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Durante muchos años, el peor equipo de la liga de fútbol de Vallecito fue Sportivo Chupacabras. No obstante su hinchada era fiel como pocas.

Las constantes derrotas de su equipo era la fuente constante de ansiedad de los fanáticos, que pocos pero buenos, un día descubrieron que podían calmar la ansiedad comiendo, y fundaron la peña auriblanca, por los colores del club.

En 1957 Sportivo Chupacabras hizo, quizás, la peor campaña de su vida, pero el clima fue especialmente benévolo en la región, y los granos tuvieron más proteínas que de costumbre, los lechones más grasa que la habitual, y la afición chupacabreña más hambre que de costumbre.

El resultado fue que en campeonato siguiente, Sportivo Chupacabras tuvo la hinchada más pesada, literalmente hablando. Tan pesada, que en el debut de su equipo descubrieron que inclinaban la cancha, también de manera literal, provocando que el tiempo que se jugaba con la hinchada auriblanca detrás del arquero rival, los ataques chupacabreños iban cuesta abajo, y los otros cuesta arriba.

Si el sorteo determinaba que bajo su tribuna estaba el propio arquero en el primer tiempo, entraban en el segundo, y daban vuelta cualquier resultado en contra inclinando la cancha. Si era al revés, los rivales llegaban al segundo tiempo ya sin piernas y no podían dar vuelta el resultado en su contra.

Por misterios de la física, cuando la hinchada dejaba su lugar, la cancha recuperaba su horizontalidad.

Así fue que los hinchas comenzaron a ver sólo medio partido, aquel en que quedaban detrás del arco rival.

Pero todo deporte requiere esfuerzo, y a la par que los jugadores entrenaban, los hinchas comían... bah... comían es una palabra muy sencilla para decir lo que hacían: fagocitaban, deglutían, lastraban, morfaban, y engullían, todo a la vez, y raramente digerían.

Decir que engordaron es una leve descripción de lo que realmente ocurrió. Una mejor definición sería que se inconmensuraron.

Algunos sostienen que durante sus vacaciones en Vallecito, el autor de Jurassic Park vio temblar la superficie del vino en su vaso al paso de la hinchada chupacabreña y se le ocurrió la historia que después lo haría famoso, pero eso forma parte de los mitos urbanos de Vallecito.

La verdad es que el traslado de la hinchada auriblanca comenzó a ser un problema logístico. En las últimas fechas tuvieron que contratar a un equipo de transporte de maquinaria pesada para llegar a los campos de juego.

Cada vez la cancha se inclinaba más, pero siempre volvía a su lugar.

La campaña de Sportivo Chupacabras fue extraordinaria. Clasificó invicto para las finales, y sólo empató dos encuentros, ambos contra el gran candidato de la liga: Recreativo Estudiantil, cuyo equipo era conocido como “la máquina violeta”, por su precisión en el juego y el color del club, y también hizo una campaña inusualmente exitosa.

Como los encuentros entre ambos finalistas se habían jugado en la primera fecha de cada rueda, los chupacabreños estaban absolutamente seguros que el aumento de peso de su hinchada alcanzaría para inclinar de manera decisiva la cancha, asegurando el triunfo.

La primera final, por sorteo, se jugaría primero en cancha auriblanca, y el encuentro decisivo en el estadio violeta.

En cancha de Sportivo Chupacabras, el local cumplió su objetivo, y después de ir perdiendo por 2 a 0 al término del primer tiempo, con la presencia de su hinchada tras la valla estudiantil dio vuelta el resultado, imponiéndose 3 a 2.

Al salida del encuentro, el presidente de la entidad violeta hizo un anuncio a la prensa: debido al inusitado interés que despertaba la revancha, la comisión directiva de Recreativo Estudiantil había decidido hacer una serie de remodelaciones en su campo de juego para garantizar la mayor comodidad del público, etc, etc.

La semana transcurrió laboriosamente en la sede estudiantil, opíparamente en la chupacabreña.

El transporte de la hinchada auriblanca al estadio violeta fue más complejo que de costumbre, ya que “la pesada” había aumentado notablemente su porte.

Compraron las entradas y se dirigieron a la puerta de acceso a la tribuna visitante y vieron las modificaciones: habían achicado las puertas, llevándolas a una medida standard.

Así fue como Sportivo Chupacabras perdió su única posibilidad de salir campeón, goleado por 5 a 0.

Texto agregado el 01-04-2010, y leído por 747 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
27-09-2011 Qué interesante manera de relatar, tienes un toque picaresco ligero, vas guiando suavemente durante tu cuento, aunque lo sentí alargando un poco la trama, me gustó. El chupacabras es mexicano jaja. solo_agua
17-12-2010 Mientras lo leía me imaginaba a Alejandro Apo leyendolo en Todo con Afecto un sábado por la tarde...Es un muy buen cuento hache
05-06-2010 Me imaginé una vuelta campana del estadio y una suspensión de la fecha hasta nuevo aviso pero el recurso de la puerta fue menos dramático y más efectivo abulorio
07-04-2010 Muy buen "plato" futbolero jugama
04-04-2010 Ingeniosa historia, narrativa impecable y un final de fino humor. Me gustó. Sofiama
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