EL DOCTOR

La humedad de la celda no me ha dejado dormir, somos doce en un espacio de nueve metros cuadrados aproximadamente, amontonados en el piso, sobre colchonetas dormimos. Durante el día nada que hacer, sólo dar vueltas por el patio y estar alerta, rogando que no me ataquen.

A pesar de todo, creo que estoy bien, entendiendo lo que pasó. Se que para ud. defenderme será difícil pero no puedo mentir, los acontecimientos que me trajeron hasta aquí no son difíciles de explicar, son difíciles de creer.

Durante años, fui uno de los médicos más prestigiosos de este país, las cirugías más complicadas las realizaba yo, además el parentezco con el ex presidente me daba cierta notoriedad pública. Director de uno de los Hospitales públicos más grandes de la ciudad, académico con investigaciones publicadas y profesor visitante de las Facultades de medicina más prestigiosas del mundo, eran las credenciales que ostentaba.

No tengo claridad del minuto en que empezó el descalabro, no fue abrupto, sino gradual. Parece que fue a partir del incidente con esa mujer. Era vendedora de un laboratorio, las veces que me visitaba, se insinuaba abiertamente, esto es verdad, se lo juro… me contuve siempre, hasta el minuto que se presentó en mi consulta privada, sin nada bajo su falda.

Ese día, perdí el control me abalancé sobre ella e hicimos el amor, fue brusco pero consentido, por eso nunca entendí la denuncia que hizo por violación, salí sobreseído pero arruinado. No solamente el acuerdo económico me dejó en la calle, sino caí en el desprestigio, perdí mi trabajo en el hospital, mi cátedra en la Universidad, mi mujer y los pacientes de mi consulta.

Un día de lluvia, en el metro me topé con él, un desconocido, sin embargo, algo lo hacía familiar, muy familiar… se bajó en una estación antes de mi destino y por un motivo extraño, lo seguí, caminé detrás de él varias cuadras. La lluvia era espesa, empapaba mi ropa, a ratos no me dejaba ver y los transeúntes apuraban el paso para llegar bajo techo. Estuve a punto de perderle la pista, pero antes de que eso ocurriera, él diose vuelta , me saluda, dice que esta dispuesto a darme lo que quiero. Luego, reemprendió su marcha, la lluvia arreció, transformándose en un tupido velo, evitando verlo alejarse.

Corrí, lo más fuerte que pude para cubrirme del agua, lanzada por el cielo en baldes. Entré a una galería comercial. Una vez adentro, froté mis manos, estaban frías, las metí en mis bolsillos para calentarlas. Encontré, en una de las bolsas del pantalón, un papel y al sacarlo, descubrí un billete que había olvidado; pensé en algo caliente, mire a mi alrededor y en ninguno de los locales vendían café. Sólo habían puestos de lotería. Compre un cartón y al mirar al exterior, la lluvia había cesado.

Aquí empieza lo increíble: El fin de semana ese boleto resultó ganador, era rico, tenía una pequeña fortuna. Invertí parte de ella, en acciones y fondos mutuos. La otra la gasté en diversiones, por varios meses lleve vida de rey; viajé, tuve las mujeres que quise, probé las mejores drogas e importe un auto deportivo de Italia.
Continua...