TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / yuukoichihara / \"Las espinas de la rosa-Mano izquierda, mano derecha-\". Capitulo 2

[C:448489]

“Las espinas de la rosa”
-Mano izquierda, mano derecha-
II
-Buenas tardes, casa de la familia Merlo, ¿con quien hablo?
-Hola papá, soy yo, Natalia ¿Cómo estas?-respondí a la voz de mi padre que contesto el teléfono.
-¡Natalia! ¡Que bueno que hablas!, hemos estado muy preocupados porque no llamabas y no queríamos molestarte por esa razón tampoco llamábamos. ¿Estas bien? ¿Te paso algo?
-No papá, no me pasó nada, perdona por llamar hasta ahora. He querido hacerlo antes, pero he estado ocupada, perdóname-dije.
-Lo mas importante es que estas bien. Dime ¿has comido bien? ¿Te hace falta dinero?, lo que se sabes que solo tienes que llamar.
Se me había olvidado que al ser la única mujer era propensa a los cuidados extremos de mi padre y hermanos- aunque ellos lo negaran- y eso era agradable cuando se requería pero a la larga era algo hostigoso debido a que era asfixiante no poder hacer casi nada debido a que estaban respirando encima de mí.
-No, no es necesario-respondí suspirando-pero gracias, si yo necesito algo te lo comunicare. Bien, emmm, quisiera saber si se encuentra Arturo.
-Salió con Lorena, volverá mas tarde así que si quieres puedo decirle que llamaste.
-Si, eso seria lo mejor.
A pesar de ser mi padre, la persona que biológicamente esta diseñada para quererme, sentía que no podía hablar tan abiertamente con el que con mi hermano. Es decir no podía platicarle nada acerca de que me había enredado en un asunto amoroso del cual dos chicas eran las responsables de mi confusión amorosa. Sabia que el no lo aceptaría, así que no podía hablar de eso, tampoco que había salido en una cita. Tampoco sabía a ciencia cierta si Arturo lo tomaría bien. Aunque el había escuchado mi platica la otra ocasión el tal vez habría pensado que se trataba de una verdadera situación hipotética o de broma y no una donde su hermana estaba siendo cortejada por mujeres y que se habían suscitado ocasiones algo extravagantes con ellas.
Callamos un tiempo esperando a que uno de los dos dijera algo que rompiera el hielo. Podía escuchar en la bocina el sonido de su respiración y apuesto a que el podía hacer lo mismo y tal vez como yo podía imaginarse en su mente un escenario de mi tomando el teléfono como yo lo estaba haciendo.
-Y…. ¿como te ha ido? ¿Algo que quieras platicarme?-pregunto.
-Pues, me uní al comité escolar y con una compañera somos las representantes de las alumnas del primer grado.
-¡En serio!, ¡es increíble Natalia!, solo espero que no te esfuerces demasiado para que puedas hacer bien tu trabajo.
-Si, tomare tu consejo.
-Bien. Supongo que le diré a Arturo que se comunique contigo. Tengo que salir. Se que vendrás en las vacaciones así que podrás platicarme lo que quieras, ¿de acuerdo? Cuídate Natalia.
-Tu también papá, me voy, besos.- respondí.
-Te quiero mucho.-hablo con un tono de voz apagado.
-Yo también te quiero-dije para después quitarme la bocina del oído y colgar el teléfono mirándolo ahí de pie como si el aparato de color negro y teclas blancas me diese las respuestas.
Arturo no se comunico ese día, una llamada que había esperado, pero no le di importancia porque sabia que el tenia asuntos que hacer y no podía estar cuidando de mi todo el tiempo. Al día siguiente Lei se levanto temprano para salir a correr mientras yo dormitaba, sentí que el tiempo que dormí desde que Lei había partido hasta su regreso se hizo una eternidad tanto que ella tubo que sacarme de la cama y meterme a la regadera para que despertara por completo.
En el desayuno vimos a Ivonne y a Alejandra. La primera no perdió oportunidad de preguntar acerca de la coita con Judith, y no creí poder huir de sus preguntas así que hable todo. Si ocultaba algo ella estaría asediándome todo e día al ver como miraba a Mónica y suponiendo que ella me mirara a mi, y la única reacción que obtuve de ella fue una sonrisa algo fingida y las palabras “será muy interesante”.
Vanesa llego a la cafetería después de unos minutos acompañada de la pelirroja y de la chica de ojos verdes que al pasar a nuestro lado sonrió vanidosamente. Mis ojos siguieron el trayecto de ellas hasta la mesa que solían ocupar y después levantarse por sus alimentos y volver a sus asientos para sentarse. Estábamos platicando todas. Ivonne enfrente de mi sonriendo, una sonrisa que se borro mirando a alguien detrás de mi, pude ver el cambio de reacción en la cara de Ivonne, quería voltear pero la persona detrás de mi se apresuro a cerrar mis ojos.
Una sensación se apodero de mí, más bien las sensaciones que le había descrito a Lei el día anterior. Mi Cuando las manos se posaron en mis ojos impidiendo mi vista mi cuerpo se comportó extraño, mi respiración se hizo algo agitada y mi corazón latió rápido, además de un extra que no había sentido hasta ese momento, un sudor en las manos que denotaban nerviosismo. Sin poder ver, lo único que podía hacer era guiarme por lo que podía percibir. Las manos de esa persona eran cálidas, únicas e inconfundibles; la fragancia también era un parámetro que me sirvió pero la voz aun confirmo el hecho de quien era.
-Hola, adivina ¿Quién soy?
Suspire un poco y respondí.
-Mónica. Eres Mónica.
Me quito las manos de los ojos y me volví a ella. Por alguna razón creí que una vez descubierto esto las sensaciones pasarían de largo, pero perduraron mientras estuvo ahí. Ella sonrió y saludando a mis amigas se retiro hacia su mesa. La mirada de Alejandra algo ruborizada y apenada con la risilla de Ivonne y la seriedad de Lei lograron hacer que me sintiera lago incomoda.
Llegamos a clase después de esto. El asiento de Franchesca estaba vacio, suponiendo que estaba retasada o en el peor de los casos enferma, cada una ocupo sus asientos para que las clases del día lunes dieran comienzo.
Salimos de clases y después de comer cada una paso a sus actividades de la tarde. Ivonne y yo fuimos al edificio y subimos al cuarto piso para ingresar al interior. Ahí estaban todas las integrantes. Judith a la que me había topado en la comida nos saludo pidiéndonos que tomáramos asiento. Mónica quedo enfrente de mí y al tomar asiento también me sonrió, algo que a Brenda que nos observaba no le gusto, lo sabia por la manera en que nos veía. A Irais parecía no importarle ya que solo se digno a mirar el documento que tenia en la mesa.
La reunión se trataba acerca de un pequeño convivio que se pretendía hacer el día treinta de octubre y tal como decía el papel que teníamos cada una y al cual Judith leyó en voz alta teníamos que exhortar a las alumnas a asistir y además programar las cosas para que se llevara en la cafetería ya que era un lugar muy amplio para todas las alumnas.
Yo fingía leer pero mi sentido de la vista se peleaba por tener en su campo visual a alguna de las chicas que estaban una a mi lado derecho y la otra enfrente de mí, así que lo único que podía hacer era turnar la mirada.
Después de esto Judith se retiro no sin antes pedirme que la viera en su habitación después cuando terminara mis actividades, me pareció muy sospechoso que me pidiera buscarla en su habitación, pero como Vanesa estaría ahí supuse que no habría problema.
Una a una se fueron retirando. Las que quedamos ahí fueron Brenda, Irais y Mónica, Ivonne y yo. Ivonne y yo acomodamos los papeles necesarios. Brenda se levanto y pidió a Ivonne que la acompañara con la directora y con una cara de extrañeza salió con la pelirroja para que al final solo quedáramos las tres. Yo estaba todavía en mi asiento.
-¿Cómo te fue en tu cita Natalia?-pregunto Irais.
-Bien, no estuvo mal-respondí a su pregunta.
-Y ¿piensas salir otra vez con ella?
Mire a Irais quien esperaba mi respuesta, pero Mónica quien estaba a su lado parecía importarle lo que tenia que decir ya que apenas lo termino de preguntar ella me miro. Solo gire mi cabeza con la sonrisa en mi boca dando a entender que no sabía.
Ella estaba a su lado, no toleraba eso así que me sumergí en los papeles que estaba leyendo. Parecía todo estar en paz hasta que ellas comenzaron a platicar muy amigablemente. Por lo general esto no tendría nada que ver.
-Tu corbata esta desarreglada-la voz de Irais dijo prontamente
Un vistazo rápido me hizo sentir una ira que nació de la nada, la imagen de Irais sujetando la corbata de Mónica, acomodándosela y con una sonrisa en la cara mientras yo estaba ahí.
“No la toques”, “No dejes que te toque” eso era lo que pensé de un momento a otro. Ambas me miraron. Me sentía como una idiota observando eso y poniéndome así por una cosa tan pequeña, es mas no debía de importarme ya que era cierto que la relación con ella había regresado, pero eso no significaba que podía interferir en sus asuntos. Sonreí y me levante de mi asiento y camine hacia la puerta, sabia que si seguía ahí me iba a incomodar más de lo que ya estaba.
Apenas salí y la puerta que había cerrado se abrió de nuevo y los pasos de ella detrás de los míos se escucharon. Pare apenas escuche su voz.
-¡Natalia!
-Si-trate de tranquilizarme, pero muy en mi interior me moría de nervios, no podía estar en compostura, me era difícil-¿Qué sucede?
-No te enojes, ella solo….
-No se de que hablas. Yo no estoy enojada, son suposiciones tuyas-reí al decir esto- y la verdad no debo hacerlo, es decir, es tu vida y tu puedes hacer lo que quieras.
A pesar de que mi orgullo nervioso y tímido se asomaba para decir esto, lo que pensaba era muy diferente a lo que decía. “Tócame”, “¡Tócame rápido!”, “Tócame como lo hacías” eran las cosas que quería decir pero que de mi boca no salieron. La persona de Irais en la puerta la llamo. Ella se giro y le dijo que iría pronto.
-Solo te quiero a ti recuérdalo-y diciendo esto se encamino hacia la puerta que había dejado la chica de ojos verdes.
Al bajar las escaleras lo había comprendido. Tenía celos, celos de ella, celos de que me la arrebatara con un simple hecho como arreglarle la corbata que tenia torcida. Había hecho un berrinche por algo tan tonto que me hacia sentir una niña tonta. Mire mi reloj apenas salí del edificio. Me encamine a los dormitorios y en vez de subir a mi habitación me puse en marcha por las escaleras hasta el cuarto piso.
El corredor estaba en silencio, las puertas de madera de las habitaciones estaban cerradas pero la habitación que me interesaba era la que estaba al lado de la última que estaba al fondo y que pertenece a Mónica y a Brenda. Camine lentamente como procurando que el sonido de los zapatos no se escuchara pero parecía contraproducente ya que el sonido de la culpa hizo su aparición ya que mientras mas trataba de caminar lento el chirrido de las maderas debajo de la alfombra y de mis pies se escuchaba.
Toque la puerta con mis nudillos, el sonido hueco que hacían pronto tendría respuesta cuando Vanesa abriera la puerta. Ella se sorprendió que estuviera ahí. Y a la orden de Judith quien estaba de espaldas sentada ella me dejo entrar. Vanesa se excuso diciendo iría a la biblioteca y me quede con Judith.
-Espera un poco, solo término de transcribir esta parte-dijo sin voltearse.
Yo estaba de pie. Mis ojos curioseaban a lo largo de la habitación cuyas dimensiones eran las mismas a la que compartía con Lei. Había muchos libros en el escritorio de Judith y una foto donde ella estaba con una chica de tez blanca sujetándola mientras ella estaba detrás de ella. Me había sorprendido esto; Judith termino de hacer lo que tenia que hacer y desde su asiento comenzó a hablar cruzando sus piernas.
-Siéntate-dijo señalándome su cama.
-¿Para que me quieres?-pregunte después de aceptar sentarme, recargando ambos brazos en el colchón.
Ella se levanto de su asiento quitándose los lentes ,dejándolos sobre su escritorio y tallándose los ojos. Se inclino hacia a mi y por un momento su boca estaba acerca de pegarse a la mía. La aparte al momento y decidí irme de ahí. Sin embargo Judith logro sujetarme de la mano izquierda y estrellándome contra la pared colocando ambas manos mías encima de mi cabeza y sujetándolas con una sola de sus manos estaba detrás de mí.
-Deja……déjame ,suéltame ¡Judith ! ¡Suéltame! ¡¡Duele!!-proteste desde mi posición sumisa mirando al piso ya que no podía girarme a ella.
-Me has estado evitando, ¿cierto?, lo he notado desde la mañana, mas bien, lo note desde que regresamos ese día a la escuela y nos encontramos con Barenca y nos dijo que Mónica estaba aquí. Dime ¿Qué te dijo? ¿Te alegraste de verla?
-No……no te estoy evitando, ¿no será acaso tu imaginación?-respondí tratando de evitar las preguntas siguientes que ella me había hecho, aunque mi corazón latía con fuerza, la descarga de adrenalina me invadía ahora.
La mano de Judith que quedaba libre estaba posada sobre mi cintura. Quería luchar pero la mano de ella me tenía bien sujeta y no podía hacer mucho. Su cara fue en busca de mi oreja la cual mordió delicadamente provocando que se incendiara en mi un rubor pero no de pena si no mas bien era un sentimiento acompañado por el enojo, no podía creer que ella lo hiciera de esta forma cuando había prometido otra cosa totalmente diferente a lo que estaba pasando ahora en su habitación. Mi corazón seguía palpitando fuertemente, estremeciéndome.
-Por favor, déjame tocarte. Te lo ruego-dijo suplicando.
Ella noto que al decirme esto y al toque de su mano me contraje un poco.
-……. Natalia. ¿Qué es lo que en verdad piensas de mi?, quiero que me lo digas.
La pregunta que me pareció fuera de lugar en esas circunstancias y me había hecho pensar lo que su significado quería tratar de decirme. No sabia que es lo que pensaba de Judit, jamás me lo había cuestionado desde el tiempo que tenia conociéndola.
-¿Qué……? ¿Por qué dices eso tan de repente?
-Esa vez de la carta, y otras ocasiones, y la más reciente en la rueda, te deje saber lo que pienso y siento por ti. Ahora quiero yo escuchar tu respuesta. Vi como tú y Mónica se miraban la una a la otra, prometí no entrometerme para que decidieras, pero los celos me matan, no soporto que ella te ponga la vista encima, eso hace que me derrumbe. Odio que tus ojos azules miren a otra persona que no sea yo, ¿es que no lo entiendes?
Tanto los latidos, la respiración agitada y el temblor en mi cuerpo habían llegado a mi como en la mañana al ver a Mónica, pero se suscitaba algo con Judith, el sonrojo que traían sus palabras a mis mejillas.
-……Incluso si…. me preguntas……. ¿que….? ¿Qué es lo que pienso……? yo solo…. no lo se.
Al termino de esto ella me soltó, dejando que cayera algo a como estaba, con las manos temblorosas y una pena en la cara que se manifestaba también en mis piernas. Ella acaricio mi cabello y me dio un golpecito en la cabeza.
-Perdóname, fui muy impaciente.
Ella me ayudo a levantarme y en esta acción no me dejo que le viera la cara, ella desviaba la mirada de un lado a otro y abrió la puerta despidiéndome. Después cerro la entrada y yo quede ahí de pie, inerte, sentía que en verdad mi corazón se iba a romper y pensaba que eso era seriamente muy malo. Los pasos de Vanesa me distrajeron. Ella caminaba con un libro en las manos. Al verme ella me sonrió y me abrazo un poco para después darme un beso en la mejilla y limpiarme una gota de lo que parecía ser una lagrima de mi ojo.

Texto agregado el 04-04-2010, y leído por 98 visitantes. (1 voto)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]