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El otro día iba caminando por la playa, en mí andar no habia cuidado ni orden matemático (fuera de aquel que provee el azar). Era un día de mediados de marzo, que personalmente son mis días favoritos, porque se puede estar toda la tarde frente al mar escuchando sus quejidos sin la distorsión que dan los niños de vacaciones revueltos entre la espuma. Estaba en ese afán de contemplar cuando alcé la vista al cielo. El azul solo se veía cortado por manchas blancas de gaviotas volando, las cuales parecían no tener contorno y ser parte del mismo cielo. Me quede entregado a las delicias de la naturaleza cuando lo mas extraordinario que me ha tocado presenciar ocurrió. Una de las gaviotas bajo del firmamento y se vino volando directamente hacia mi, en su trayectoria la observe como jamás habia observado nada y lo que mas me intrigo de aquel animal fue el no poder distinguir si me miraba directamente a mi, o si acaso miraba todo menos a mi. Cuando estuvo a una distancia digna para que me pusiera nervioso me cubrí el rostro, pero la gaviota, nunca sabré si asustada por mi movimiento o seducida por una nube en forma de pez, se elevo en línea recta, rompiendo en pedazos la gravedad tan enraizada en libros.
El ave volando perpendicularmente al horizonte hundió su ala en el cielo y pareció rasguñarlo, iba dejando una línea recta en el cielo, como un corte de miedo, y fue solo cuando aleteo que logro liberar su ala atrapada en el azul del aire. En el acto de sacar su ala se desprendió un pedazo del cielo que cayó con la suavidad de una pluma por el aire, pero al golpear la tierra saco de los pulmones de arena de esta el sonido de un grito disfrazado de un golpe, seco y fuerte, como el de una piedra.
Me quede con los ojos hacia adentro, como buscando explicaciones en mi cabeza, solo cuando comprendí lo incomprensible di vuelta mis ojos hacia el mundo. Observe a mi alrededor y comprobé que no habia nadie mas en la playa, por lo que asumí que nadie mas habia visto el cielo romperse y de el desprenderse un pedazo. Entregado a la inercia del momento me levante y corrí al lugar donde habia caído aquel trozo de firmamento. Corrí desesperado, y la arena traviesa parecía atrapar mis pies y hacer que me moviera más lento que si hubiese andado caminando. Luego de un esfuerzo que me pareció mas que el necesario, llegue al lugar donde habia visto caer el trozo. Pero ahí no habia nada, mire a mí alrededor y la playa tenia aire de una tarde normal donde nada extraordinario habia ocurrido. Siempre parado en el mismo lugar donde habia visto caer el fragmento del cielo me empecé a desesperar, habría sido acaso todo aquello una ilusión. Mis fuerzas de niño explorador empezaron a flaquear mientras examinaba detenidamente la arena a mí alrededor sin encontrar rastros de un inquilino sobrenatural. Cuando estaba dispuesto a renunciar a aquello que pareció una alucinación, una extraña sensación se adueño de mi, alce la vista al cielo y frente a mis ojos encontré la prueba irrefutable que aquello que lo que habia presenciado era real. Justo sobre mi cabeza en el cielo habia un agujero negro, algo así como un pedazo de sombra en el cielo. Las fuerzas empezaron a retornar a mi cuerpo, caí de rodillas a la arena y me puse a desgarrarla con mis uñas. Como un perro buscando un hueso me puse a cavar en la arena hasta que mis garras dieron con algo duro, a pocos centímetros de la superficie. Saque el extraño descubrimiento, lo limpie a base de soplidos, hasta que por fin lo tuve frente a mi, desnudo. Entre mis manos tenia un pedazo del cielo.
Era como del tamaño de una cabeza, a primera vista su forma se podía confundir con la su un hielo pero su color celeste claro que brillaba y su peso, similar al de un pensamiento le daba una singularidad única. Al parecer era bastante duro, todo parecía indicarlo así, pero la verdad es que nunca intente probar su dureza por miedo a que este se me rompiera. Cuando termine de examinarlo (realmente no sabría decir cuanto tiempo paso) levante la cabeza y mire a mi alrededor. Nadie me estaba observando. Preocupado por que alguien me sorprendiera con tan extraño objeto entre las manos lo metí bajo mi chaqueta, simulando que este fuera parte de mi barriga. La verdad es que ese acto debió ser mucho mas delatador que el de llevarlo en la mano, pero en aquellas circunstancias me pareció lo mas apropiado. Me lo lleve a mi casa con aire de misterio y una vez que llegue ahí lo enterré en mi cajón de calzoncillos. Definitivamente aquel no era el escondite mas digno para guardar una porción de la esencia propia de nuestra atmósfera, pero supuse que en ese lugar estaría a salvo por un tiempo.
Por mientras, fuera de mi cabeza el tiempo continuaba pasando y el mundo seguía su curso noticioso, dentro del cual un agujero en el cielo no paso desapercibido. Lo que empezó como una columna en un diario regional dio paso a un gran revuelo periodístico alrededor del globo. Nadie sabia como diablos se habia hecho un agujero en el cielo, los científicos hablaban de un problema del calentamiento global en el planeta, el gobierno no tomo ninguna postura y la oposición acuso que ese hoyo en el cielo era parte de un “complot” del gobierno en su contra. Los religiosos tampoco hicieron esperar sus declaraciones, diciendo que era el pecado de los hombres el que habia ocasionado esto y llamo a la población a sentir culpa. Culpa. Quizás culpa era algo que yo debía sentir, por haber robado un trozo del cielo, pero realmente estaba muy lejos de sentirme culpable, pues estaba muy feliz del hallazgo que descansaba entre mi ropa interior. Por las noches cuando estaba oscuro, sacaba del cajón el trozo de cielo y dejaba que iluminara mi habitación, la luz de este objeto llenaba el espacio entre mis cuatro paredes con una luz que iba desnudando de sus ropas de oscuridad a cada objeto que habia en mi habitación. Dejándolas completamente abiertas a lo que realmente eran, era extraño porque este trozo parecía estar investido de propiedades que el mismo cielo carecía, o que éramos incapaces de ver.
Afuera de mi habitación todo parecía haber perdido el sentido, y es que nada podía igualar la magnificencia de la posesión del mismo firmamento entre mis manos. Es extraño como desde que encontré tirado este objeto, he sentido una fuerte conexión con cuanto objeto me rodea. La verdad es que encuentro extraño, que me sea necesario tener el cielo en closet para poder sentirme realmente vivo.
Afuera el tiempo me era ajeno, la gran noticia del agujero en el cielo habia pasado de moda, pues la perdida de un trozo del mundo no se compara con que una vedette termine con su pareja, o se destape que alguien de la farándula es homosexual, en fin, lo que vende, vende. La verdad es que personalmente perdí contacto con toda persona que en algún momento pensé querer. Ya no era yo, habia pasado a sentirme parte del cielo, sentía que mi alma habia dejado de pertenecerme.
Una noche, no se si en sueño o en realidad, se me aparecieron un par de ángeles en mi habitación, no eran blancos y puros como siempre los imagine, si no que tenían ternos negros y usaban lentes oscuros (pese a que era plena noche), aunque sus por sus alas daban la certeza de que eran seres supremos. Luego de mostrarme sus credenciales me explicaron que eran parte del comité investigador del paraíso y estaban buscando el paradero de un trozo de firmamento extraviado. Yo incapaz de desligarme de mi preciado tesoro, les dije que nunca lo habia visto y que no tenia mas información del caso de la que aparece en los periódicos. Ellos solicitaron permiso para registrar mi casa, pero les dije que ni el mismo Dios se iba a venir a meter a mi casa sin una orden judicial para hacerlo. Ellos prometieron volver con una, pero nunca lo hicieron. Sabia que el hecho de mentirle a unos ángeles no se iba ver bien en mi currículum el día del juicio final, pero ese trozo de cielo habia crecido en mi alma y me sentía incapaz de desprenderme de el.
Aquel extraño objeto que tenia escondido en mi closet (que a simple vista se pudo confundir con un hielo), pues poseía un extraño poder, nunca sabré si era el hacerme envejecer mas pronto, o si acaso era el hacer pasar el tiempo mas rápido, pero habia algo claro: Estaba convirtiéndome en un anciano demasiado rápido. Alguna vez tuve la inquietud de salir a la calle a buscar a algún amigo para ver si el ya estaba convertido en un viejo también, pero me pareció que un encuentro retrasado por tantos años daría a luz a una serie de preguntas que no estaba dispuesto a responder. También sentí a veces deseos de compartir mi secreto con alguna persona, pero no podía arriesgarme a que la voz se empezara a correr y que me quitaran mi preciado tesoro.
Un día me levante sintiendo menos fuerzas de las que acostumbraba a tener, mi andar lastimoso denunciaba lo próximo a la muerte en que me encontraba. Fui a la cocina y saque de la despensa una botella de vino que tenia de aquellos tiempos en los que me juntaba con mis amigos y me embriague de nostalgia. Sentí por primera vez que la vida se me habia escapado y culpe a ese pedazo de mierda que encontré una vez tirado en la playa. Fui, impulsado por la fuerte mezcla del vino y la nostalgia a encarar aquel pedazo de cielo que aun estaba entre mis calzoncillos. Cuando abrí el cajón y lo vi me sentí inundado de ternura, me fui a acostar, con la tranquilidad de tener el más preciado bien del mundo y me dormí. Me dormí para siempre.
Tardaron una semana en darse cuenta que estaba muerto, y solo se percataron de aquello por la pestilencia a podredumbre que habia en toda la ciudad. Al encontrarme y verificar que no tenia a quien darle mis bienes decidieron rematarlos, claro que antes del remate un carabinero que registraba los cajones del closet se encontró con esta extraña piedra, no compartió con nadie el hallazgo, la metió en su bolso y se la regalo a su mujer para su aniversario, ella, sin mucho entusiasmo por el pedazo de “cuarzo” que le habían regalado, lo puso en una esquina del living.
Y estuvieron así, sin percatarse que en pleno living, tenían un pedazo del cielo.
Un tiempo después ellos fueron sometidos a juicio en el cielo, por la porta ilegal de un trozo del firmamento, ellos no entendieron nada, pero terminaron por toda la eternidad encerrados en el infierno.
¿Yo? Yo estoy bien, acá en esta mierda que llaman el paraíso, estoy tranquilo, nadie nunca supo del “incidente” en el cielo, pero cada vez que camino a mi casa y veo en el suelo un agujero me vuelve la nostalgia, de sostener, aunque sea por un segundo, un pedazo del cielo.

Texto agregado el 23-06-2004, y leído por 451 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
31-08-2004 Excelente Cuento BartManZuaHreS
13-07-2004 es un texto largo, pero que vale la pena leerlo, me gusto mucho...besitos. lorenap
 
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