| Me parpadean los dedos al tomar la pluma e iniciar un abrazo con grafitos;
 pienso, al apoyarme en la escalera
 la que tiene peldaños podridos por las penas,
 ¿para que pensar?, me digo, y boto la idea al suelo
 Al ir subiendo me encuentro con mi tríptico
 colgando con su cara tan severa,
 no quise acordarme de su nombre,
 ¿para que amargarme tan temprano?
 Subo al otro peldaño que cruje como cama vieja,
 y recuerdo de nuevo, esa almohada blanca y suave
 con olor albahaca y a tomillo,
 y me detengo al sentir las nostalgias resignadas
 ¿para que sigo subiendo, si olvidarme quiero?
 Pero mi curiosidad es como un faro muy prendido
 que ilumina las olas y ríos abandonados por sus peces,
 cuando sin pensar llegué al último peldaño
 y me encuentro con mi triángulo tendido,
 ¿para que quiero despertarlo? Si pensar no quiero,
 ni mirar hacia atrás las múltiples obseciones,
 entonces pienso en descender los escalones,
 y al mirar hacia abajo me tiemblan las piernas
 al ver que los escalones podridos se esfumaron.
 Me di cuentas que el paso de los años es hermoso
 pero también llenos de desengaños pues la cruda realidad
 se traga todo, y hace trizas al pasado, como magia
 que desnuda al presente, provocando un caos,
 inevitable desnudando tu lucida escafandra
 que como máscara, te cubre, la inevitable verdad de la vida
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