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En una alejada localidad, al fin del mundo, una noche de febrero un cuarteto de jóvenes familiares salen a disfrutar y celebrar la llegada de dos amadas integrantes del clan. Cerca de las dos y media de de la madrugada se disponen a salir al único bar del puebo donde podrán cantar karaoke, tomar unos tragos, fumar, conversar anécdotas, mentir un poco y si alcanza el ánimo luego del largo viaje, bailar al ritmo de la música de moda, bailar al son de la alegría de vivir, bailar con voluntad propia hasta que llegó el baile inesperdo que por un minuto sacudió a toda la larga faja de tierra y al oasis marítimo que baña la costa verde del querido y paradisíaco Chile.
Llegamos al bar y nos recibe un buen amigo, que muy contento por nuestra juvenil presencia, nos regala un buen aporte monetario para que a nuestra noche no le faltara nada, cantamos un rato, pedimos unos tragos largos, un par de bebidas energéticas, ganamos un chocolate por nuestra participación en el kraoke, también ganamos un trago gratis por ser tan entusiastas, era una noche que prometía ser inolvidable y asi fue.
Cerca de las tres de la mañana, comenzamos a bailar, algunos pensarán que estabamos ebrios o algo por el estilo, pero nada de eso, el estilo de baile vinene de familia, no importa el qué dirán, sólo liberábamos tensiones y celebrabamos la alegría de estar juntos; cigarrillos, wisky con tónica, cuba libre, wisky con energizante, más cigarros, baile otra vez... mejor me siento un rato, estoy cansada y con calor. Dos segundos de silencio en mi mente, esto se está moviendo o el wisky estaba demaciado fuerte, pero no he tomado ni uno siquiera... maaaaaaaaaaaaaadre! Felipe está temblando!!!, tranqui, va a pasar, tranquilos todos, se cortó la luz! chucha esta weá no para, Kathy!!!!!!!!!!!!!!, Kathy!!!
sálgan, estoy acá, atrás, en la puerta, no veo nada, dónde se metieron, Felipe sálgan!!, dónde están las chihcas?!, bajo la escalera, me veo sóla, en ese segundo el piso se mueve como barco en el mar, la madera de la casona antigua cruje cuan gancho de arbol en invierno; vuelvo a subir la frágil escalera de madera que me deja a la mitad, sin poder subir, aterrorizada y perdiéndo el equilibrio por el fuerte movimieto ruidoso de la tierra, un mar de llanto y frio, botellas reventadas se escuchaban desde fuera y mis hermanos no aparecían, Kathy!!!! sálgan!!! sálgan!!!! acá!!! por atrás, la escalera!!! Ceci!!!!, el llanto no me dejaba gritar más cuando aparece Felipe con mis dos hermanitas bajo sus brazos, ambas casi desmayadas, la oscuridad se apoderó de ese maldito minuto de ceguera, desesperación, terror, caos, incertidumbre, sensación de muerte y desolación.
Era una noche que prometía, que prometía angustia, dolor luego de la gran bienvenida. Solo me queda hacer una reflexión luego de tanto caos, luego de tano miedo, luego de tanta destrucción, luego de que cuatro vidas se hayan salvado de la furia de la naturaleza en un luegar donde la naturaeza prima... somos hormigas en el cosmos. Hoy la humanidad debe darse cuanta que no es lo que tiene, sino que sencillamente es en medio del ainmensidad.

Texto agregado el 02-03-2010, y leído por 84 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-03-2010 ¡que experiencia tan terrible.. !... bien descrita!... ANLIN
02-03-2010 Bien!!!! tursol
 
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