Lo más probable es que no me conozcas. Seguramente me has visto pasar por entre la niebla de una mañana pálida y fría, o por la noche como un fantasma errante que acecha a sus victimas por fruición. Quizás me viste en el rostro de tu amante. Me palpaste en su piel, en su boca colmada de lujuria y deseo besaste mis labios. Susurre tus oídos en noches de sueño y aún así, no me conoces. Muy pocos saben quien soy.

En más de una ocasión te encontrabas en algún emplazamiento lúgubre y recóndito cuando tuviste ese extraño presentimiento. Eres el único ser viviente de aquel lugar, lo sabes y sin embargo, algo te observa. Has advertido su mirada rozandote la nuca, tú reverso se cohibe. Conjeturas una nervuda presencia incorpórea en la atmósfera. Algo Maligno. La intriga te agobia y el miedo corrompe lentamente tu calma. Un tenue escalofrío hace vibrar tu médula descargando epinefrina a retazos por tus venas, te sudan las manos, se enerva el sentido común. El tiempo se vuelve eterno. No sabes que pensar y por algunos segundos tú cuerpo no responde. Tragas saliva, juntas los parpados empuñando tus manos y por fin decides en un acto de perturbada valentía dar la media vuelta. Para tu asombro, no hay nada.

Recuerda ahora, es certeza, sé que contemplaste la duda. ¡Fuí yo!. Te conozco y sé quien eres.
No examinaste con ojos diestros, pero te aseguro, ahí estaba.