No necesitó mucho. Apenas pudo robar un beso, tomar su chaqueta apresurado; apenas atinó a decir adiós. Y su palabra fue sentencia.
No pudo hacer mucho. Apenas sintió el arrebato, un impulso, la sonrisa cercana a la vez que distante; lo escuchó callada y lo comprendió. Ese era el adiós.
Y aunque se extrañan-dicen- extrañar no está permitido. Y aunque lo sueña-recuerda- soñar no es divertido. Y aunque cree verla-a veces-entre la gente cotidiana, verse es hoy un imposible.
Y sin embargo a veces, en planos paralelos, distantes, cada uno desde su túnel, se recuerdan sincrónicamente y sonríen, hasta que los recuerdos se desvanezcan en la memoria y sean cada vez menos y menos y un día dejen de ser.