TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / godalhi / TATIANA

[C:443554]

TATIANA

Cada vez que me acuerdo de esa etapa de mi vida, una amalgama de sentimientos me invade. Por un lado, la alegría me inunda, fue un período hermoso, lleno de proyectos y expectativas; pero, por otro, siempre se asoma un dejo de tristeza, dejando un sabor amargo en mi boca.

Cursaba el último año de la carrera, tenía notas bastante decentes, era deportista… sin embargo, mi principal motivo de felicidad, era mi relación con la muchacha más bonita de la Facultad: Tatiana. Ella, tenía un rostro angelical, rubia, curvilínea, con senos dulces como dos cantaros repletos de miel, piernas blancas y firmes, como torres de marfil, y un trasero formidable capaz de atracar un bote; sin embargo, más allá de su hermosura, su verdadero encanto estaba en su personalidad tierna, inteligente, amante de la literatura y apasionada por el teatro, garantía, de un cumulo de estimulantes conversaciones y agradables momentos.

Todas las mañanas, iba a buscarla y caminábamos tomado de la mano, por el parque hasta la Universidad, durante el trayecto, le recitaba poemas de amor, inventaba historias, y le regalaba flores y brownies, que robaba de un jardín vecino y del almacén de la esquina respectivamente.

Los fines de semana, acostumbrábamos a subir el cerro en bicicleta y en la noche hacíamos el amor; adquiriendo, ella, dimensiones de deidad, donde su cuerpo, era el altar que usaba para adorarla con todos mis sentidos y absoluta devoción.

Los nubarrones que ensombrecieron mi vida, aparecieron el segundo semestre, el doctor dictaminó que había que hospitalizar a mi padre. En sus pulmones, habitaba un demonio, imposible de exorcizar, que con velocidad asombrosa, expandía sus tentáculos, destruyendo las entrañas de mi viejo inmisericordemente.

Esa fue la causa, que obligó a hacerme cargo del negocio familiar; como no quería dejar la Universidad, conseguí un permiso especial para faltar a clases, asistiendo solamente a rendir exámenes y pruebas.

En ese trance, mis amigos, siempre estuvieron conmigo, me visitaban y llamaban constantemente. Tatiana, también me acompañaba hasta muy entrada la noche, por eso, frecuentemente le pedía a Matías, uno de los pocos del grupo con auto, que la fuera a dejar a su casa.

Contrariamente a lo esperado, Tatiana, cada vez estaba más esquiva, evitaba quedarse a solas conmigo, rehuía mis caricias y las misas oficiadas sobre su cuerpo, perdieron regularidad. Las pocas veces que iba a la Facultad la sorprendía hablando en sordina con Matías; cuando me visitaban, llegaban y se iban juntos; varias veces descubrí extraños cruces de miradas entre ellos; temí lo peor y la confronté:
- Si, me dijo, estoy enamorada de Matías y él siente lo mismo, lo lamento.
- Pero siempre decías que era un presumido, pesado, niño rico, hijito de su papá… como pudo pasar… repliqué incrédulo, al borde del llanto.
- Ahora lo conozco mejor, respondió, es una persona sensible y cariñosa…

No la deje terminar la frase, le di la espalda y me alejé, el dolor que sentía no era solamente espiritual, sino también físico, una lanza me atravesaba el pecho. Me falla la memoria al evocar ese día y el posterior, no tengo recuerdo alguno, sólo la muerte del viejo acaecida el día subsiguiente a la ruptura, me sacó de mi estado crepuscular.

Del abatimiento pase a la rabia y luego al odio: ¡perra… perra… como hacerme esto… y en este momento… y ese traidor de Matías, se suponía que era mi amigo..., lo reventaré a golpes, lo buscaré y estrellaré su linda cara contra el pavimento…! Pensaba para mis adentros.

Les desee lo peor: que se reventaran y pudrieran, que se los comieran los gusanos, que fracasaran en lo que emprendieran… que quedaran calvos y otras cosas poco gratificantes… pero, al final me tragué el despecho, terminé el año, aprobé los exámenes finales y egresé.

Pasaron los años y sólo tangencialmente tenía noticias de mis amigos de antaño, así supe, que la relación de ellos sólo duró unos meses y luego habían tomados caminos separados.

Hoy día, quince años después, al salir del metro, me reencontré fugazmente con mi pasado. La calle estaba ocupada por un tumulto de gente, autos policiales, bomberos y ambulancias. El tráfico estaba interrumpido; el causante de tanto caos, era un bus de locomoción colectiva, que yacía sobre la acera como ballena moribunda varada en la arena. La policía, había acordonado el lugar y los curiosos se agolpaban alrededor de la cinta plástica, que aislaba el sitio del suceso.

Paulatinamente, el morbo también se apoderó de mí y me acerqué a observar. Dentro del perímetro, vi a Matías, ahora convertido en Fiscal, caminaba de aquí para allá, daba órdenes, contraordenes, hablaba por celular y gritaba a los peritos para que apuraran la diligencia. De repente, Matías alzó la vista, me divisó entre la multitud, agitó sus brazos e hizo un gesto para que me acercara.

No me sorprendió que Matías estuviera allí, frecuentemente aparecía en las noticias. Se encontraba visiblemente afectado, como sino estuviera acostumbrado a esas cosas; a punto de llorar me abrazó y me contó que había pasado:
Me dijo que, estaba fuera de su jurisdicción pero, pasaba por el lugar y presenció el desarrollo del siniestro. Entonces, se bajó del auto para realizar las primeras diligencias y prestar auxilio a las víctimas.

Había averiguado, que el bus venía del barrio alto, en su recorrido normal, aparentemente salió del garaje con fallas técnicas. Al llegar al sector de Escuela Militar, fue abordado por una gran cantidad de gente, llenando su capacidad, lo que obligó al chofer a ser más cauteloso en la conducción y disminuir la velocidad del recorrido.

Matías, tenía la vista empañada y cuando hablaba miraba al piso. Continuó su relato señalando, que la dilación en el tiempo de viaje enfureció a los pasajeros, llegarían tarde a su trabajo, brotaron discusiones entre estos y el chofer, quién, al llegar aquí, decidió no continuar el recorrido, obligándolos a descender. Los reclamos, entonces, alcanzaron su clímax, transformándose en empujones y zamarreos.

En este punto, Matías, calló por un instante, quitó los lentes de su rostro, frotó sus ojos con su mano izquierda y respiró profundamente; lo peor, me dijo, es que el chofer enojado con algunos pasajeros tiró el bus encima, para asustarlos, pero perdió el control de la maquina y embistió a una mujer que estaba entre ellos, ahora, esa mujer esta muerta, y esas botas que asoman bajo el bus son de Tatiana…

Los recuerdos llenaron mi cabeza, estaba desconcertado; en fracciones de segundos, esas antiguas vivencias se proyectaron en mi mente como una película; ahora, sabía a que obedecía la perturbación de mi amigo de juventud… mirando el cielo pensé, con la esperanza que el todopoderoso me escuchara:
Dios, si alguna vez deseé que a ella le pasara un auto por encima, era broma… , te lo juro, era broma…

Texto agregado el 18-02-2010, y leído por 113 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]