Camino raudo, altivo y arrastrando mi sombra tras de mi, aun ella debe darse prisa para alcanzarme ya que el tiempo que le toma a la luz, desde cualquier punto de mi cuerpo hasta la correspondiente parte de mi silueta en el suelo, es ya un tiempo perdido para ella, es lo que intuyo y, ahora, es así como me recuerdo de niño.
Mirando mi sombra, jugaba con ella de frente al sol dando pequeños pasos muy despacio, echaba un vistazo por encima de mi hombro y mi sombra disimulaba al mismo tiempo, entonces, como si no lo pensara, porque creía que mi sombra siempre sabía lo que yo iba a hacer, me disparaba en una carrera como si con ello dejara a una sombra sorprendida, y en su consecuente persecución tras de mí. Yo no lo notaba sino hasta que daba vuelta, pero me consternaba la rapidez con que me alcanzaba, aunque daba por hecho que sí la había dejado por lo menos un segundo.
Era un poco extraño ya que sin rostro nunca sonreía ni mostraba enfado o tristeza, aun pareciéndose a mí creía que no lo era. Sospechaba que me cuidaba... no lo recuerdo bien, pero este asunto de la sombra duró unos cuantos meses. |