"Siempre te amare", palabras fáciles de decir, difíciles de sostener, mas cuando el corazón queda roto. Por supervivencia buscamos formas de repararlo, y encontramos como solución convertirlo en algo inservible y duro, en un corazón de metal, pero nunca se está seguro de cuándo llegará aquella persona que transforme ese corazón de metal en algo sumamente delicado.

Pensé que solo eran cuentos de hadas de los cuales había dejado de creer. Uno peor, desesperante y aburrido. Pero una vez llegó, cambio en mí muchas cosas, quizás cosas que creí difícil de cambiar. Pero así sucedió.

Esa madrugada con mi mente en blanco, sin nada que hacer, me quedé contemplando la oscuridad que arropaba a mi cuarto, que no puedo recordar exactamente cuando me dormí.
Comenzando la mañana, los rayos de sol hicieron su entrada celestial a mi habitación, despertándome lentamente de mis sueños. Es todo lo que recuerdo.
También recuerdo que esa tarde pasó lo más aterrador que he vivido, algo que he querido olvidar, pero no me lo permito.

No entendía nada, ella lloraba sin cesar. Mi cuerpo tembló y me aterré. Caí al suelo sin poder decir nada mientras mis lagrimas caían una por una besando mi mejilla.
No quería saber nada más. No quería abandonar mi habitación, pero mi madre me convenció de ir a su funeral. No podía creer que él estuviera muerto, no entendía la razón de su partida. Salí rápidamente, caminé agitadamente sin dirección, sin distracción.

Solo puedo decir que en ese momento no terminó todo. Ese momento solo era el inicio de lo que era inevitable. A veces... me recostaba en mi cama pensando, qué si la muerte me arrebató a una persona importante en mi vida, yo podría ir en busca de él.

Andres... lo único que pude decir cuando el comenzó a besarme. Sentí que todo mi cuerpo se desvanecía. Sentí cosas que nunca en mi vida pensé que sentiría y más ante un hombre que nunca pensé que amaría de verdad. Ese beso me dominó por completo. Me hizo olvidar la existencia de todos. Ese día me convertí en una mujer total y exclusivamente diferente. Antes sus brazos caí redonda, sentí el calor sobresaliente de su pecho, sentí los latidos de su corazón y en ese instante sentí que ese hombre... ese hombre era el amor de mi vida y que nunca lo dejaría ir.