis piernas y colocándose entre ellas. Mi piel puede sentir ahora la suya despojada de toda ropa. Un beso cariñoso en mis labios me hace ahogar el gemido que sentido cuando su mano se posa en mi cintura. El tacto de sus senos rozando los míos fue algo placentero, sigo sin ver nada y ella se quita de en medio de mi, ser coloca al lado en donde sus dientes muerden el lóbulo de mi oído provocándome cierto espasmo que ella controla sujetándome la mano.

Texto agregado el 10-02-2010, y leído por 75 visitantes. (0 votos)


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