Estoy pensando nuevamente en ti.

Escuché a Oceransky y me deshice en llanto.

Mi corazón me recuerda que he de llorar por el tiempo que se ha ido...

Cada cuando la estúpida de siempre resurge del interior y, a cuentagotas, se desvive en imágenes de ti. Está enferma de amor... y no la culpo. Fue víctima de las circunstancias, de la edad y de los juegos de encanto.

Se dejó llevar por lo desconocido; por la intención de crecer con un beso, de sentirse diferente y conocer una supuesta felicidad ilimitada; por el afán de refugiarse en un único estado emocional, sin medir consecuencias ni pensar en después.

Pobre... fue cegada por el hedonismo y los equívocos esbozos de amor, y por tanto, se dejó caer en uno de los varios matices disfrazados de espontánea irrealidad.

Víctima de fantasías, paga por cada carta, una por una caen sus lágrimas y disuelven la tinta amarga de las hojas. Y en niveles más altos ni siquiera puede alcanzar la sagrada latencia y normalidad de su vida de antes.

Sufre, sufre mucho, y maldice constantemente a su amor terreno.

La causa principal de su culpa se resume en que si pudiera retroceder el tiempo, haría todo de nuevo...
TE AMARÍA IGUAL, o incluso...
UN POCO MÁS...

Lo peor es que parece dispuesta a cargar más de cien años su mal...