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Un 3 de mayo...

Clínica de Sant Josep, Vic. Una habitación de la tercera planta, recién pintada seguramente, pues aún olían las paredes a pintura. Un enfermo, el enfermo, moribundo, yacía impertérrito en su último lecho terrenal. No me encontraba allí para ser atendido; había ido a atender, si ello era posible... Igualmente miraba… En aquella habitación, recogida y limpia como una patena, como sólo saben hacerlo las Hermanas religiosas que han consagrado su vida a Dios y a atender a los enfermos, yacía en la pecera de una cama de hospital el pez más importante de la creación: un ser humano hecho a imagen y semejanza de Dios. Casi no se movía. Respiraba con mucha dificultad, todo y estar conectado al tubo de oxígeno clínico. Se podría decir que estaba inconsciente, fuera de este mundo. A intervalos intentaba entreabrir los ojos, que volvía a cerrar de nuevo para volver a abrirlos. Yo le miraba expectante. Él me miraba más fijamente. Tenía la sensación de que me quería decir algo… Tal vez lo que pretendía era despedirse, pero su estado físico le impedía modular palabra alguna. Ante su impotencia para hablar, ahora mira más fijamente el crucifijo que pendía de la desnuda pero limpia pared.
–¡Qué solo está Cristo en la Cruz! –me había dicho veinte días antes.
Algo inseguro me atreví a contestarle entonces:
–Sí, pero ahora estamos tú y yo haciéndole compañía.
Hoy no me hablaba del crucifijo. ¡No podía! Pero tampoco dejaba de mirarlo a breves intervalos. También parecía como si le quisiera decir algo, pedirle alguna gracia especial… O tal vez en su interior se la estaba suplicando. No lo sé. Igualmente no me podía expresar verbalmente lo que hacía o pensaba.
Tal vez musitaba desde lo más profundo de su ser algo así como:
–¡Señor, hágase tu voluntad! Yo ya hice en mi pecera, la pecera de este mundo, lo que me ordenaste que hiciera: nacer, crecer, querer a una esposa, tener hijos y trabajar para ellos y para mí… ¿He trabajado también por ti y para ti, Señor?

Día 4: ….Recibe el Sacramento de la Penitencia “in extremis”; el día anterior el mismo capellán le había administrado la Unción de los Enfermos
Día 5: …. … a las 5:45 de la tarde deja la pecera terrenal…

Texto agregado el 22-06-2004, y leído por 113 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
22-06-2004 Me parece un texto muy expresivo y emotivo; además la expresión es estupenda. Enhorabuena y bienvenido! Vulcano
 
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